Una vida sin riesgos sería muy aburrida
. Sin embargo, a veces, en según qué cosas, cuesta protegerse sin comprometer el placer
. Para el sexo real hay preservativos pero, ¿cómo podemos protegernos en una sesión de cibersexo? Es cierto que el cibersexo no conlleva el riesgo de infecciones de transmisión sexual, está claro, pero sí que existen otro tipo de peligros: el más grande es que nuestro chat privado deje de ser privado.
Venus O'Hara por Lourdes Ribas
Hace unos años trabajaba de consultora fetish para varias compañías de webchat.
Me resultó un sector fascinante, sobre todo cuando me dieron crédito para charlar con las chicas webcam, con el objetivo de entender cómo funcionaba el negocio
. La verdad es que me sentía como una voyeur mientras me 'formaba', porque yo las veía a ellas, pero ellas no me veían a mí (y me imagino que pensaron que era un hombre más masturbándome mientras escribía con una sola mano).
Sin duda, fue muy entretenido observar todos los trucos que tenían para mantenerme conectada, porque se cobraba por minuto de conexión, y todas sin falta prometían ser mucho más atrevidas si pasábamos a una charla privada, que era mucho más cara.
Curiosamente, las que más facturaban no eran las que más mostraban.
Al contrario, las que más facturaban eran las mujeres fetichistas de pies, de tacones o de uñas que ni siquiera enseñaban la cara.
Estas mujeres cobraban entre cuatro y cinco dólares el minuto por mostrar su tacón a la cámara, o introducir sus uñas largas en una manzana por ejemplo, y había muchos clientes dispuestos a pagar más para ver menos
. Naturalmente, al mirar las cifras de facturación, la empresa vio una oportunidad comercial en ampliar la categoría del fetichismo.
Durante mi tiempo ahí tuve una compañera cuyo trabajo era espiar a las chicas webcam durante sus sesiones.
No podía creer que existía tal cosa cuando me lo explicó, pero aprendí que la misión principal de su trabajo era comprobar que las chicas estaban cumpliendo con las normas de la empresa... por ejemplo, que no estaban consumiendo drogas durante la sesión, entre otras actividades prohibidas. Me preguntaba si las chicas eran conscientes de esto, o si quizás era algo que aparecía en la letra pequeña de su contrato
. Entonces, el mero concepto de un videochat privado era un engaño total.
Venus O'Hara por Lourdes Ribas Imagen del libro 'Inglés para pervertidos'
Después de esta experiencia laboral, no me sorprendió mucho leer la noticia en The Guardian sobre el descubrimiento que la inteligencia británica había interceptado y almacenado imágenes de webcam de más de 1.8 millones de cuentas de usuarios de Yahoo a nivel mundial, incluyendo una gran cantidad de comunicaciones con contenido sexual explícito.
Está claro que es difícil –o imposible- reducir el riesgo de ser espiados por terceros durante una sesión de cibersexo, sin embargo a veces el peligro puede venir de la persona con quien estamos charlando.
Para reducir estos riesgos, aquí hay cuatro consejos para tener cibersexo de una manera un poco más segura:
-No tener cibersexo con desconocidos (aunque es cierto que los conocidos, a veces, tampoco son de fiar).
-No mostrar la cara.
-No muestres más de lo que deseas mostrar.
Si te sientes presionado, probablemente no es una buena idea continuar con la charla.
-Asegúrate de que no haya un grupo de desconocidos mirándote sin tu consentimiento.
A pesar de los riesgos evidentes del cibersexo, no pienso parar. Así que, Sr. Skype, o quien sea, si me estás observando la próxima vez que haga cibersexo, ¡que disfrutes el show!
. Sin embargo, a veces, en según qué cosas, cuesta protegerse sin comprometer el placer
. Para el sexo real hay preservativos pero, ¿cómo podemos protegernos en una sesión de cibersexo? Es cierto que el cibersexo no conlleva el riesgo de infecciones de transmisión sexual, está claro, pero sí que existen otro tipo de peligros: el más grande es que nuestro chat privado deje de ser privado.
Venus O'Hara por Lourdes Ribas
Hace unos años trabajaba de consultora fetish para varias compañías de webchat.
Me resultó un sector fascinante, sobre todo cuando me dieron crédito para charlar con las chicas webcam, con el objetivo de entender cómo funcionaba el negocio
. La verdad es que me sentía como una voyeur mientras me 'formaba', porque yo las veía a ellas, pero ellas no me veían a mí (y me imagino que pensaron que era un hombre más masturbándome mientras escribía con una sola mano).
Sin duda, fue muy entretenido observar todos los trucos que tenían para mantenerme conectada, porque se cobraba por minuto de conexión, y todas sin falta prometían ser mucho más atrevidas si pasábamos a una charla privada, que era mucho más cara.
Curiosamente, las que más facturaban no eran las que más mostraban.
Al contrario, las que más facturaban eran las mujeres fetichistas de pies, de tacones o de uñas que ni siquiera enseñaban la cara.
Estas mujeres cobraban entre cuatro y cinco dólares el minuto por mostrar su tacón a la cámara, o introducir sus uñas largas en una manzana por ejemplo, y había muchos clientes dispuestos a pagar más para ver menos
. Naturalmente, al mirar las cifras de facturación, la empresa vio una oportunidad comercial en ampliar la categoría del fetichismo.
Durante mi tiempo ahí tuve una compañera cuyo trabajo era espiar a las chicas webcam durante sus sesiones.
No podía creer que existía tal cosa cuando me lo explicó, pero aprendí que la misión principal de su trabajo era comprobar que las chicas estaban cumpliendo con las normas de la empresa... por ejemplo, que no estaban consumiendo drogas durante la sesión, entre otras actividades prohibidas. Me preguntaba si las chicas eran conscientes de esto, o si quizás era algo que aparecía en la letra pequeña de su contrato
. Entonces, el mero concepto de un videochat privado era un engaño total.
Venus O'Hara por Lourdes Ribas Imagen del libro 'Inglés para pervertidos'
Después de esta experiencia laboral, no me sorprendió mucho leer la noticia en The Guardian sobre el descubrimiento que la inteligencia británica había interceptado y almacenado imágenes de webcam de más de 1.8 millones de cuentas de usuarios de Yahoo a nivel mundial, incluyendo una gran cantidad de comunicaciones con contenido sexual explícito.
Está claro que es difícil –o imposible- reducir el riesgo de ser espiados por terceros durante una sesión de cibersexo, sin embargo a veces el peligro puede venir de la persona con quien estamos charlando.
Para reducir estos riesgos, aquí hay cuatro consejos para tener cibersexo de una manera un poco más segura:
-No tener cibersexo con desconocidos (aunque es cierto que los conocidos, a veces, tampoco son de fiar).
-No mostrar la cara.
-No muestres más de lo que deseas mostrar.
Si te sientes presionado, probablemente no es una buena idea continuar con la charla.
-Asegúrate de que no haya un grupo de desconocidos mirándote sin tu consentimiento.
A pesar de los riesgos evidentes del cibersexo, no pienso parar. Así que, Sr. Skype, o quien sea, si me estás observando la próxima vez que haga cibersexo, ¡que disfrutes el show!
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