Las flappers, esas mujeres a las que la moda actual les debe todo
14 de mayo de 2013
12:20 h.
El revuelo generado en torno a Gatsby revive la figura de las
féminas transgresoras que desafiaron los ideales de belleza de su época.
¿Han dejado de llevarse los tocados?
El sombrerero Philip Treacy cree que los pequeños adornos para la cabeza están pasados de moda. Examinamos el auge y (posible) caída de la tendencia.
13 de mayo de 2013
07:24 h.
Desterrados a la Siberia de la moda, arrumbados en el desván de las tendencias pasadas
. A los tocados les ha llegado su hora. Lo dice ni más ni menos que Philip Treacy, el diseñador que para la boda real británica puso un pulpo rosa en la cabeza de Beatriz de York. “El tocado ha muerto y yo estoy encantado” dijo Treacy al diario The Times.
“Estamos asistiendo a una vuelta a los sombreros de verdad”.
Las declaraciones del diseñador son la esquela de una muerte más que anunciada.
La duquesa de Cambridge fue embajadora de la tendencia en los días en los que todavía se llamaba Kate Middleton. Ahora tiende a llevar sombreros, aunque los prefiera pequeños y suela elegir casquetes o “pastilleros”
. El año pasado los organizadores de las carreras de caballos de Ascot por una vez se adelantaron en cuestiones de estilo y prohibieron los tocados con un diámetro inferior a los 10 centímetros de diámetro.
Es innegable que es un complemento de actualidad.
No hay boda actual sin invitadas con tocado, en la coronación holandesa acabamos de asistir a un desfile de mujeres tocadas con flores y rejillas varias y durante el funeral de Margaret Thatcher se vieron varios ejemplos de tocados sobrios, elegantes y apropiados para la ocasión.
Pese a todo, el descalabro se venía venir. Los accesorios a los que se refiere Treacy son los conocidos por los anglosajones como “fascinators”: pequeños adornos, algunos de ellos meras diademas con plumas, flores o cualquier tipo de aplique brillante.
No merecían la valentía (y el desembolso) que requiere un sombrero con todas las letras y había oferta para aburrir. Y desafortunadamente la mayoría de las propuestas no llegaba a la altura.
Muchos eran producidos en masa, otros estaban hechos a mano, sí, pero por aficionados con tanta “pericia” que podían confundirse con manualidades escolares.
Sin embargo hay sombrereros como Awon Golding que no comparten la opinión de Treacy. “Los tocados no están acabados.
Los sombreros perdieron su estatus como parte de la etiqueta social con el fin de la década de los cincuenta.
Desde entonces hemos ido construyendo lentamente la visión cultural de lo que representa este complemento.
No son la norma y las mujeres todavía se están acostumbrando al tipo de atención que genera uno en su atuendo cotidiano. Todavía me resulta fascinante la cantidad de gente que me mira o me para por la calle si llevo algo en la cabeza.
Es algo para lo que tienes que estar preparado.
Veo los tocados son los ruedines del mundo de los sombreros
. Han ayudado a que el público masivo se acostumbrara a ver mujeres con la cabeza adornada. Empiezas por algo pequeño para ir subiendo de tamaño.”
Golding se curtió como diseñadora de accesorios comerciales. Después de haber tenido experiencia en las dos caras de la moneda considera que el boom del tocado asequible no afecta al estatus de sombrero como producto de lujo:
“Las cadenas los popularizan pero nunca reemplazarían el servicio y la calidad que ofrece un artesano”
Al igual que los tocados pueden resultar cursis, “los sombreros de
verdad” tienen sus complicaciones. Llegan a ser prohibitivos y hay que
tener el día para la declaración de intenciones que conlleva
. Un collar o unos pendientes dan menos quebraderos de cabeza.
La calle por el momento sigue buscando más diademas que pamelas.
“Mis clientas empiezan pidiéndome cosas discretas y pequeñas” explica Golding
“Pero generalmente cuando se han probado varias piezas se dan cuenta de que les favorece algo más grande y substancial.
