Es el barro que aún conserva verde
Las causas que se dieron por perdidas,
Aquellas que, tal hierbas de la frente,
Fueron cortadas y enterradas vivas.
“Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.”
Es el barro que aún conserva el nombre
De los que denunciaron avenidas
Colmas de injusticias con sus talones,
Las que de tierra y agua el tiempo arracima.
“Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.”
Es el barro que aún en suciedades
Descubre su dolor encarnecido,
Que, de la sequía extrae maldades
Y de la miseria su cataclismo.
“Harto de someterse a los puñales
circulantes del carro y la pezuña,
teme del barro un parto de animales
de corrosiva piel y vengativa uña.”
El barro conserva aún el azogue,
Las palabras fecundas de sus muertos;
De aquellos que hicieron inmensos montes
Por donde entre vueltas e idas paseo.
“Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo.”
He realizado esta composición intercalando entre mis
versos cuatro estrofas del poema número 15 “Me llamo barro”
perteneciente al poemario “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández. La
ilustración es de Ramón Fernández Palmeral.
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