La protesta contra el proyecto de Hollande reúne a familias, niños, grupos integristas y colectivos homosexuales contrarios a la adopción.No, si ya se veía venir.
Cuatro cortejos distintos, movilizados por organizaciones cercanas a la Iglesia católica y compuestos por gente llegada de todos los rincones de Francia en 900 autobuses, han confluido en el Campo de Marte, al pie de la torre Eiffel, para exigir un referéndum sobre el matrimonio gay y mostrar, de paso, su oposición política al presidente socialista.
La “manif pour tous” (manifestación para todos) recorrió en un tono festivo y reivindicativo las calles de la capital desde el mediodía, aglutinando a una heterogénea mezcla de ciudadanos.
Junto a las asociaciones católicas cercanas a los arzobispados que coordinan en la sombra la contestación al proyecto, había grupos integristas como Civitas, cuyos miembros parecían vestidos para una partida de caza; miles de familias con niños pequeños y jóvenes, y líderes, militantes y simpatizantes de los principales partidos de derechas.
Entre los imponentes ríos de gente que cantaba canciones de parroquia, coreaba eslóganes contra Hollande y hacía colas ante los chiringuitos de churros, gofres y crêpes, se apreciaba una aparente mayoría de mujeres y ancianos, aunque también había miles de parejas de diferentes edades y muchos vecinos del conservador distrito VII de París, donde confluyeron los tres desfiles.
Bernard y Silvye, un matrimonio de 70 años, simpáticos, elegantes y militantes de la derechista Unión por un Movimiento Popular, explicaban que habían bajado de su casa para mostrar su “inquietud no tanto el matrimonio gay como sus consecuencias, que serán nefastas".
"Esta ley, que Hollande el unificador aprobará pase lo que pase, traerá la decadencia a Francia porque las adopciones anteponen el derecho ‘a los niños’ al derecho ‘de los niños”.
“La naturaleza es como es y no se puede cambiar”, decía Christof, un contable de 50 años llegado en autocar desde Orleans con un amigo, “católico practicante” como él.
“Los niños nacen de una mujer y de un hombre y deben seguir naciendo así”.
Las encuestas revelan que el 56% de la población gala admite sin problemas el matrimonio gay, aunque la adopción suscita mucha menos adhesión. Hábilmente, la movilización ha puesto el acento en la paternidad homosexual, y de paso ha unido para la causa a muchos descontentos con la situación económica.
Antes de entrar al Campo de Marte, Christof admitía que había venido para “protestar contra la adopción de niños por parte de las parejas homosexuales y a la vez contra la política económica de Hollande.
"No hay por qué ocultarlo, es la verdad. Mucha gente está hoy aquí porque Hollande había dicho que iba a ser el presidente de todos y hoy vemos que trata de dividir a los franceses.
Persigue a los ricos, y va a imponernos esta ley que solo beneficia a la pequeñísima minoría gay”.
El tercer gran punto de irritación de los católicos es la procreación médica asistida. Aunque el Gobierno socialista ha prometido que tramitará su regulación aparte, la gente no se fía. “Tendremos madres de alquiler, niños criados por padres de un mismo sexo… Son cosas inaceptables”, afirmaban Jean y Emily, dos jóvenes de 16 años.
Ante la discreción de los obispos, que de momento mueven los hilos pero no se atreven a salir a la calle, y la división que la reforma ha generado en la UMP y el Frente Nacional –los dos partidos tienen fuertes grupos de presión gais-, la portavoz y símbolo de este movimiento que apela a las raíces cristianas de Francia y destaca por la ausencia de minorías raciales –este cronista solo logró divisar a una mujer negra entre la multitud- se llama Frigide Barjot.
Usando un pseudónimo que parodia el nombre de Brigitte Bardot, esta humorista y activista cercana a los lefebvrianos, de 50 años, se ha hecho famosa en los últimos meses arengando a las masas con discursos que profetizan la descomposición de la sociedad francesa si la ley es aprobada. “¡Queremos la libertad, la igualdad y la fraternidad del nacimiento!”, gritaba Barjot desde el escenario, ataviada con un velo de novia.
Esta atípica líder ha logrado convertir su ejército vestido de rosa en una cruzada plural y heterogénea que incluye incluso a algunos colectivos gais contrarios a la institución matrimonial y a las adopciones por parte de homosexuales. Pero la estrategia de dividir al adversario se convirtió el domingo en un bumerán cuando Xavier Bongibault, portavoz de la asociación “Más gais sin bodas”, comparó a Hollande con “un hombre que llegó al poder en 1933”, en referencia a Hitler, ante las cámaras de BFMTV. A su lado, Frigide Barjot, visiblemente molesta, se desmarcó como pudo de la declaración.
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