Fue el modisto del poder y el creador que antepuso los gustos y las necesidades de las mujeres a las modas.
Cincuenta años al frente de la firma que fundó.
Hace unos días se
conocía la noticia de que Oscar de la Renta había nombrado a Peter
Copping, ex director creativo de Nina Ricci, como su sucesor. Sufría
cáncer desde hace años, pero este gesto hizo saltar las alarmas; de La
Renta amaba su trabajo, vivía para diseñar.
Ayer moría a los 84 años en su casa de Kent, en las afueras de Nueva York. Mes y medio antes, había presentado el que ya es su último desfile, una colección completamente fiel a las señas de identidad de su firma, porque este diseñador dominicano estaba al margen de modas y tendencias.
Ayer moría a los 84 años en su casa de Kent, en las afueras de Nueva York. Mes y medio antes, había presentado el que ya es su último desfile, una colección completamente fiel a las señas de identidad de su firma, porque este diseñador dominicano estaba al margen de modas y tendencias.
Conocía muy bien el tipo de mujer que compraba y deseaba sus
vestidos y nunca quiso ambicionar más. Quizá por eso, en cinco décadas,
su casa se mantuvo siempre en una buena posición, impasible ante los
cambios de protagonista en las firmas emblemáticas y ante los vaivenes
de estilo a los que cada cierto tiempo se somete la industria.
Aunque siempre se le ha asociado con la vertiente más clásica y femenina de la industria, con de la Renta se va un diseñador que siempre tuvo claro cuál era su papel, que instauró un modo muy peculiar de entender y afrontar la moda. Su historia está llena de hitos que lo convirtieron en un personaje único:
1. Los mejores maestros: su idea inicial era dedicarse a la pintura, y emigró de su santo Domingo natal a España para estudioar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Aunque siempre se le ha asociado con la vertiente más clásica y femenina de la industria, con de la Renta se va un diseñador que siempre tuvo claro cuál era su papel, que instauró un modo muy peculiar de entender y afrontar la moda. Su historia está llena de hitos que lo convirtieron en un personaje único:
1. Los mejores maestros: su idea inicial era dedicarse a la pintura, y emigró de su santo Domingo natal a España para estudioar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Pero comenzó a
ganarse la vida dibujando figurines. Así fue como, poco tiempo después,
comenzó a trabajar como asistente de Balenciaga.
Y aunque
posteriormente entró en Lanvin (y, ya en Estados Unidos, en Elizabeth
Arden) siempre ha considerado al modisto vasco su verdadero mentor.
De su admiración y su trabajo junto a Balenciaga aprendió que la técnica debía adquirir un papel protagonista en los diseños y, sobre todo, que había algo más importante que la celebridad o el éxito mediático: las clientas. De la Renta, entonces y ahora, siempre se ha caracterizado por ser muy consciente de quién era la compradora final de su producto.
De su admiración y su trabajo junto a Balenciaga aprendió que la técnica debía adquirir un papel protagonista en los diseños y, sobre todo, que había algo más importante que la celebridad o el éxito mediático: las clientas. De la Renta, entonces y ahora, siempre se ha caracterizado por ser muy consciente de quién era la compradora final de su producto.
Su trabajo nunca ha buscado llenar portadas o generar
polémicas; simplemente embellecer a las mujeres, darles la oportunidad
de ser el centro de las miradas en entregas de premios, recepciones y
eventos sociales.
Y si de Balenciaga aprendió lo necesario para definir su estilo, de
Elizabeth Arden aprendió lo necesario para gestionar su empresa.
Cuando
viajó a Estados Unidos, consciente de que no habría un hueco para él en
París (la sombra de Dior y de los genios franceses era muy alargada),
entró a trabajar a las órdenes de la gran dama de la cosmética.
Si en
Francia recibió lecciones de couturier, en América recibió lecciones de
directivo. Sofisticación y empresa, artesanía y olfato comercial.
Con
esas claves, de la Renta creó una empresa única en su especie.
Una Maravilla!!!
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