Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 nov 2014

Crímenes sin resolver...

Johnny Stompanato y Lana Turner

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¿Recuerdas la escena de L.A. Confidential en la que Guy Pierce confunde a la auténtica Lana Turner con una pilingui imitadora? Pues está basada en la realidad: la actriz de Cautivos del mal El cartero siempre llama dos veces vivió un turbulento romance con Johnny Stompanato, un gigoló y matón de la Mafia, proclive a la violencia doméstica y celoso hasta decir basta
. En 1957, sin ir más lejos, Stompanato había amenazado de muerte a Sean Connery (junto al que Turner rodaba Brumas de inquietud) por haberle puesto la vista encima a su pareja: dicha muestra de bravuconería sólo le sirvió para recibir una soberana paliza a manos del escocés, quien para colmo le quitó su pistola.
 Algunos meses después, en abril de 1958, el cadáver del matón apareció en la casa de Lana Turner, cosido a puñaladas. Cheryl Crane, la hija adolescente de la actriz, se inculpó a sí misma como responsable de la muerte. De acuerdo con su declaración, la chica habría matado a Stompanato para impedir que éste hiciera lo propio con su madre.
¿Se resolverá alguna vez? Por lo que respecta a los tribunales, el caso de Lana Turner, Johnny Stompanato y Cheryl Crane está más que cerrado.
 La corta edad de la chica (14 años por entonces) y las circunstancias del crimen sirvieron para invocar la figura del homicidio justificado, con lo que Crane fue absuelta. Aun así, existe otra teoría, según la cual habría sido la propia Lana Turner quien liquidó a su amante en defensa propia: de acuerdo con esta versión de la historia, Cheryl habría aceptado cargar con el muerto para que así la carrera de su madre no se viera perjudicada
. De ser esto cierto, la estratagema habría salido redonda, puesto que en 1959 Turner estrenó Imitación a la vida, uno de los mayores triunfos de su carrera. En Septiembre (1987), Woody Allen relató una historia levemente inspirada en el caso.

George Reeves

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La llamada ‘maldición de Superman’ se cumplió de forma muy inquietante en el caso de este actor, que interpretó al último kryptoniano en una serie televisiva. Pese a la súbita fama que ésto le proporcionó, Reeves detestaba el papel, así que abandonó The Adventures of Superman tras la segunda temporada. Pese a ello, el inevitable encasillamiento puso en aprietos su carrera, que nunca volvió a levantar el vuelo.
 En junio de 1959, Reeves apareció muerto en su casa de Beverly Hills, desnudo y con un tiro en la cabeza. Según la versión oficial, el actor se habría suicidado mientras su prometida, Leonore Lemmon, daba una fiesta para varios vecinos. 

¿Se resolverá alguna vez? La truculencia de los hechos, algunos puntos escamosos en la investigación (en la pistola que Reeves habría usado para el suicidio no se encontraron huellas digitales) y el hecho de que el actor hubiera sido amante de Toni Mannix, la esposa del vicepresidente de la MGM Eddie Mannix, han dado pie a múltiples especulaciones sobre esta historia.
 Los amigos de la víctima (entre ellos Alan Ladd) señalaron en su momento que Reeves había encontrado un trabajo bien remunerado como director en TV, con lo que no parecía hallarse en un estado de ánimo proclive al suicidio. Tras muchos dimes, muchos diretes y mucho sensacionalismo, existen tres posibles soluciones: según la primera (sancionada por tribunales y policía) Reeves habría acabado con su propia vida.
De acuerdo con la segunda, se trataría de un asesinato ordenado, bien por un celoso Eddie Mannix (que, además de ostentar un gran poder en Hollywood, tenía buenas relaciones con la Mafia), bien por una despechada Toni Mannix, bien por ambos. Leonore Lemmon aparece como culpable en el tercer escenario: según afirma esta teoría, Reeves y su prometida (ambos borrachos como cubas) habrían discutido durante la fiesta.
 En mitad de la trifulca, alguno de los ellos habría cogido una pistola, que se disparó durante el forcejeo reventando el cráneo de Reeves. Estas tres versiones aparecen en Hollywoodland, una cinta de 2006 en la que el George Reeves es interpretado (¿ironía?) por Ben Affleck.

