La semana pasada estuve cenando con una modelo. En una de estas conversaciones frugales que tienen lugar en la mesa, hablamos de su edad: "Tengo 25 años", me dijo, "Soy como la abuela de las modelos". No dudé en hablarle que gente muchísimo mayor que ella (más del doble de años, sin exagerar) estaba presente en campañas publicitarias esta primavera
. Mencioné a Jessica Lange para Marc Jacobs (arriba, en la imagen) y Charlotte Rampling para Nars (en el sector cosmético) y a Linda Rodin para The row en la moda.
La rubia modelo se quedó sorprendida, pero no tardó en añadir: "Pero es que todas son famosas, ni las marcas ni las revistas eligen ya a modelos en sus campañas o en sus portadas".
Por el otro lado, el sector 'famosas-de-hollywod' (esas mismas a las que la top model letona con la que cené prácticamente acusa de robarles el trabajo) arremete cada cierto tiempo con que a partir de cierta edad son absolutamente secundarias.
Los directores simplemente buscan a otras más jóvenes, más tersas y más guapas a las que ofrecerles papeles protagonistas en grandes taquillazos.
Estas frescas y lozanas actrices entran a formar parte del ciclo orgánico de la fama, acaparando no solo carteles de cine, sino también portadas de revistas y (ahí tiene razón la modelo) campañas publicitarias de grandes firmas que les ofrecen un comodísimo colchón económico con el que mantener su tren de vida entre rodaje y rodaje.
Ustedes las conocen bien, ahora mismo son Jennifer Lawrence, Charlize Theron o incluso la nueva it girl, Lupita Nyong'o, recientemente fichada por Miu Miu.
Es en este escenario también compiten (no pueden quejarse, de hecho) las reinas del antiaging (Julia Roberts, Julianne Moore o incluso Diane Keaton...), y la irrupción de gente como Lange o Rampling (de 64 y 68 años respectivamente) no deja de verse como una etapa más del cambio de paradigma.
Quizá la modelo de 25 que se queja se ve mayor... sea demasiado joven para según qué trabajos.
Jane Fonda, pionera y modelo a seguir.
Por una parte, supone el regreso icónico de la mujer madura (un sendero inaugurado, probablemente, por la septuagenaria Jane Fonda cuando fichó por L'Oréal Paris) y por el otro deja entrever las nuevas necesidades de una industria cosmética que requiere de beneficios constantes
. No es una locura pensar que las clientas con más poder adquisitivo son también las que más edad tienen y hacia ellas se presentan mujeres con las que puedan tener una cierta empatía generacional
. Por otro lado, también el estilo de vida de las sexuagenarias es diferente al de décadas anteriores: se sale más, se prolonga la vida social y se fomenta el joie de vivre en lugar de reprimirlo. Por supuesto, no se puede pasar por alto lo supuestamente transgresor que es, por parte de una marca de moda o cosmética, elegir una 'modelo' que rompe con los esquemas prefijados por la industria.
Sea como fuere, hasta Carla Bruni se hizo eco (¡mucho antes que nosotros!) de sus infinitas posibilidades laborales pasada la treintena
: "¡Y yo que pensaba que me casaba con un tipo con un buen sueldo! Bah. Antes, tenía contratos espléndidos, y ahora, nada. Oh la la la..
. Menos mal que luego... Después volveré a firmarlos... No voy a esperar mucho...
Si puedo permitírmelo. Un contratito fácil, así... No van a hacer vender un antiarrugas a una niña de 22 años, ¿no os parece?", decía en los Sarkoleaks publicados la semana pasada.
Y apostillaba: "Julia Roberts, 44 años; Sharon Stone, 52; Julianne Moore, 53... Todas firman contratos magníficos".
Los directores simplemente buscan a otras más jóvenes, más tersas y más guapas a las que ofrecerles papeles protagonistas en grandes taquillazos.
Estas frescas y lozanas actrices entran a formar parte del ciclo orgánico de la fama, acaparando no solo carteles de cine, sino también portadas de revistas y (ahí tiene razón la modelo) campañas publicitarias de grandes firmas que les ofrecen un comodísimo colchón económico con el que mantener su tren de vida entre rodaje y rodaje.
Ustedes las conocen bien, ahora mismo son Jennifer Lawrence, Charlize Theron o incluso la nueva it girl, Lupita Nyong'o, recientemente fichada por Miu Miu.
Es en este escenario también compiten (no pueden quejarse, de hecho) las reinas del antiaging (Julia Roberts, Julianne Moore o incluso Diane Keaton...), y la irrupción de gente como Lange o Rampling (de 64 y 68 años respectivamente) no deja de verse como una etapa más del cambio de paradigma.
Quizá la modelo de 25 que se queja se ve mayor... sea demasiado joven para según qué trabajos.
Jane Fonda, pionera y modelo a seguir.
Por una parte, supone el regreso icónico de la mujer madura (un sendero inaugurado, probablemente, por la septuagenaria Jane Fonda cuando fichó por L'Oréal Paris) y por el otro deja entrever las nuevas necesidades de una industria cosmética que requiere de beneficios constantes
. No es una locura pensar que las clientas con más poder adquisitivo son también las que más edad tienen y hacia ellas se presentan mujeres con las que puedan tener una cierta empatía generacional
. Por otro lado, también el estilo de vida de las sexuagenarias es diferente al de décadas anteriores: se sale más, se prolonga la vida social y se fomenta el joie de vivre en lugar de reprimirlo. Por supuesto, no se puede pasar por alto lo supuestamente transgresor que es, por parte de una marca de moda o cosmética, elegir una 'modelo' que rompe con los esquemas prefijados por la industria.
Sea como fuere, hasta Carla Bruni se hizo eco (¡mucho antes que nosotros!) de sus infinitas posibilidades laborales pasada la treintena
: "¡Y yo que pensaba que me casaba con un tipo con un buen sueldo! Bah. Antes, tenía contratos espléndidos, y ahora, nada. Oh la la la..
. Menos mal que luego... Después volveré a firmarlos... No voy a esperar mucho...
Si puedo permitírmelo. Un contratito fácil, así... No van a hacer vender un antiarrugas a una niña de 22 años, ¿no os parece?", decía en los Sarkoleaks publicados la semana pasada.
Y apostillaba: "Julia Roberts, 44 años; Sharon Stone, 52; Julianne Moore, 53... Todas firman contratos magníficos".
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