Un estudio confirma que, de alguna manera, una de las enfermedades evita la otra
El trabajo hecho en Italia ha seguido a más de 200.000 mayores de 60 durante cinco años.
Células cancerosas. / age fotostock
Esa es la conclusión de un estudio italiano que ha seguido la evolución de más de 200.000 mayores de 60 años durante cinco años y que ha publicado Neurology. En concreto, las personas con alzhéimer tenían un 42% menos de riesgo de tener cáncer, y, en el caso contrario, el riesgo de alzhéimer es un 35% inferior entre quienes tienen cáncer.
Para hacer el estudio se midieron los diagnósticos de ambas enfermedades (21.400 casos de cáncer y 2.800 de alzhéimer). Solo en 161 casos coincidieron ambas enfermedades.
Si la proporción hubiera sido la misma que en el conjunto de la población, entre aquellos a quienes se diagnosticó primero alzhéimer tenían que haber aparecido 281 casos de cáncer, y, al revés, tenían que haber sido 246.
El estudio remite a teorías cada vez más extendidas que indican que entre los mayores de los mayores, la senescencia es en sí una enfermedad, y enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y oncológicas son solo sus manifestaciones.
El director del estudio, Massimo Musicco, lo explica así: “Se puede considerar que cáncer y alzhéimer son las dos caras de la senescencia –el fenómeno negativo asociado al envejecimiento-”.
Sobre la posible causa, ha indicado Mussico: “El envejecimiento celular está controlado por muchos genes diferentes
. Algunos de los que
reparan tejidos pueden producir una proliferación celular en un sentido
positivo cuando somos jóvenes, pero pueden favorecer la aparición de
cáncer de mayores
. Otros ganes causan el efecto contrario, produciendo
senescencia y muerte celular (apoptosis). Estos están vinculados al
alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas”, ha añadido.
“Así que
cáncer y alzhéimer pueden considerarse como dos conceptos antagónicos.
Uno tiene que ver con proliferación celular y otro con su muerte. Los
genes que producen un proceso pueden ser beneficiosos para el otro y
viceversa.
El genoma de cada individuo está programado para estar en
algún punto de ese equilibrio”
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