Solo nos queda que aparezca Gladiator y pueda poner una duda sobre quién es el culpable.
El maquinista del tren siniestrado esta semana en Santiago, Francisco José Garzón, de 52 años, ha llegado a las 18:19 en un coche de la Policía Nacional a la sede de los juzgados de Compostela para prestar declaración sobre el accidente, en el que han muerto 79 personas, la última una estadounidense que se encontraba en estado crítico y que ha fallecido la tarde del domingo.
Garzón está imputado de homicidio por imprudencia y deberá comparecer ante el juez Luis Aláez, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago, en el que se instruye la causa del accidente. La patrulla que trasladaba al maquinista desde la comisaria hasta el juzgado ha llegado a las dependencias judiciales escoltada por un furgón policial y otro vehículo de ese cuerpo camuflado.
El coche que trasladaba al detenido entró en los juzgados por el garaje, cuya puerta estaba custodiada por tres furgones y una docena de agentes.
"Indicios racionales de responsabilidad"
“Está detenido por la policía porque qué duda cabe de que existen indicios racionales para creer que pueda tener una responsabilidad eventual en lo sucedido”, declaró ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en Santiago, desde la zona cero del accidente ferroviario que ha costado la vida a 79 personas. Pasaban algunos minutos de las 11.30 y el maquinista del tren, Francisco José Garzón, de 52 años, estaba en aquellos momentos, según dijo el ministro, en el hospital.
Cuando, unos 45 minutos más tarde, Fernández Díaz llegó a la comisaría de Santiago para dar una rueda de prensa con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, el maquinista ya estaba allí
. “Ha sido dado de alta y está en esta comisaría. Se le imputa”, dijo el ministro, “un presunto delito de homicidio por imprudencia”.
Fernández Díaz explicó que el maquinista, que ha rechazado atención psicológica, seguía negándose a declarar, lo cual es su derecho — “aunque podría cambiar de opinión”, confió— y que, en cualquier caso, pasadas las 72 horas máximas de detención, que se cumplen hoy a las 19.40, sería puesto a disposición judicial.
El maquinista está muy nervioso y no ha querido declarar, pero los policías han mantenido conversaciones informales con él. Según fuentes de Interior, no han conseguido aclarar por qué se despistó y no frenó cuando debía.
La policía no cree que el motivo de la distracción fuera que estuviera hablando por su teléfono móvil. Un responsable policial indicó ayer que el “complejo” atestado en el que trabajan mantiene “todas” las líneas de investigación abiertas y “no descarta ninguna” hipótesis sobre las causas del accidente.
Núñez Feijóo, por su parte, aseguró: “España, en alta velocidad y en seguridad de alta velocidad es de los mejores países del mundo, aunque a algunos países les pueda no interesar este hecho.
No es una opinión política, sino técnica”.
El presidente gallego sugirió que había “intereses económicos por parte de determinadas empresas o suministradores de alta velocidad” que querían desprestigiar el sistema ferroviario español para eliminar competencia:
“España se presenta a concursos internacionales de construcción de líneas de alta velocidad y eso es un dato”, dijo. Todos, tanto Fernández Díaz, como Feijóo, insistieronen que la investigación estaba abierta, que no había que precipitarse, y que en todo caso, sería el juez el que determinase las responsabilidades.
“Investigar es lo contrario a precipitarse”, dijo Feijóo.
“La investigación no tiene una instrucción política, tiene libertad.
No me consta más que el interés del presidente del Gobierno por llegar hasta el final.
Somos los primeros que queremos saber la verdad. Se la debemos a los que han muerto, a los heridos y a todos”, añadió, solemne.
Pero todas las declaraciones de los distintos responsables políticos apuntaban a un mismo lugar, “los indicios racionales” contra el maquinista, frente a la excelencia de la alta velocidad española. Los periodistas preguntaron en repetidas ocasiones al ministro cuáles eran esos indicios, y Fernández Díaz respondió: “No voy a decir nada más, hay una investigación judicial abierta”.
Ana Pastor pedirá mañana, después del funeral por las víctimas en la Catedral de Santiago, comparecer en el Congreso con los presidentes de Renfe y Adif para hablar del accidente.
Mientras, ayer concluyó la identificación de las víctimas después de que los forenses lograran poner nombre a las tres últimas víctimas que faltaban, entre ellas, un hombre francés.
Las tres últimas identificaciones no incrementan el número de fallecidos porque debido a la fragmentación de algunos de los cuerpos, se confundió en un principio los restos de una persona como los de varias. No obstante, la policía científica ha recogido en el lugar del siniestro otros restos que, si dieran un ADN distinto, podrían aumentar la cifra final. En el hospital, permanecen ingresados 71 pasajeros del tren siniestrado, 31 en estado crítico y entre ellos, tres niños.
Los encargados de mantenimiento de Renfe que ayer recibieron a Fernández Díaz, el director general de la policía, Ignacio Cosidó, y Pastor en el lugar del accidente, explicaron que la vía ya ha sido reparada, y que solo les quedaba colocar de nuevo la catenaria —preveían hacerlo anoche— para que el tráfico ferroviario volviera a la normalidad. Para eso debían retirarse las grúas, traídas de León y Asturias para levantar los vagones.
Mientras Pastor y Fernández Díaz observaban desde el puente lo que el ministro consideró “la curva más famosa del mundo”, otro tren pasó, con lentitud, lleno de pasajeros, por delante de una de las máquinas del Alvia siniestrado.
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