Madrid.- Isabel Preysler y Miguel Boyer pasaron de estar de celebración a tener que decirse adiós en apenas 48 horas. Fueron los últimos momentos juntos de una pareja por la que, hace 30 años, nadie apostaba
. Unos días después de la muerte del exministro, ya se conoce qué hizo en ese último fin de semana con su familia.
El pasado sábado, Miguel Boyer, Isabel Preysler y la hija del matrimonio, Ana, acudían al hospital ante el empeoramiento del exministro. Sometido a una revisión de urgencia, Boyer pudo regresar a casa horas después, ya que los médicos no vieron nada raro en su estado de salud. Una decisión que le permitió poder sus últimas horas de vida junto a la mujer de su vida y su hija pequeña.
El domingo, los tres disfrutaron de la celebración del Santo de Miguel Boyer, con un día de adelanto. El trabajo de Ana impedía que se pudiera celebrar el mismo lunes, por lo que optaron por adelantarlo. Nada hacía presagiar entonces el desenlace inminente.
Tras la agradable celebración, Miguel Boyer ingresaría de urgencia el lunes de madrugada. Junto a él, en todo momento, Isabel Preysler y Ana. Sin embargo, sus últimos minutos los pasó rodeado de médicos y personal sanitario que intentaban, sin éxito, salvarle la vida tras sufrir una embolia pulmonar. En la sala de espera, su ya viuda recibía la trágica noticia de boca de la doctora encargada del exministro.
Una muerte rápida, que no dejó a la familia decirse adiós. Algo que sigue atormentando a Isabel y Ana y que, según sus allegados, pasará tiempo hasta que lo superen. "Esa es su mayor pena", dice su entorno. El no haber podido despedirse del que fue su marido durante más de 25 años. Un shock del que Preysler intentaba recuperarse horas más tarde en su casa, rodeada solo por sus tres amigas más íntimas y sus dos hijas pequeñas, Ana y Tamara.
La propia Isabel se encargó de avisar a sus hijos mayores, Julio, Enrique y Chábeli, a los que pidió que no cambiaran sus compromisos por acudir al entierro. Ya tendrán tiempo de consolarla, ahora que Preysler quiere desaparecer el foco mediático, -no sale de casa desde que volvió del entierro de Miguel Boyer-, y viajar más a Miami para visitar a Enrique, Chábeli y sus nietos, a los que prácticamente no ha visto en los dos últimos años, volcada totalmente en hacer a su marido la vida más fácil.
Una vida que ponía punto y final en una fría habitación de hospital, sin el calor de la que fue la mujer de su vida, esa por la que abandonó su prometedora carrera política y que le convirtió en personaje del papel 'couché'.
> En la imagen, Isabel Preysler y Miguel Boyer.
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