Los detectives de nuestra vida
Ilustración de Fernando Victente para Babelia
Duros y sensibles; hombres y mujeres; amantes de la
violencia, algunos; buscadores, eternos, de la redención, todos; con un
sentido más o menos recto de la justicia; cazadores del bien o,
simplemente, castigadores del mal; guapos y gordos, listas y simplonas,
atletas y diabéticos; chulos despreciables, chulos adorables... todos,
geniales, a todos los amamos, son nuestros detectives.
Elemental participa en Tentaciones de verano
con una serie sobre los detectives de nuestra vida, esos personajes que
han marcado nuestras obras preferidas y, por qué no decirlo, nuestras
existencias.
Varios periodistas de EL PAÍS amantes de la ficción
criminal describirán lo que les apasiona de cada uno de esos
investigadores. Cada martes y jueves hasta finales de agosto.
Por las
razones que sean. Cada uno, las suyas.
Un aviso: no es una lista canónica, está
configurada por los gustos y apetencias de los que la hacemos. Habrá
sobrerepresentaciones y ausencias.
Habrá aciertos, claro.
Una petición: dejen en la sección de comentarios de este post su
detective preferido.
Este humilde bloguero se compromete a rescatar el
que más votos reciba que no haya sido seleccionado por ninguno de los
colaboradores.
“El detective ha de ser todo un hombre. Es el héroe; lo es
todo. Debe ser un hombre completo y un hombre común y al mismo tiempo un
hombre fuera de lo común.
Tiene que ser un hombre de honor, por
instinto, porque no puede evitarlo, sin dudarlo ni un instante y desde
luego sin decirlo. Tiene que ser el mejor hombre de este mundo y
suficientemente bueno para cualquier mundo”.
La descripción que da Raymond Chandler del detective en The Simple Art of Murder ha quedado ciertamente desfasada, aunque es deliciosa y define a la perfección al detective hard boiled, ese personaje surgido de los oscuros años treinta en EE UU y que da vida a un género.
El creador de Philip Marlowe, al que rendiremos homenaje en esta serie, es junto con Dasshiel Hammett y sus criaturas Sam Spade y el Agente de la Continental y Ross MacDonald con
su Lew Archer (uno de mis adorados y elegidos) quienes sentaron las
bases de un estereotipo.
Pero la vida, y la novela negra, han dado
muchas vueltas desde los primeros maestros.
Por un lado están quienes, de una u otra manera, se sienten
herederos.
La lista es amplia.
Citaremos algunos que estarán incluidos
en esta serie: el maravilloso, solitario, duro y bueno de Harry Bosch,
esa creación inigualable del inigualable Michael Connelly (al que ya hemos rendido pleitesía en el blog); el malencarado, tozudo y sentido Bernie Gunther
(misma horma que Marlowe pero llevado a la perfección por Philip Kerr a
la Alemania nazi) y, por último, el que quizás ha reunido mejor algo de
todos ellos: John Rebus, esa brutal creación de Ian Rankin.
Pero, decíamos, el mundo ha cambiado mucho y las fronteras
literarias de lo negro y criminal se han extendido
. En la década de los
sesenta y setenta, un matrimonio sueco, Maj Sjöwall y Per Wahlöö,
cambiaron las normas del género para siempre y sentaron las bases del
boom nórdico.
A su creación, ese gran profesional llamado Martin Beck, y
a algunos de sus hijos literarios, bastardos o no, dedicaremos parte de
este espacio. Sudáfrica (sí, Sudáfrica), Israel o Grecia tendrán
también su lugar. Podríamos haber incluido, por ejemplo, México (mi
querido Edgar El Zurdo Mendieta) o la Sicilia de Montalbano pero ya
avisábamos: no cabe todo, no es una lista canónica.
Las mujeres y otros oficios ajenos al detectivesco tienen
en Temperance Brennan, todo carácter y perspicacia, uno de los mejores
referentes. La forense creada por Kathy Reichs también tendrá su
artículo. Habrá otros que no, insisto. Invito a mis queridos lectores a
proponer en la sección de comentarios de este post.
Dice Ian Rankin en su prefacio a la excelente, aunque ahora un poco desfasada, Rough Guide to Crime Fiction:
“A la gente le gusta la ficción criminal porque está fascinada por las
zonas grises de la realidad; esos lugares donde las reglas de la
sociedad dejan de servir. Se preguntan qué habrían hecho en situaciones
similares.
Aprenden cómo reaccionar ante el miedo a lo desconocido.
Y,
finalmente, tienen la sensación de que de alguna manera se ha visto que
había que hacer justicia”. Eso se consigue gracias a estos personajes
geniales a los que ahora rendimos homenaje.
Lean y disfruten.
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