Hay versos que me hieren
Como jardines de estacas,
Hay versos de cicuta
Que revelan la otra cara,
Hay versos que me dicen,
En la aurora y al ocaso,
Que nuestro querer no existe.
Entonces me duele el cuerpo
Entero y en todas las partes
Y por su intangible curso
El polvo o el azar, la nada,
Fluye en su dócil declive.
Resentida y aún así,
A la sombra de tus versos,
En la vereda de enfrente
Asegurada al olvido,
Partida en mil por tu pluma,
Con mi rostro en conjetura,
Es tal mi maldita suerte
Que debo justificarte, al menos,
lo que a mi desnudo tus versos hieren.
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