05 Iglesia de Saint Sulpice
Esta iglesia, situada junto al bulevar de Saint Germain, se ha convertido en una de las más visitadas de París, pero no por sus dos torres gemelas, su fachada de estilo italiano o la decoración neoclásica influenciada por la Contrarreforma. Ni tan siquiera por los frescos de Delacroix.La razón principal es su aparición en la versión cinematográfica de El Código da Vinci, el best-seller de Dan Drown.
En su interior, el templo está bordeado por 21 capillas laterales. Los frescos de la Chapelle des Sts-Anges, a la derecha de la entrada, que representan a Jacob luchando con el ángel y al arcángel Miguel batallando con Satanás, fueron pintados por Delacrox entre 1855 y 1861.
La monumental galería del órgano, de 20 metros de altura, data de 1781.
Se puede escuhar el órgano los domingos, durante la misa de las 10.30, o durante los ocasionales conciertos de los domingos por la tarde.
La famosa novela de Dan Brown, y la posterior película, dirigida en 2006 por Ron Howard con Tom Hanks y Audrey Tatou como protagonistas, tienen como clave de la trama la obra de Leonardo Da Vinci, aunque todo arranca con el asesinato de un conservador de arte del Museo del Louvre, por lo que los escenarios parisinos son casi como un protagonista más; desde la pirámide del gran museo parisiense a esta iglesia de Saint Sulpice, situada cerca de los jardines de Luxembourg.
En la película, los exteriores del templo son reales mientras que los interiores fueron reconstruidos con suma fidelidad).
06 Buttes-Chaumont
On connaît la chanson es una comedia de enredos muy, muy francesa que Alain Resnais dirigió en escenarios tan parisienses como el parque de Buttes-Chaumont, en el norte de la ciudad. Inaugurado en 1867, al mismo tiempo que la Exposición Universal, es uno de los espacios verdes más grandes de la capital francesa, con laderas ajardinadas que esconden grutas, cascadas, un lago e incluso una isla coronada por un templo dedicado a Sibila.Cantera de yeso y vertedero, el barón Hausmann lo reformó hasta conferirle su actual imagen para la inauguración de la Exposición Universal.
Es uno de los parques favoritos de los parisienses, que acuden a él para practicar taichi, llevar a los niños a un teatro de marionetas o relajarse con una botella de vino o un pic-nic.
Lo atraviesan las vías de un antiguo ferrocarril del siglo XIX, le Petite Ceinture, que en tiempos rodeaba París.
Este escarpado jardín es poco visitado por turistas, por lo que ha logrado mantener un aire muy de barrio. Desde el punto más alto de Buttes-Chaumont hay buenas vistas y su lago y su isla dieron pie a la construcción de distintos puentes.
Destacan el Pont des Suicides, hecho de piedra, y el Pont Suspendu, diseñado por Gustave Eiffel, no apto para quienes sufren de vértigo, pues su entramado de madera se tambalea a cada paso al cruzarlo.
07 El rastro de Zazie
El mercado de Saint Ouen, en el norte de París, es uno de esos rastros que hay en todas las grandes ciudades, de ambiente auténtico y diferente al de las vías más turísticas.Instalado en las afueras de la ciudad desde finales del siglo XIX, es también un clásico de la gran pantalla. Lo retrató magníficamente Woody Allen en Midnight in París (cuando el protagonista conoce a una parisiense que está escuchando música), pero quien mejor lo reflejó en el celuloide fue Louis Malle en Zazie en el metro (de 1959), donde lo convierte en uno de sus escenarios estrella.
Zazie es una niña de provincias que llega a la ciudad para visitar a su tío.
Su gran ilusión es ver el metro, pero no puede hacerlo porque hay huelga y, desilusionada, escapa y se dedica a recorrer un montón de rincones de la ciudad.
Su tío termina encontrándola en el Mercadillo de Saint Ouen, escena en la que Malle muestra las callecitas del mercadillo, los tenderetes, el ambiente, los clásicos puestos de moules et frites (mejillones al vapor y patatas fritas). La película incluye también un exhaustivo paseo en taxi por los lugares más emblemáticos de la ciudad.
08 Amor en el Pont Neuf
En 1991, una película de amor sirvió para que Juliett Binoche y Denis Lavant nos pasearan por las calles de París. En Los amantes del Pont Neuf Michèle es una pintora que está perdiendo la vista; Alex sufre un accidente y es enviado a una residencia.El lugar clave de la historia es el Pont Neuf, en el que se reencuentran los personajes.
Como dos vagabundos, ambos pasan sus días y sus noches en el puente y sus alrededores, donde comienzan una amistad que va convirtiéndose primero en dependencia y más tarde en un intenso amor.
La película, obra magna de Léos Carax, estuvo a punto de no terminarse nunca por un problema de presupuesto: el rodaje requería bloquear el céntrico Pont-Neuf y, como esto no era posible, se decidió hacer una réplica gigantesca del puente y sus aledaños
. El resultado fue el decorado más grande del cine francés, completamente fiel al original, y que entre las muchas películas que han utilizado este puente como escenario, la única que lleva su nombre es también la única en la que el Pont-Neuf no es real.
El puente más antiguo de París conecta el extremo oeste de la Île de la Cité con ambas orillas del río Sena desde 1607, cuando el rey lo inauguró cruzándolo sobre un semental blanco.
La ocasión quedó inmortalizada con un monumento ecuestre, la estatua de Enrique IV, conocido por sus súbditos como Vert Galant (el viejo verde).
Desde la orilla o desde un barco se pueden contemplar los siete arcos del Pont Neuf decorados con figuras grotescas y divertidas de barberos, dentistas, carteristas, vagabundos, etc.
Es uno de los puentes preferidos por los amantes de las performances: el diseñador japonés Kenzo lo cubrió de flores en 1994 y el escultor ambientalista Christo lo envolvió en tela de color beige en 1985.
09 Memoria visual
Un buen cinéfilo no puede perderse el Forum des Imáges, donde las películas rodadas en París conforman el eje temático. Este archivo fílmico de la ciudad, situado en Grande Galerie (Porte St- Eustache, en el Forum des Halles), fue creado en 1988 y cuenta con cinco salas de cine, una biblioteca y un centro de investigación con noticiarios cinematográficos, documentales y publicidad. Su programación es muy amplia, con ciclos temáticos y varios festivales al año.
10 La gran pantalla de París
El símbolo del cine en París es Le Grand Rex, en el bulevar Poissonnière.Con su original estilo art déco, es la sala de cine y eventos más grande de la capital francesa.
Fue un proyecto del empresario Jacques Haik, quien ya había puesto en marcha el Olympia y lanzado a la fama al actor Charles Chaplin en el país galo.
Fue inaugurado en 1932 con la proyección de Los tres mosqueteros y en 1981 fue declarado Monumento Nacional. Además de los pases de películas, organiza circuitos de 50 minutos entre bastidores para ver cómo es un estudio de grabación y comprobar la acústica del lugar mediante una serie de efectos de sonido (gracias a un sensor que colocan a cada visitante) que convierte la visita en una experiencia única y muy divertida, sobre todo para los niños.
Más información en las guías Lonely Planet de París (mayo 2013), París de Cerca, Lo mejor de París y Mi primera Lonely Planet (para viajar en familia).
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