El diseñador entregó el Premio a la Excelencia a Anna Wintour en la gala de los British Fashion Awards (BFA).
Si el perdón empieza en casa, el lunes John Galliano
se redimió por completo ante el mundo, o casi. En el London Coliseum,
las calles adyacentes cortadas al público para mayor lucimiento de la
alfombra roja, y arropado por sus colegas y paisanos, el diseñador de
origen gibraltareño escenificaba el penúltimo acto de contrición al
subir al estrado para entregarle el Premio a la Excelencia a Anna Wintour
en la gala de los British Fashion Awards (BFA)
. Un momento tan glorioso que dicen que hasta a la dama de hielo de la moda se le saltaron las lágrimas.
“Fue ella la que me tendió la mano cuando yo era un paria”, confesaba un atildado Galliano en su discurso de introducción, el primero que pronunciaba en público ante sus pares, repleto por igual de anécdotas personales que de loas a la directora del Vogue estadounidense (nacida en Londres hace 65 años). Fundida en un abrazo con el que fuera su pupilo, Wintour no pudo evitar entonces hipar de emoción, según anunciaba en un tuit la bloguera superstar Susie Bubbles Lau.
“Urjo a todo el mundo a utilizar la moda como plataforma para hacer el bien”, dijo la periodista al recibir el galardón.
Predicando con el ejemplo, la reina de la moda lució para la ocasión un diseño del propio creador, el primero también que sale a la palestra tras haber sido nombrado director creativo de Maison Martin Margiela en octubre (y a poco más de un mes vista de su debut en la semana de la alta costura de París).
La propia casa confirmaba esta mañana vía Twitter que el rutinario vestido de estampado floral también puede adscribirse a la etiqueta, su elección se ha interpretado como el espaldarazo de bienvenida definitivo al gibraltareño.
El resto de la ceremonia de los BFA, unos galardones instaurados en 1989, ya no pudo remontar. Entre otras cosas por la escasa sorpresa entre los premiados
: Victoria Beckham se alzaba como Mejor Marca, un reconocimiento merecido pero no por ello menos evidente y redundante (la excantante reconvertida en diseñadora/empresaria siempre ha sido una marca en sí misma); el norilandés J.W. Anderson se proclamaba Mejor Diseñador de Hombre, dándole la razón a quienes ven su irrupción en Loewe como el revulsivo que necesitaba la centenaria casa que una vez fuera española; el angloturco Erdem Moralioglu levantaba el de trofeo al Mejor Diseñador Británico del Año y el galo Nicolas Ghesquiére, el de Mejor Diseñador Internacional, batiendo a Hedi Slimane y Raf Simons y redondeando su año de gloria al frente de Louis Vuitton.
Por supuesto, la ubicua Cara Delevingne, que llegaba en jet privado desde Suiza con su nueva mejor amiga Kendall Jenner (y se volvían a las pocas horas, que esta mañana les tocaba desfilar para Chanel y su colección Métiers d’Art en Salzburgo), fue la Mejor Modelo del Año.
Emma Watson (premio al Estilo), Rihanna y su chaqueta de esmoquin, Rita Ora del brazo de Tom Ford, Harry Styles, Karlie Kloss, Lily Allen, Naomi Campbell, Kylie Minogue, Courtney Love, Joan Smalls, Charlotte Gainsbourg, Anna Kendrick, Suki Waterhouse, Alexa Chung y hasta Twiggy se disputaron los títulos de mejor y peor vestidas de la noche sobre la alfombra roja y degustaron una cena de gala cuyo menú incluía “british tapas”.
Eso sí que es una sorpresa.
. Un momento tan glorioso que dicen que hasta a la dama de hielo de la moda se le saltaron las lágrimas.
“Fue ella la que me tendió la mano cuando yo era un paria”, confesaba un atildado Galliano en su discurso de introducción, el primero que pronunciaba en público ante sus pares, repleto por igual de anécdotas personales que de loas a la directora del Vogue estadounidense (nacida en Londres hace 65 años). Fundida en un abrazo con el que fuera su pupilo, Wintour no pudo evitar entonces hipar de emoción, según anunciaba en un tuit la bloguera superstar Susie Bubbles Lau.
“Urjo a todo el mundo a utilizar la moda como plataforma para hacer el bien”, dijo la periodista al recibir el galardón.
Predicando con el ejemplo, la reina de la moda lució para la ocasión un diseño del propio creador, el primero también que sale a la palestra tras haber sido nombrado director creativo de Maison Martin Margiela en octubre (y a poco más de un mes vista de su debut en la semana de la alta costura de París).
La propia casa confirmaba esta mañana vía Twitter que el rutinario vestido de estampado floral también puede adscribirse a la etiqueta, su elección se ha interpretado como el espaldarazo de bienvenida definitivo al gibraltareño.
El resto de la ceremonia de los BFA, unos galardones instaurados en 1989, ya no pudo remontar. Entre otras cosas por la escasa sorpresa entre los premiados
: Victoria Beckham se alzaba como Mejor Marca, un reconocimiento merecido pero no por ello menos evidente y redundante (la excantante reconvertida en diseñadora/empresaria siempre ha sido una marca en sí misma); el norilandés J.W. Anderson se proclamaba Mejor Diseñador de Hombre, dándole la razón a quienes ven su irrupción en Loewe como el revulsivo que necesitaba la centenaria casa que una vez fuera española; el angloturco Erdem Moralioglu levantaba el de trofeo al Mejor Diseñador Británico del Año y el galo Nicolas Ghesquiére, el de Mejor Diseñador Internacional, batiendo a Hedi Slimane y Raf Simons y redondeando su año de gloria al frente de Louis Vuitton.
Por supuesto, la ubicua Cara Delevingne, que llegaba en jet privado desde Suiza con su nueva mejor amiga Kendall Jenner (y se volvían a las pocas horas, que esta mañana les tocaba desfilar para Chanel y su colección Métiers d’Art en Salzburgo), fue la Mejor Modelo del Año.
Emma Watson (premio al Estilo), Rihanna y su chaqueta de esmoquin, Rita Ora del brazo de Tom Ford, Harry Styles, Karlie Kloss, Lily Allen, Naomi Campbell, Kylie Minogue, Courtney Love, Joan Smalls, Charlotte Gainsbourg, Anna Kendrick, Suki Waterhouse, Alexa Chung y hasta Twiggy se disputaron los títulos de mejor y peor vestidas de la noche sobre la alfombra roja y degustaron una cena de gala cuyo menú incluía “british tapas”.
Eso sí que es una sorpresa.
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