‘El francotirador paciente’ se publicará el próximo 27 de noviembre.
Arturo Pérez-Reverte ya tiene nueva novela.
Se titula El francotirador paciente y aparecerá el 27 de noviembre (Alfaguara).
Trata de una especialista en arte urbano, scoutde novedades, que sigue en Madrid y luego en Lisboa y en Verona y Nápoles, por encargo de un editor y de importantes galeristas, la pista de un legendario autor de grafitis llamado Sniper (francotirador, en inglés).
Ese pintaparedes es responsable de acciones espectaculares que han producido incluso accidentes mortales
. La historia lleva aventura y efluvios de novela de guerra y policiaca.
“Es una novela de guerrilla urbana, la parte más radical del grafiti linda con la guerrilla urbana”, explica el autor.
“Ese sector más agresivo ve sus acciones como una batalla contra la sociedad y emplea palabras como bombardeo, ataque, misión… Moviéndome con ellos, con esos grafiteros, he recordado mi época de corresponsal de guerra”.
La novela arranca en 1990 con dos jóvenes pintores de grafitis, simple infantería del colectivo, que patrullando su territorio se encuentran con uno de los admirados grandes, un tipo solitario cuyo tag es la palabra “Sniper” en grandes letras y el punto de la i convertido en la mira telescópica de un francotirador…
Pérez-Reverte destaca que le atrajo del mundo del grafiti su “parafernalia táctica” y su forma de entender el espacio urbano como un territorio de combate, “la ciudad como campo de batalla”.
Añádase la “retorcida épica” de esa tribu urbana, "con una serie de códigos morales que producen sus propios héroes y villanos, personajes narrativamente muy rentables".
Para encontrar "héroes cansados, escépticos y marginales no hace falta ir al siglo XVII", reflexiona.
La novela ha requerido al autor “un año de trabajo con grafiteros de España, Portugal e Italia" y sumergirse "en un mundo muy bronco, radical, a veces violento, que se mueve entre el arte y el vandalismo".
Pérez-Reverte matiza que él personalmente no ha empuñado el aerosol, aunque "he estado con ellos, los grafiteros, he vivido su mundo, su música"
. Dice que siempre le había interesado saber qué había detrás de la pintada en la pared.
"Un grafitero me dijo que escribía para ser alguien; era un tipo marginal, sin cultura, pero al dejar su nombre sobre la pared, él cobraba existencia".
Como puede imaginarse, el interés de Pérez-Reverte se centra en los grafiteros más auténticos e irreductibles.
"Rechazan a los cimarrones, a los civilizados, domesticados. ‘Si es legal no es grafiti’, dicen
. Esa bronca actitud individualista y radical me atrae mucho".
El escritor recuerda que su interés por la pintura y el arte en general, y su papel en la actualidad, ha aparecido en muchas de sus novelas, como La tabla de Flandes o El pintor de batallas.
Y añade que El francotirador paciente está llena de símbolos y guiños habituales que reconocerá cualquier lector de sus libros.
Se titula El francotirador paciente y aparecerá el 27 de noviembre (Alfaguara).
Trata de una especialista en arte urbano, scoutde novedades, que sigue en Madrid y luego en Lisboa y en Verona y Nápoles, por encargo de un editor y de importantes galeristas, la pista de un legendario autor de grafitis llamado Sniper (francotirador, en inglés).
Ese pintaparedes es responsable de acciones espectaculares que han producido incluso accidentes mortales
. La historia lleva aventura y efluvios de novela de guerra y policiaca.
“Es una novela de guerrilla urbana, la parte más radical del grafiti linda con la guerrilla urbana”, explica el autor.
“Ese sector más agresivo ve sus acciones como una batalla contra la sociedad y emplea palabras como bombardeo, ataque, misión… Moviéndome con ellos, con esos grafiteros, he recordado mi época de corresponsal de guerra”.
La novela arranca en 1990 con dos jóvenes pintores de grafitis, simple infantería del colectivo, que patrullando su territorio se encuentran con uno de los admirados grandes, un tipo solitario cuyo tag es la palabra “Sniper” en grandes letras y el punto de la i convertido en la mira telescópica de un francotirador…
Pérez-Reverte destaca que le atrajo del mundo del grafiti su “parafernalia táctica” y su forma de entender el espacio urbano como un territorio de combate, “la ciudad como campo de batalla”.
Añádase la “retorcida épica” de esa tribu urbana, "con una serie de códigos morales que producen sus propios héroes y villanos, personajes narrativamente muy rentables".
Para encontrar "héroes cansados, escépticos y marginales no hace falta ir al siglo XVII", reflexiona.
La novela ha requerido al autor “un año de trabajo con grafiteros de España, Portugal e Italia" y sumergirse "en un mundo muy bronco, radical, a veces violento, que se mueve entre el arte y el vandalismo".
Pérez-Reverte matiza que él personalmente no ha empuñado el aerosol, aunque "he estado con ellos, los grafiteros, he vivido su mundo, su música"
. Dice que siempre le había interesado saber qué había detrás de la pintada en la pared.
"Un grafitero me dijo que escribía para ser alguien; era un tipo marginal, sin cultura, pero al dejar su nombre sobre la pared, él cobraba existencia".
Como puede imaginarse, el interés de Pérez-Reverte se centra en los grafiteros más auténticos e irreductibles.
"Rechazan a los cimarrones, a los civilizados, domesticados. ‘Si es legal no es grafiti’, dicen
. Esa bronca actitud individualista y radical me atrae mucho".
El escritor recuerda que su interés por la pintura y el arte en general, y su papel en la actualidad, ha aparecido en muchas de sus novelas, como La tabla de Flandes o El pintor de batallas.
Y añade que El francotirador paciente está llena de símbolos y guiños habituales que reconocerá cualquier lector de sus libros.
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