El clásico de la coreografía del siglo XX es ambientado en un café-cantante modernista
Lo ha redactado paso a paso y compás a compás sobre su hijo Josué Ullate, un prometedor artista.
En la carrera de Víctor Ullate la pieza Boléro
de Maurice Ravel ha estado presente desde los tiempos en que bailaba en
la compañía de Maurice Béjart, el Ballet del Siglo XX.
Ahora, como una obra de madurez, el maestro y coreógrafo zaragozano por fin suma a su catálogo esta pieza clave y parte de la inspiración es que lo ha redactado paso a paso y compás a compás sobre su hijo Josué Ullate, un prometedor artista que ya este año se ha hecho con el Premio Positano al mejor bailarín revelación en la escena contemporánea. Josué tiene como partenaire en el Bolero a la cubana Marlene Fuerte
. En cierto sentido de aquí parte la inspiración.
Como pasa con El sombrero de tres picos (el otro pilar fundacional del ballet español del siglo XX) es sólo parcialmente de genuinidad española y hay un gran porcentaje de ruso y de francés.
Esto no es un demérito sino la historia.
La obra de Ravel ha devenido una constante del repertorio coreográfico moderno desde que Bronislava Nijinska en 1928 estructurara la creación para Ida Rubinstein y Anatol Vilzac
. Esto no es baladí ni ajeno a Ullate que ha vuelto a la concepción original del baile para la pareja acompañada de un cuerpo de baile.
Haciendo muy a salto de mata un poco de historia la coreografía de Nijinska se repuso por el Gran Ballet del Marqués de Cuevas en París en 1954 y ese es el que vio Béjart y le decidió estéticamente a su primera versión de 1961 donde ya aparecía la gran mesa sobre la que sucede gran parte de la acción.
Maurice Ravel dijo sobre su Bolero: “Yo he compuesto un bolero para orquesta. Es una danza de un movimiento muy moderado y constantemente uniforme, tanto por la melodía y la armonía como por el ritmo, que siempre es marcado por el tambor
. El único elemento de diversidad es aportado por el crescendo orquestal”.
Es verdad que la propia música del compositor había cambiado desde la Rapsodia española compuesta 20 años antes y en el decir de cierta musicología con el Bolero Ravel anticipó caminos luego trillados en la estética contemporánea.
Ullate ha ambientado su versión en un tradicional café-cantante tardomodernista, con escenografía de Paco Azorín y vestuario de Ana Güell
. Y completa el programa con dos obras: Jaleos y Après toi. En Jaleos encontramos la expresión más cristalizada y depurada del Ullate españolizante dentro de las tesituras del ballet contemporáneo, una senda de experimentación que ya estuvo presente en su Amor brujo.
Tras el estreno en el teatro Jovellanos de Gijón mañana día 12 este mismo programa se verá el 19 de julio en la Ópera de Vichy (Francia), en el auditorio de San Lorenzo de El Escorial dentro del programa del Festival de Verano el día 2 de agosto y en Bergerac (Francia) el 7 del mismo mes.
En Madrid coincidiendo con los actos para celebrar el 25º aniversario de su compañía, Ullate traerá a los Teatros del Canal el Bolero del 17 de octubre al 3 de noviembre, completando el programa esta vez con su Seguiriya.
Ahora, como una obra de madurez, el maestro y coreógrafo zaragozano por fin suma a su catálogo esta pieza clave y parte de la inspiración es que lo ha redactado paso a paso y compás a compás sobre su hijo Josué Ullate, un prometedor artista que ya este año se ha hecho con el Premio Positano al mejor bailarín revelación en la escena contemporánea. Josué tiene como partenaire en el Bolero a la cubana Marlene Fuerte
. En cierto sentido de aquí parte la inspiración.
Como pasa con El sombrero de tres picos (el otro pilar fundacional del ballet español del siglo XX) es sólo parcialmente de genuinidad española y hay un gran porcentaje de ruso y de francés.
Esto no es un demérito sino la historia.
La obra de Ravel ha devenido una constante del repertorio coreográfico moderno desde que Bronislava Nijinska en 1928 estructurara la creación para Ida Rubinstein y Anatol Vilzac
. Esto no es baladí ni ajeno a Ullate que ha vuelto a la concepción original del baile para la pareja acompañada de un cuerpo de baile.
Haciendo muy a salto de mata un poco de historia la coreografía de Nijinska se repuso por el Gran Ballet del Marqués de Cuevas en París en 1954 y ese es el que vio Béjart y le decidió estéticamente a su primera versión de 1961 donde ya aparecía la gran mesa sobre la que sucede gran parte de la acción.
Maurice Ravel dijo sobre su Bolero: “Yo he compuesto un bolero para orquesta. Es una danza de un movimiento muy moderado y constantemente uniforme, tanto por la melodía y la armonía como por el ritmo, que siempre es marcado por el tambor
. El único elemento de diversidad es aportado por el crescendo orquestal”.
Es verdad que la propia música del compositor había cambiado desde la Rapsodia española compuesta 20 años antes y en el decir de cierta musicología con el Bolero Ravel anticipó caminos luego trillados en la estética contemporánea.
Ullate ha ambientado su versión en un tradicional café-cantante tardomodernista, con escenografía de Paco Azorín y vestuario de Ana Güell
. Y completa el programa con dos obras: Jaleos y Après toi. En Jaleos encontramos la expresión más cristalizada y depurada del Ullate españolizante dentro de las tesituras del ballet contemporáneo, una senda de experimentación que ya estuvo presente en su Amor brujo.
Tras el estreno en el teatro Jovellanos de Gijón mañana día 12 este mismo programa se verá el 19 de julio en la Ópera de Vichy (Francia), en el auditorio de San Lorenzo de El Escorial dentro del programa del Festival de Verano el día 2 de agosto y en Bergerac (Francia) el 7 del mismo mes.
En Madrid coincidiendo con los actos para celebrar el 25º aniversario de su compañía, Ullate traerá a los Teatros del Canal el Bolero del 17 de octubre al 3 de noviembre, completando el programa esta vez con su Seguiriya.
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