Esponsales de
los vencejos... Qué pesada frase para sugerir el enlace momentáneo de estos
aleves del aire y el grito.
En algún lugar
Heidegger recoge la leyenda de que la alondra de montaña favorece la eclosión
del sol y la exactitud del poema.
Visto y no
visto. Grito y eco. En lo alto y en las esquinas.
Temblor y filo, el vencejo
-como el poema.
¿Adónde está la noche en los vencejos?
¿Adónde está la noche en los vencejos?
Se vuelven lentos y callados a la noche. Por las
espirales suben y planean, más allá del aire. Por las palabras nunca
pronunciadas.
Como velas de plegaria, los vencejos te miran por primera
vez, a los ojos, sin pestañeo.
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