Darío Barrio (Madrid, 1972) murió con las alas puestas, ejecutando una de sus pasiones: el salto base.
La otra, la que le daba de vivir, era la cocina
. Justo en mayo pasado celebró el décimo aniversario de su restaurante madrileño, Dassa Bassa, un proyecto personal, familiar, en el que su mujer, Itziar Ortega, formaba parte activa como jefa de sala y sus hermanos, Héctor (arquitecto) y Silka (decoradora), habían hecho posible en 2004 la transformación de una carbonería del siglo XIX en un modernísimo espacio gastronómico.
Y hace unos pocos días, el siempre sonriente cocinero presentaba su “gastronomía de diseño” para el rincón MINI de Casa Decor, un espacio efímero con ecos automovilísticos.
Como efímera ha sido la carrera de un cocinero prometedor, una de las figuras de la escuadra gastronómica madrileña.
Practicante de una cocina de mercado, creativa, cosmopolita e informal, Darío Barrio cimentó fama televisiva con uno de los primeros realities culinarios, Todos contra el chef (en 2005), para la cadena Cuatro. En Canal Cocina presentó Darío y Cía y Bombón. Haciendo gala de su buena forma física, participó en el concurso acuático de Antena 3 Splash!
Deportista impeninente, corría todas las mañanas por el parque del Reitiro cercano a su restaurante y a su domicilio, y por allí también circulaba con sus hijos (de corta edad) en bicicleta. Como corredor entusiasta, participó en maratones, incluido el de Nueva York
. Con su afición quería demostrar su rechazo a la vida sedentaria y en cuantas ocasiones podía participaba en actividades a favor de la alimentación saludable
. Lo proclamaba en su libro de recetas caseras Cocina, disfruta, vive
. Partidario de la producción ecológica, formaba parte de la red de cocineros Fish to fork, comprometidos con la pesca sostenible.
Su faceta solidaria se había incrementado últimamente con la incorporación a su restaurante de uno de los chavales en exclusión social que encuentran oportunidades laborales en los fogones gracias a la iniciativa Cocina Conciencia de Fundación Raíces.
Pero este cocinero inquieto, atractivo y optimista, en su cuenta de twitter no aparecía con chaquetilla de chef, sino luciendo su atuendo de saltador, con una imagen en pleno vuelo.
Ahora, el cocinero con estrella, se ha estrellado contra un castillo en un momento inoportuno –como todas las muertes- y cuando aún le quedaban muchos menús y muchas aventuras más.
No era un saltador de última hora.
Barrio había entrenado su afán volador en Noruega, Groenlandia, Venezuela, Italia… Atrevido , efectuado saltos “como nunca se han hecho” en Picos de Europa, Sierra Nevada o Gredos.
Y con su traje de alas (wingsuit) era la imagen de una marca deportiva.
“Ha sido un vuelo glorioso rascando la torre del castillo”, tuiteó Barrio el pasado 26 de mayo cuando con “rascó” las almenas del castillo de la Sierra de Segura (Jaén) en una prueba de lo que sería su acrobacia final.
Contra esas piedras antiguas y con su “traje de alas” ha encontrado la muerte en un fatal vuelo de exhibición el viernes 6 de junio, un “día negro para la gastronomía española”, como ha dicho su amigo Alberto Chicote, y como han dicho también en las redes sociales (ya tienen otro triste trending topic) otros colegas como David Muñoz, Paco Torreblanca, Marcos Morán, Quique Dacosta y muchos más
. La consternación es general entre la profesión.
“Continuará”, decía un rótulo final en uno de los vídeos de los ensayos de salto base sobre el castillo. No ha sido así.
Destino ingrato el de este aventurero que precisamente falleció durante el homenaje a otro apasionado del deporte de riesgo, Álvaro Bultó, muerto de la misma forma.
Barrio hacía lo que le gustaba, y lo que le gustaba era el reto, arriesgar.DEP:
. Justo en mayo pasado celebró el décimo aniversario de su restaurante madrileño, Dassa Bassa, un proyecto personal, familiar, en el que su mujer, Itziar Ortega, formaba parte activa como jefa de sala y sus hermanos, Héctor (arquitecto) y Silka (decoradora), habían hecho posible en 2004 la transformación de una carbonería del siglo XIX en un modernísimo espacio gastronómico.
Y hace unos pocos días, el siempre sonriente cocinero presentaba su “gastronomía de diseño” para el rincón MINI de Casa Decor, un espacio efímero con ecos automovilísticos.
Como efímera ha sido la carrera de un cocinero prometedor, una de las figuras de la escuadra gastronómica madrileña.
Practicante de una cocina de mercado, creativa, cosmopolita e informal, Darío Barrio cimentó fama televisiva con uno de los primeros realities culinarios, Todos contra el chef (en 2005), para la cadena Cuatro. En Canal Cocina presentó Darío y Cía y Bombón. Haciendo gala de su buena forma física, participó en el concurso acuático de Antena 3 Splash!
Deportista impeninente, corría todas las mañanas por el parque del Reitiro cercano a su restaurante y a su domicilio, y por allí también circulaba con sus hijos (de corta edad) en bicicleta. Como corredor entusiasta, participó en maratones, incluido el de Nueva York
. Con su afición quería demostrar su rechazo a la vida sedentaria y en cuantas ocasiones podía participaba en actividades a favor de la alimentación saludable
. Lo proclamaba en su libro de recetas caseras Cocina, disfruta, vive
. Partidario de la producción ecológica, formaba parte de la red de cocineros Fish to fork, comprometidos con la pesca sostenible.
Su faceta solidaria se había incrementado últimamente con la incorporación a su restaurante de uno de los chavales en exclusión social que encuentran oportunidades laborales en los fogones gracias a la iniciativa Cocina Conciencia de Fundación Raíces.
Pero este cocinero inquieto, atractivo y optimista, en su cuenta de twitter no aparecía con chaquetilla de chef, sino luciendo su atuendo de saltador, con una imagen en pleno vuelo.
Ahora, el cocinero con estrella, se ha estrellado contra un castillo en un momento inoportuno –como todas las muertes- y cuando aún le quedaban muchos menús y muchas aventuras más.
No era un saltador de última hora.
Barrio había entrenado su afán volador en Noruega, Groenlandia, Venezuela, Italia… Atrevido , efectuado saltos “como nunca se han hecho” en Picos de Europa, Sierra Nevada o Gredos.
Y con su traje de alas (wingsuit) era la imagen de una marca deportiva.
“Ha sido un vuelo glorioso rascando la torre del castillo”, tuiteó Barrio el pasado 26 de mayo cuando con “rascó” las almenas del castillo de la Sierra de Segura (Jaén) en una prueba de lo que sería su acrobacia final.
Contra esas piedras antiguas y con su “traje de alas” ha encontrado la muerte en un fatal vuelo de exhibición el viernes 6 de junio, un “día negro para la gastronomía española”, como ha dicho su amigo Alberto Chicote, y como han dicho también en las redes sociales (ya tienen otro triste trending topic) otros colegas como David Muñoz, Paco Torreblanca, Marcos Morán, Quique Dacosta y muchos más
. La consternación es general entre la profesión.
“Continuará”, decía un rótulo final en uno de los vídeos de los ensayos de salto base sobre el castillo. No ha sido así.
Destino ingrato el de este aventurero que precisamente falleció durante el homenaje a otro apasionado del deporte de riesgo, Álvaro Bultó, muerto de la misma forma.
Barrio hacía lo que le gustaba, y lo que le gustaba era el reto, arriesgar.DEP:
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