Un Blues

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7 sept 2013

La última noche de JFK y Jackie Kennedy


John F. Kennedy y Jacqueline Kennedy, en Dallas en 1963, momentos antes de que el presidente fuese asesinado.

Una nota publicada en la prensa local en la que se describía con detalle la suite 850 del hotel Texas en Fort Worth hizo saltar las alarmas. ¿Una habitación con vistas a un aparcamiento era lo mejor que se podía ofrecer a la joven y sofisticada pareja presidencial?
 En apenas cinco días, el crítico de arte Owen Day y Ruth Carter Johnson —hija del magnate Amon Carter— reunieron 16 piezas y montaron una pequeña exposición en la suite en la que JFK y Jackie acabarían pasando su última noche
. Las obras procedentes de museos y de varias colecciones que decoraron por la habitación han vuelto a quedar reunidas en la exposición Hotel Texas: an art exhibition for the President and Mrs. John F. Kennedy, que hasta el 15 de septiembre permanecerá abierta en el Museo de Arte de Dallas y en octubre viajará al Museo Amon Carter de Arte Americano en Fort Worth.
Esta curiosa exposición ha marcado el arranque de la fiebre en torno a JFK que se desatará este otoño, para rendir homenaje al 35º presidente de EE UU, el más popular en la historia de este país, cuya mística no ha flaqueado desde su fatal asesinato.
 En el Newseum de Washington DC, más de 300.000 personas han visitado otra muestra de fotografías de Kennedy. Jóvenes, estilosos y ricos, el aura de la pareja presidencial no se ha perdido, a pesar de —o precisamente por— que solo un tercio de los estadounidenses de hoy vivieron bajo aquella Administración.
En 1963, el primer presidente católico de EE UU, el joven y carismático John Fitzgerald Kennedy que había traído aire fresco a la Casa Blanca e inspirado el arranque de un prometedor periodo en EE UU, se preparaba para la campaña de reelección.
 En el viaje a Texas asistiría al homenaje al congresista demócrata Albert Thomas, pondría orden entre las revueltas facciones de su partido y, de paso, recaudaría fondos en cenas, como la prevista en Austin a 100 dólares el cubierto
. El viaje de tres días terminaría en el rancho de su vicepresidente, Lyndon B. Johnson.
Jackie, alejada de los focos desde que en agosto diese a luz a un bebé prematuro que murió al nacer, le acompañaría en lo que sería su primer viaje a Texas.
 Pero todo quedó fatalmente truncado por dos disparos cuando saludaban desde un descapotable que recorría las calles de Dallas.
 Dos horas antes, JFK había realizado su última llamada para expresar su agradecimiento a los organizadores de la exposición en Fort Worth y le había pasado el teléfono a su esposa, que dijo haberse quedado prendada de los cuadros.
El homenaje de recuerdo por la tragedi ha estado distorsionado por el miedo a revivir el pasado"
La distribución de la suite 850 contaba con un salón, dos baños, un dormitorio y otra habitación con ventanas a la calle, y allí se colocaron con mimo las obras de arte que debían agradar a la pareja presidencial.
 Colgaron cuadros de Van Gogh y Monet —era conocida la debilidad de Jackie por el impresionismo—, de americanos como Prendergast y Hartley, así como esculturas de Picasso y Moore
. Los documentos gráficos de aquella instalación, vídeos y grabaciones de aquel último viaje acompañan hoy la muestra.
En Texas se reservaron 150 habitaciones para el presidente y su comitiva y fue irónicamente por motivos de seguridad por lo que JFK quedó instalado en esa modesta suite con una sola puerta. JFK y su esposa llegaron hacia la medianoche del 21 de noviembre, y ante las puertas del hotel Texas les aguardaban más de 3.500 personas.
 Al día siguiente había organizado un desayuno con otras 2.000, antes de tomar el Air Force One hacia Dallas, a 10 minutos
. A las 12.30, el presidente caía abatido por dos disparos sobre el regazo de su esposa.
El 50º aniversario de aquel magnicidio que marcó una era en EE UU y que ha generado cientos de teorías, plasmadas en una apabullante bibliografía y filmografía, fue un brutal despertar, el fin de una inocencia, cuyo eco aún cala hondo en la cultura estadounidense
. Entre reediciones y nuevos libros, se calcula que 150 títulos sobre la vida, los amores, la familia y la muerte de Kennedy llegarán a las librerías este otoño
. Uno de los primeros en salir ha sido These few precious days: the final year of Jack and Jackie, de Christopher Andersen, en el que queda confirmado que Marilyn Monroe llamó a Jackie a la Casa Blanca para decirle que su esposo la iba a abandonar.
Dallas celebrará el 22 de noviembre el primer acto de homenaje a Kennedy desde su muerte con un concierto ante 5.000 personas en la Dealey plaza de Dallas, junto al Sixth Floor Museum, el museo dedicado a la tragedia Kennedy, que ocupa el edificio desde el que Lee Harvey Oswald disparó.
 “La perspectiva de Dallas sobre la conmemoración de la tragedia ha estado distorsionada durante mucho tiempo por el miedo a revivir el pasado”, apunta el organizador de la exposición Hotel Texas, Olivier Meslay.
Parkland, una película con Tom Hanks, repasa aquellas últimas horas.
 Las cadenas televisivas han preparado decenas de documentales —de hasta cuatro horas— para el aniversario.
 Un nuevo libro a cargo del periodista Philip Shenon se adentra en la comisión Warren, que investigó el asesinato del presidente. Y en el Museo de Dallas han optado por revisar esa última noche y a aquella efímera exposición.
 Una nueva mirada pública a aquella muestra privada que, sin saberlo, despidió al 35º presidente de EE UU.

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