12 may 2013
Cospedal en el laberinto
La dirección del PP suspendió oficialmente la habitual reunión de estrategia semanal, integrada por la propia Cospedal y los vicesecretarios Carlos Floriano, Esteban González Pons y Javier Arenas, durante un mes.
Y Alfonso Alonso, jefe del Grupo Popular en el Congreso, un dirigente mucho más próximo a Soraya Sáenz de Santamaría, se convirtió en el verdadero portavoz del partido.
Ningún miembro de la cúpula se siente cómodo en el papel de portavoz del escándalo.
Y esto se debe en parte al “secretismo” de la gestión de Cospedal. Frente a la necesidad de explicaciones coherentes de asuntos tan delicados como la contratación de Bárcenas o el despido del exmarido de Ana Mato, Jesús Sepúlveda, en las filas populares se han echado en falta una estrategia y unas instrucciones más claras por parte de la dirección.
El vicesecretario de Organización y Electoral, el número tres, Carlos Floriano, quien comparecía habitualmente cuando no lo hacía Cospedal, redujo drásticamente su presencia pública en lo que algunos interpretan como un distanciamiento de la secretaria general.
Otros recuerdan que Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas, ya fue responsable de comunicación en la etapa más complicada del caso Gürtel, y que tendría sentido rescatarle en este momento. Pons ha intensificado sus comparecencias, aun así todavía no hay un reparto claro
. Los críticos recuerdan en este sentido que el escándalo del extesorero de los populares no solo ha convulsionado al partido, sino que ha paralizado varios debates internos.
Las direcciones autonómicas, por ejemplo, ven con inquietud acercarse las elecciones europeas de 2014 y las municipales de 2015, por lo que reclaman decisiones sobre plazos y sucesiones que aún no se han producido.
Mientas tanto, la judicialización del caso hizo que Cospedal y su equipo cambiaran el mantra oficial: de la negación completa —“la contabilidad del PP es perfectamente legal y está auditada por el Tribunal de Cuentas”— al “respeto” por el procedimiento judicial —“el caso está en los tribunales y el juez decidirá”—.
Esta estrategia, de momento, ha permitido a Cospedal salir del laberinto y centrarse en otras tareas, como el Gobierno de Castilla-La Mancha. Ahí la número dos del PP tiene otro frente abierto. Su Ejecutivo tuvo que acometer una reducción radical del déficit y lleva desde el primer día aprobando recortes.
Dentro del partido son conscientes del desgaste y admiten que Emiliano García-Page, líder regional del PSOE, es un adversario más que peligroso
. Ahora que se ha llegado a la mitad de la legislatura, muchos consideran que lo lógico sería que centrara su trabajo en Castilla-La Mancha, aunque eso la alejaría todavía más de Génova, 13.
Cuando hace un año Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Local, dejó el PP andaluz para dedicarse en exclusiva a la dirección nacional, la interpretación más extendida le situó entonces como líder en la sombra y como correa de transmisión con el Gobierno. Arenas se ha centrado, no obstante, en su área y el partido, al menos hasta el estallido del caso Bárcenas, siguió parado.
Ahora el PP ha intensificado su actividad con vistas a la convención prevista para otoño
. Los populares quieren sumarse al debate sobre regeneración democrática para tratar de minimizar el desgaste del escándalo y de la política de recortes.
En este contexto la dirección asegura que está dispuesta a hablar de casi todo “sin miedos ni cortapisas” y así dar una imagen de apertura.
Para ello, han organizado debates sobre la creación de empleo, las listas abiertas y los sistemas electorales y el desapego ciudadano a la política.
En este último, Cospedal, recién aparcadas las críticas por la gestión del caso Bárcenas, abrió otra veta al comparar los escraches con el “nazismo puro”.
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