Thomas H. Ince

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Si Orson Welles fue señalado como (improbable) sospechoso en el caso de la Dalia Negra, este exitoso director apodado ‘el padre del western’ habría muerto a manos del mismísimo ‘ciudadano Kane’. Es decir, del magnate de la prensa William Randolph Hearst. 
 En noviembre de 1924, Hearst invitó a Ince a un crucero a bordo del yate Oneida para que el director celebrase allí su cumpleaños. La travesía, entre cuyos invitados se hallaban Charles Chaplin, Louella Parsons (la periodista de cotilleos más temida del Hollywood clásico) y Marion Davies, amante de Hearst, tuvo que ser súbitamente interrumpida cuando el cineasta sufrió un infarto, tras el cual fue trasladado a su mansión donde habría de morir tres días más tarde. Hasta aquí, la versión oficial. Como veremos, en torno a esta historia circula una leyenda con mucha más miga…
¿Se resolverá alguna vez? La explicación morbosa sobre la muerte de Thomas Ince es la que sigue: Hearst habría sorprendido a Chaplin y a Marion Davies teniendo un encuentro íntimo a bordo de su yate.
 Presa de celosa cólera, el millonario les habría apuntado con una pistola, e Ince habría pagado el pato al intentar aplacarle, recibiendo él la bala destinada al autor de La quimera del oro. Argumentos en contra: Marion Davies, una chica de pocas luces y buen corazón, siempre se mostró fiel a Hearst, tanto a las maduras (cuando él intentó lanzarla como estrella de cine, con escaso éxito) como en los momentos de zozobra económica que su churri atravesó en los años 30. Argumentos en contra: la cobertura informativa dispensada al hecho en su momento fue de lo más difusa, abundando los datos contradictorios y los titulares de prensa cambiados a última hora, como aquel que rezaba “Director de cine tiroteado en yate de millonario”.
  Además, Hearst tomó a Louella Parsons bajo su ala protectora a partir de ese momento, incluyendo un contrato de por vida y un considerable aumento de sueldo. David W. Griffith, un caballero sureño poco dado a cotilleos, afirmaba que el magnate “se quedaba blanco como la tiza” cuando el nombre de Thomas Ince era mencionado en su presencia. Como otras historias de este informe, esta también tuvo su versión en cine: El maullido del gato (Peter Bogdanovich, 2001)

Natalie Wood

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La protagonista de Esplendor en la hierba y West Side Story falleció a los 34 años, el 29 de noviembre de 1981, tras caer por la borda del Splendour, el yate que compartía con su marido Robert Wagner.
 En dicha travesía, que transcurrió durante el puente de Acción de Gracias, la pareja estaba acompañada por Christopher Walken, coprotagonista junto a Natalie de Proyecto Brainstorm y también amante de la actriz.
La versión oficial consideró el óbito como accidental: Wood habría intentado saltar desde la cubierta del yate hasta un bote hinchable situado junto a éste, precipitándose al agua y ahogándose acto seguido
. Pero en 2011, cuando el caso fue reabierto tras unas declaraciones del entonces patrón del Splendour, volvieron a circular viejas, y siniestras, suposiciones.
¿Se resolverá alguna vez? Según ha confesado Christopher Walken, él y Robert Wagner se hallaban enzarzados en una pelea cuando Wood cayó al agua
. Para colmo, el bote al que presuntamente trataba de saltar la actriz tenía marcas de arañazos, como si Wood hubiera tratado de encaramarse a él sin conseguirlo. Y, además, los ocupantes de una embarcación cercana afirmaron haber oído los gritos de una mujer pidiendo socorro, seguidos por una voz masculina que exclamaba “¡No te preocupes, vamos a por ti!”
Según declaró en 1991 Dennis Davern, el que fuera patrón del yate Splendour, Robert Wagner se negó a informar a los guardacostas tras el accidente. Lana Wood, hermana de la actriz, explicó que a Natalie le daba miedo el agua y tenía un miedo patológico a ahogarse, lo cual volvería poco probable que hubiera intentado saltar a la chalupa.
La reapertura del caso en 2011 no arrojó ningún resultado concluyente, mientras que una adenda incorporada al informe forense en 2013 señalaba que el cuerpo de Wood presentaba moratones que podrían haber sido provocados antes de que la actriz cayese al mar.
 Saque cada uno la conclusión que quiera.

