Un auto ordenó reabrir la querella que el año pasado presentó la tenista contra su padre, Emilio; su hermano Javier, el abogado Bonaventura Castellanos y al administrador Francisco de Paula Oro, a quienes la deportista acusa de haberse apropiado de 16 millones de euros de su fortuna, esa que obtuvo jugando durante muchos años en los torneos más importantes del mundo.
De esta manera, los magistrados admitían así el recurso de apelación presentado por Arantxa sobre el primer fallo y decidían que los querellados declararan en calidad de imputados.
Arantxa estaba en Barcelona cuando se produjo la inesperada noticia.
Llegó hace varias semanas para intentar a la desesperada resolver las causas abiertas contra su familia. Lo hizo discretamente, aunque finalmente decidió, por amistad con su peluquero de cabecera, Alberto Cerdán, acudir a un acto promocional y dejarse ve
r. En él, más rubia que nunca, más sonriente que nunca, pero parca en palabras como nunca, se limitó a decir: “Aquí estoy, ¿no me veis?”. Así respondía a las preguntas de si había regresado de Miami para quedarse.
Y es que Arantxa dejó Barcelona el verano pasado, puso a la venta varias de sus valiosas posesiones y se instaló con su marido, Pep Santacana, y sus dos niños en Miami, donde tiene una casa. Se marchó en busca de tranquilidad y un cierto anonimato.
Los meses anteriores habían sido agotadores. La publicación de sus memorias —¡Vámos!— había dejado al descubierto que la relación con sus padres era una farsa, que lejos de ser la familia unida que todos creíamos, en el hogar de los Sánchez Vicario se libraba una gran batalla de acusaciones mutuas y con muchos millones en juego. Arantxa había decidido subir a la red y luchar. En el partido más difícil de su vida tenía como rivales a sus padres, Emilio y Marisa, y a su hermano Javier, que se encargó con el progenitor de manejar sus inversiones y propiedades. Mientras, Emilio, el hermano mayor, ha actuado siempre como mediador en el litigio.
Arantxa considera que la gestión de su padre como responsable de sus finanzas ha sido nefasta y la ha llevado a la ruina.
El auto de la Audiencia de Barcelona del jueves supuso toda una sorpresa no solo para los afectados, sino también para la tenista. “Esta decisión de la Audiencia supone una victoria para Arantxa, cuya catadura moral lleva muchos meses en entredicho”, señaló su abogado, Juan José Burgos Bosch. “Han sido muchos quienes han dudado del proceder de mi clienta en este asunto. La resolución no deja dudas de que hay materia para seguir adelante”.
Pero pese a esta victoria “moral”, que en opinión de los letrados deja claro que Arantxa tiene motivos sobrados para pedir explicaciones a su familia, la noticia llegó en el momento más inapropiado. En esos momentos se pasaba a limpio el documento definitivo del acuerdo. Los abogados han redactado hasta 20 borradores en estos tres meses de negociación.
El definitivo está listo para la firma y continúa estándolo.
Desde el despacho que lleva los asuntos de la tenista se indica que, pese a la decisión de la Audiencia de Barcelona, ellos han recomendado a Arantxa que firme y dé por zanjado el conflicto que tantas heridas ha dejado.
En estos dos años se abrieron procesos judiciales en Andorra contra sus padres y su exabogado por apropiación indebida, malversación y la desaparición de seis millones. Otro para poder revocar los derechos de uso que tienen sus padres sobre un piso en la Diagonal de Barcelona y una residencia de verano en S’Agaró. Y en Madrid se puso una demanda relacionada con unos seguros de vida y fondos de inversión que la tenista había contratado a nombre de sus padres y de los que, asegura, han sido retiradas importantes cantidades de dinero. Ella, además, se enfrenta a otro pleito en Barcelona por una reclamación de Hacienda de 6,5 millones, que avaló con un banco de Luxemburgo. Arantxa debe todavía a Hacienda 1,5 millones.
Una vez que se firme el documento, queda por ver si las relaciones familiares de los Sánchez Vicario se recomponen o si la herida es demasiado profunda.
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