Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 nov 2013

En la Calle................

Aunque la mayoría de los bancos han abandonado Madrid y han instalado sus cuarteles generales en otros municipios, el Paseo de la Castellana sigue concentrando el poder económico, la mayor parte de la actividad empresarial de la capital y a algunos actores de la burbuja inmobiliaria.
 Allí está, cerca de la plaza de Cuzco, la Asociación Española de Promotoras Inmobiliarias.
Y no muy lejos, el Ministerio de Economía, regentado entonces por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas ministras de vivienda se habían sumado a los mensajes optimistas que promovían la compra de pisos.
 En algunos de esos rascacielos que emergen a lo largo de la calle, los teléfonos empezaron a sonar con más frecuencia en algún momento de 2007.
 La mayoría para preguntar qué estaba pasando.
Lo que estaba ocurriendo era que todo se estaba desmoronando. Varios expertos habían avisado, pero las reacciones a sus consejos eran cortoplacistas y casi nadie quiso verlo
. España jugaba a ese juego del globo que va hinchándose mientras los jugadores se lo van pasando.
 Cada vez que alguien se pasaba el globo, ganaba más dinero. Todo el mundo sabía que al final el globo acaba explotando, pero el globo no para de dar vueltas mientras se hincha y se hincha.
ENTREVISTA  NICOLÁS LLARI DE SANGENIS CONSULTOR SAVILLS
En uno de esos edificios de Castellana se encuentra el cuartel de la consultora inmobiliaria Savills
. Sus trabajadores eran los especialistas del mercado de la venta y alquiler de inmuebles, oficinas y viviendas.
 Sus clientes eran empresarios que querían asesoramiento para llevar a cabo operaciones.
 En una de las salas de reuniones de la compañía, el consultor Nicolás Llari de Sangenis recuerda un artículo escrito por la revista The Economist, la biblia de los medios de comunicación económicos, publicado en 2003
. En él se decía que la mayoría de los países avanzados padecía una burbuja inmobiliaria.
La revista auguraba para los años siguientes una corrección que afectaría al gasto de las familias y que podría dañar la solvencia de los bancos.
 Llari tuvo presente ese artículo hasta que la revista volvió a la carga en 2006. “Hice caso al primero. Pero entre ese y el segundo, el precio de la vivienda había subido
. Era difícil hacer caso a esas advertencias cuando el sector no paraba de ganar dinero”.

Para 2007, cuando comienza a hablarse de la necesidad de un aterrizaje suave, la nave está ya descontrolada y perdiendo altura.
 El aterrizaje solo puede ser forzoso.
 En agosto había estallado la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos
. Inversores de todo el mundo se dieron cuenta en esas fechas de que tenían puesto el dinero en unos activos muy sofisticados, pero de alto riesgo.
 En realidad esos activos nunca habían dejado de ser hipotecas basura de estadounidenses con muchas probabilidades de no poder pagarlas.
 Desatado el pánico, los bancos dejaron de conceder créditos.
 La falta de liquidez acabó contagiándose a prácticamente todo el planeta y los bancos dejaron de beber en los fondos en los que buscaban el dinero.
Pero antes de eso, en España ya había signos de que el mercado inmobiliario empezaba a desfallecer.
 A finales de 2006, los grandes bancos españoles, Santander y BBVA, empezaron a deshacerse de los inmuebles que poseían en España.

