La otra cara de Zelda Fitzgerald: Alabama Song
Zelda Fitzgerald había nacido Zelda Sayre, que según explican en la Wikipedia debe pronunciarse rimando con fairy,
en el sur de Estados Unidos
. Tuvo muchos pretendientes, pero ninguno
acababa de convencerle, aunque se divierte todo lo que puede.
Estamos 1918 y la I Guerra Mundial está
dando sus últimos coletazos.
En Montgomery, donde Zelda es la hija del
juez
. Podría haberse casado con cualquiera, pero escogió a un joven no
muy acomodado del norte, un yanki de origen irlandés con algunos
problemas con la bebida.
Se llamaba Francis Scott Fitzgerald e iba a ser
un gran escritor. Aunque nunca lo hubiese sido quizás sin Zelda.
La relación entre la señorita del sur y el escritor del norte es lo que Gilles Leroy cuenta en Alabama Song, la novela ganadora del Goncourt de 2007.
Leroy consigue evocar desde la vida ligeramente hastiada de la Zelda de
1918 hasta la desenfrenada que vive en Europa con su marido
. Sus sueños
de bailarina (llegó a tomar clases, decidida a ser una estrella de
ballet, aunque ya tenía casi 30 años) y su trágico final, recluida por
su marido por loca (aunque ninguno era realmente más cuerdo que el
otro) y fallecida en el incendio del hospital en el que vivía.
Leroy le cede a Zelda la palabra en una narración en primera persona bastante descarnada
.
Aunque el autor deja claro que se trata de ficción y no se debe leer
como una biografía de su protagonista, encumbra todavía más a Zelda
(sobre la que se dice que es el punto de inspiración de muchos
personajes de su marido) y despierta muchas incógnitas sobre las
personas reales que se han disfrazado aquí en la ficción.
“Tengo derecho: aquí soy yo el escritor y el jefe”, le dice en un momento de la novela el falso Francis Scott Fitzgerald a la falsa Zelda, que acaba de publicar una novela Resérveme el vals, que es muy parecida -demasiado- a Suave es la noche.
La Zelda de mentira recuerda los primeros cuentos publicados con el
nombre de la pareja, aunque era ella la autora mientras su marido sufría
de desinspiración. Y los cuentos de ella publicados con el nombre de él… porque eso era lo que vendía.
A Zelda su propio marido y su propia existencia la habían encumbrado como la flapper por excelencia, una chica liberada, desinhibida y frívola
. Una tontita.
Intentó ser bailarina y luego escritora, para tener una voz propia
frente a su marido (no debe ser fácil ser la pareja del gran autor de tu
tiempo), y al final acabó siendo pintora, mientras estaba encerrada en
un psiquiátrico.
Y murió convertida en mito, en la malvada esposa loca
del genial escritor.
La novela de Leroy es estupenda, porque intenta ser lo más sincera posible con sus personajes.
Y lo consigue.
*Alabama Song está editado en Mercure
de France.
En castellano, por RBA
. La obra de Zelda se ha quedado
olvidada con el tiempo: Save me the waltz fue un fiasco en su época.
Casi no vendió nada y quedó oscurecida por Suave es la noche, publicada –
y al parecer acabada – después. En inglés algo queda (se lo pediré a Amazon en mi próximo pedido) y en castellano, según explica esta crónica de El País, se han publicado algunos cuentos.
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