Isbel Preysler pasa por un buen momento: My Cream, su línea de
cosméticos, acaba de ponerse a la venta y ha querido celebrarlo donde
nació la idea, en su propia casa.
Radiante y enfundada en un traje
chaqueta blanco y negro (alguien le pregunta si lo ha hecho a propósito
para ir conjuntada con el packaging de la marca), Isabel nos
recibe en su salón para contarnos cómo nació y creció la idea y cómo se
cumplió, finalmente, este sueño.
Por razones evidentes, todo el mundo teorizaba sobre qué cremas usaba Isabel y
así fue como se le ocurrió crear su propia línea de cuidados. Isabel
inaugura nuestro encuentro con ella en su casa de Madrid respondiendo a
una pregunta obligada, ¿cómo nació la idea de crear su propia firma de
cosméticos? Sus hijas Tamara y Ana, nos confiesa, fueron quienes la animaron a emprender el proyecto, tras un tiempo difícil para todas ellas, la muerte de Miguel Boyer.
Tras renunciar a grandes ofertas de firmas cosméticas y perfumes que
le ofrecían ser el rostro de nuevos productos y junto a sus hijas,
Isabel comenzó a buscar laboratorios y a hacer pruebas -en sus propia
piel, en la de sus hijas, en la de amigas...- hasta, poco a poco, dar
con el producto final.
Entre risas, bromea sobre su exigencia y los mil y
un cambios que introdujo y nos cuenta que uno de los requisitos que le
puso al laboratorio fue que el producto final debía tener aroma a peonía, poco común en cosmética pero del que, dice, adora su frescura..
El grado de implicación de Isabel se percibe en las anécdotas que nos cuenta:
desde el proceso de negociación con los proveedores de su hija Ana, que
se encarga de la parte financiera del negocio y que, según su madre, es
peleona, hasta cómo escogió el logo y la tipografía, para la
que en primer lugar, tomó como referencia la de la firma Porcelanosa,
que le encantaba.
Isabel sorprende por su cercanía: nos pregunta si
nos gusta el frasco de las cremas, nos cuenta lo aplicada que ha sido
siempre su hija Ana -ha salido al padre, dice- y se ríe cuando se
escucha, en el piso de arriba, a Tamara.
Nos dice que está todo el día
al teléfono (con el Hello, hello, añade).
Y nosotros, que casi nos imaginamos veraneando con ella en Marbella, no podemos resistirnos a preguntarle sobre su ritual beauty, ya que, sea el que sea, le funciona a las mil maravillas.
Nos responde con una amplia sonrisa que su secreto es la limpieza del rostro a conciencia, para la cual no usa cepillo -al contrario que sus hijas, nos cuenta, y nos pregunta si eso va bien- y que, tras ella, se aplica una crema ligera por las mañanas. Le encanta el Sol y no se priva de tomarlo, apunta, aunque luego tenga que luchar contra pequeñas manchas -tan pequeñas que nos resultan totalmente imperceptibles
-Nos cuenta incluso que en su época junto a Julio Iglesias, que amaba los baños de sol, por las noches parecía que sus vestidos iban solos
dada la tonalidad de su piel.
El desparpajo de una de las mujeres sobre
las que más páginas se han escrito en las revistas de nuestro país es
solo comparable a su belleza, y solo nos falta preguntarle dónde guarda
los Ferrero Rocher (nos ofrece deliciosos zumos de frutas y frutos
secos).
En el número de marzo de TELVA podrás descubrir todos los secretos sobre la reina de corazones, que, además, ¡hoy cumple años!
Isabel nos concedió una entrevista en exclusiva para hablar de su línea My Cream, que se compone de tres productos: un serum regenerador anti- aging, una crema anti-aging efecto luminosidad y un contorno de ojos y labios revitalizante anti-aging, ya está a la venta en farmacias y online y
según la propia Isabel, la luminosidad y la hidratación que aportan
como tratamiento global son sus puntos fuertes
. Y, además, se trata de
una apuesta económica (su precio oscila entre los 44 y los 47 euros por producto) y de textura ligera.
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