Para 2007, cuando comienza a hablarse de la necesidad de un aterrizaje suave, la nave está ya descontrolada y perdiendo altura.
 El aterrizaje solo puede ser forzoso. En agosto había estallado la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Inversores de todo el mundo se dieron cuenta en esas fechas de que tenían puesto el dinero en unos activos muy sofisticados, pero de alto riesgo. En realidad esos activos nunca habían dejado de ser hipotecas basura de estadounidenses con muchas probabilidades de no poder pagarlas.
Desatado el pánico, los bancos dejaron de conceder créditos. La falta de liquidez acabó contagiándose a prácticamente todo el planeta y los bancos dejaron de beber en los fondos en los que buscaban el dinero.
Pero antes de eso, en España ya había signos de que el mercado inmobiliario empezaba a desfallecer
. A finales de 2006, los grandes bancos españoles, Santander y BBVA, empezaron a deshacerse de los inmuebles que poseían en España.
El 24 de abril de 2007 el sector inmobiliario vivió una de las jornadas más negras que se recuerdan, con caídas en Bolsa del 20%. Algunas empresas llegaron a perder un 60%
Ya se sabía que se estaban vendiendo menos pisos, que estaba subiendo la morosidad levemente e incluso se tenían las primeras noticias de agencias inmobiliarias que se habían visto obligadas a cerrar. Aun así, la Asociación de Promotores de Madrid publicó un informe en junio de 2007 en el que se admitía un cambio de ciclo pero se relativizaba el peso del sector en el PIB y en la deuda familiar.
 “El sector inmobiliario seguirá muy fuerte”, dijo ese mismo mes su presidente, José Manuel Galindo, en una entrevista con los lectores de EL PAÍS.
El Banco de España, el órgano supuestamente independiente que tenía que tomar cartas en el asunto, optó entonces por hacer solo advertencias.
 Ni los bancos ni los gobiernos hicieron caso a los informes que publicaba; a veces incluso los desmintieron. El Banco de España se doblegó.
 No pudo o no quiso usar todo su poder para poner orden en el sector
. Los sucesivos gobernadores del órgano avisaron de que había que apagar la música de la fiesta, deque esta sonaba demasiado estridente.
Pero ellos, que eran los que tenían la mano en el interruptor, se quedaron quietos.
Nadie quiso creérselo, pero antes de las peores noticias ya habían llegado las malas.
 La Red de Inmobiliarias Don Piso echó el cierre en mayo de 2008
. Poco después, en julio de ese mismo año, la empresa Martinsa presentó el mayor concurso de acreedores de la historia con una deuda de 7.000 millones de euros
. Pero todavía había datos que sostenían la idea de un aterrizaje suave: en 2007, el precio de los pisos aún subió un 10% y se inició la construcción de 617.000 viviendas.
Todo eso pasó en España meses antes de que el banco Lehman Brothers se declarase en bancarrota en Estados Unidos dando inicio a la crisis financiera y económica mundial que se ha dado en llamar la Gran Recesión.
Y, sin embargo, a veces se piensa que no fue así; que todo estaba bien hasta ese mes de septiembre de 2008 en el que Estados Unidos se negó a rescatar al banco endeudado.
El sector
inmobiliario
seguirá muy fuerte
José Manuel Galindo
"Lehman Brothers. Para mí es el momento que señala lo que viene después", dice José Manuel Galindo, también presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España y presidente de los promotores europeos
Galindo también habla de la falta de profesionalidad de algunos que han dado mala imagen a los promotores. “En España todo el mundo podía ponerse a construir casas
. Unos cuantos, sin tener conocimiento de un sector en el que hay riesgo, empezaron sin más a construir y a vender.
 Se convirtieron de la noche a la mañana en millonario
s. Salieron personajes que hicieron mucho daño al sector”. En cualquier caso, Galindo se alegra de que las culpas ya estén más repartidas. “Al principio solo éramos nosotros los causantes de la burbuja. Después se ha demostrado que aquí todos cometimos errores”.
Un error ha sido para muchos comprar una casa.
 Miles de personas se hipotecaron y miles de personas se arrepintieron después.
 Los expertos señalan cómo no pagar la hipoteca es algo que se vive como un trauma; a veces con la sensación de haber fracasado como ciudadano
. El paro puso a mucha gente en esa situación y los primeros desahucios colocaron en el ideario colectivo el alcance que tenía la crisis en España.
Los desalojos sirvieron también para destapar que muchas de aquellas hipotecas se habían firmado con cláusulas abusivas y que había un gran desequilibrio en los contratos entre el banco y el comprador de la casa; que muchos de los precios se habían amañado, que las sociedades de tasación estaban compinchadas con los bancos y que las sobretasaciones también influyeron en el precio de la vivienda.
 Cuando la burbuja pinchó, nadie sabía que lo peor tardaría todavía algún tiempo en llegar.



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