O. J. Simpson y Nicole Brown

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Estrella del fútbol americano primero, y después comentarista deportivo y actor (Atrápalo como puedas, El coloso en llamas), Simpson fue una de las estrellas más queridas por el público estadounidense, hasta que su ex esposa Nicole Brown Simpson y el amante de ésta, Ronald Goldman, fueron asesinados en Los Ángeles el 12 de junio de 1994. Tras una persecución de coches extremadamente publicitada (tanto, que la cadena NBC interrumpió la retransmisión de la final de la NBA para ofrecerla en directo) el actor
¿Se resolverá alguna vez? Describir el circo mediático montado en torno al juicio de O. J. Simpson, así como las estrategias empleadas por el dream team jurídico (en el cual figuraron Robert Kardashian, padre de Kim Kardashian, y el  polémico F. Lee Bailey), darían para un artículo entero. Baste decir que, tras un laberinto de acusaciones de racismo policial, análisi de ADN cuestionados y pruebas desaparecidas (amén de presuntamente manipuladas por la defensa), Simpson fue absuelto por la que quedó como una de las sentencias judiciales más discutidas de la historia: no por nada el entonces presidente Bill Clinton había decretado un posible plan de emergencia para el caso de que un veredicto de culpabilidad provocase disturbios callejeros. En 1997, la familia de Ronald Goldman volvió a sentar a Simpson frente a un tribunal al haber presentado una demanda civil por homicidio culposo. Este segundo juicio, que por fortuna no fue televisado, se saldó con un veredicto que obligaba a O. J. a pagar una indemnización multimillonaria por daños y perjuicios. En 2006, un libro firmado por Simpson y titulado If I Did It (“Si yo lo hubiera hecho”) estuvo a punto de salir al mercado, pero su publicación fue cancelada en el último momento. Y, finalmente, O. J. Simpson fue arrestado al año siguiente en Las Vegas tras haber participado en el atraco a un casino. Actualmente cumple condena en una cárcel de Nevada.

William Desmond Taylor

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¿Te imaginas que Emma Watson Jennifer Lawrence figuraran hoy como sospechosas en el asesinato de un director? Pues el proceso por la muerte de este cineasta, muy popular en los años del cine mudo, provocó un fenómeno similar: en febrero de 1922, el cadáver de Taylor fue hallado en su mansión de Los Ángeles, siendo el primer dictamen médico que la causa de su muerte había sido una hemorragia estomacal. Una autopsia más detallada anuló dicha conclusión porque, que se sepa, las úlceras de estómago no provocan agujeros como los dos que Taylor lucía en su espalda. La lista de sospechosos incluyó a Mary Miles Minter y Mabel Normand, dos actrices cuyo nombre tal vez no te suene, pero que entonces movían multitudes. Y que, cosas de la vida, habían vivido sendos romances con el director.
¿Se resolverá alguna vez? Los policías que investigaron la muerte de Taylor se enfrentaron a una absoluta falta de pruebas e indicios: según se dice, los grandes estudios trabajaron a fondo para eliminar de la escena del crimen todo aquello que pudiera perjudicarles, con lo que tanto entonces como hoy sólo pueden formulares conjeturas. La reputación de Mary Miles Minter quedó arruinada por el escándalo, así como la de su madre (que había impulsado la carrera de su hija mediante métodos cercanos al proxenetismo) y Mabel Normand tuvo que decirle adiós al estrellato cuando las investigaciones revelaron que estaba enganchada a la cocaína. Otra de las actrices que habían estado enrolladas con el cineasta, Margaret Gibson, se confesó como culpable del crimen antes de morir en 1964, pero los taylorólogos (que los hay) consideran dicho testimonio como muy poco fiable. 82 años después de los hechos, el asesinato de William D. Taylor queda como uno de los crímenes más enigmáticos de Hollywood, y es probable que lo siga siendo para los restos.

Jack Nance

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Conocido por el inigualable pelazo que lució en Cabeza borradora, Nance fue habitual en las películas de su amigo David Lynch hasta su muerte (violenta) en 1996. Con una vida marcada por la tragedia (había escuchado por teléfono como la actriz Kelly Jean Van Dyke se suicidaba en 1991), y alcohólico de largo recorrido, el actor murió a causa de un hematoma cerebral el 30 de diciembre de 1996. Supuestamente, el trauma había sido provocado por una pelea de bar en la que Nance se había metido la noche anterior.
¿Se resolverá alguna vez? Según comentó él mismo, Nance se había peleado con  “un chaval” la noche antes de su muerte
. Ahora bien, ¿quién fue ese chaval? No se sabe: la policía no encontró rastro alguno de la riña en la que Nance afirmaba haberse envuelto.
 El forense, eso sí, atestiguó que el fallecimiento se debía a un homicidio.En 2002, David Lynch ayudó a financiar I Don’t Know, Jack, un documental en memoria de su amigo.

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