Mi consejo a las mujeres que quieren explorar el mundo de los sombreros es que se prueben los más posibles
. Como sucede con una blusa o una falda, tienes que encontrar la forma que mejor complemente y realce tu figura y rasgos. Una vez que hayas encontrado el sombrero perfecto, con el que te encuentres cómoda, es el remate perfecto.”
. A los tocados les ha llegado su hora. Lo dice ni más ni menos que Philip Treacy, el diseñador que para la boda real británica puso un pulpo rosa en la cabeza de Beatriz de York. “El tocado ha muerto y yo estoy encantado” dijo Treacy al diario The Times.
“Estamos asistiendo a una vuelta a los sombreros de verdad”.
Las declaraciones del diseñador son la esquela de una muerte más que anunciada.
La duquesa de Cambridge fue embajadora de la tendencia en los días en los que todavía se llamaba Kate Middleton. Ahora tiende a llevar sombreros, aunque los prefiera pequeños y suela elegir casquetes o “pastilleros”
. El año pasado los organizadores de las carreras de caballos de Ascot por una vez se adelantaron en cuestiones de estilo y prohibieron los tocados con un diámetro inferior a los 10 centímetros de diámetro.
Es innegable que es un complemento de actualidad.
No hay boda actual sin invitadas con tocado, en la coronación holandesa acabamos de asistir a un desfile de mujeres tocadas con flores y rejillas varias y durante el funeral de Margaret Thatcher se vieron varios ejemplos de tocados sobrios, elegantes y apropiados para la ocasión.
Pese a todo, el descalabro se venía venir. Los accesorios a los que se refiere Treacy son los conocidos por los anglosajones como “fascinators”: pequeños adornos, algunos de ellos meras diademas con plumas, flores o cualquier tipo de aplique brillante.
No merecían la valentía (y el desembolso) que requiere un sombrero con todas las letras y había oferta para aburrir. Y desafortunadamente la mayoría de las propuestas no llegaba a la altura.
Muchos eran producidos en masa, otros estaban hechos a mano, sí, pero por aficionados con tanta “pericia” que podían confundirse con manualidades escolares.
Sin embargo hay sombrereros como Awon Golding que no comparten la opinión de Treacy. “Los tocados no están acabados.
Los sombreros perdieron su estatus como parte de la etiqueta social con el fin de la década de los cincuenta.
Desde entonces hemos ido construyendo lentamente la visión cultural de lo que representa este complemento.
No son la norma y las mujeres todavía se están acostumbrando al tipo de atención que genera uno en su atuendo cotidiano. Todavía me resulta fascinante la cantidad de gente que me mira o me para por la calle si llevo algo en la cabeza.
Es algo para lo que tienes que estar preparado.
Veo los tocados son los ruedines del mundo de los sombreros
. Han ayudado a que el público masivo se acostumbrara a ver mujeres con la cabeza adornada. Empiezas por algo pequeño para ir subiendo de tamaño.”
Golding se curtió como diseñadora de accesorios comerciales. Después de haber tenido experiencia en las dos caras de la moneda considera que el boom del tocado asequible no afecta al estatus de sombrero como producto de lujo:
“Las cadenas los popularizan pero nunca reemplazarían el servicio y la calidad que ofrece un artesano”
. Un collar o unos pendientes dan menos quebraderos de cabeza.
La calle por el momento sigue buscando más diademas que pamelas.
“Mis clientas empiezan pidiéndome cosas discretas y pequeñas” explica Golding
“Pero generalmente cuando se han probado varias piezas se dan cuenta de que les favorece algo más grande y substancial.
Mi consejo a las mujeres que quieren explorar el mundo de los sombreros es que se prueben los más posibles
. Como sucede con una blusa o una falda, tienes que encontrar la forma que mejor complemente y realce tu figura y rasgos. Una vez que hayas encontrado el sombrero perfecto, con el que te encuentres cómoda, es el remate perfecto.”
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