Shakira podría entrelazar las declaraciones de Cospedal -“un partido político no es una policía, revisaremos profusa y profundamente, que cada palo aguante su vela…”- hasta crear una bella nana.
La llegada al mundo de Milan Piqué Meberak, fruto del baile de cuatro
piernas prodigiosas, coincidió con el parto soberanista en el
Parlamento catalán.
Y aunque en todos los medios rosas de Latinoamérica se celebra este feliz nacimiento como el sello de unión de una familia maravillosa e independiente, la coincidencia no deja de llamar la atención.
Volvemos a estar ante el largo debate de si definitivamente Barcelona está más lejos de Madrid que de Milán.
Lo que está claro es que los futbolistas y sus esposas disponen de pleno derecho a decidir, pero también de una creatividad incansable para poner nombres.
Los Beckham empezaron la moda de las ciudades con Brooklyn, su primogénito, y también allanaron el camino a poner nombres de escritores con su hijita, Harper, en presunto homenaje a Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor.
También tienen un hijo llamado Cruz, mientras que la hija de Tom Cruise se llama Suri
. En un principio se creyó que al hijo de Shakira le pusieron Milan por el eterno candidato al Nobel Milan Kundera.
En el comunicado emitido por los padres se informa de que Milan significa “querido” en eslavo, “entusiasta y laborioso” en romano antiguo y, atención, “unificador” en sánscrito.
¡Desde luego ese no es el idioma de los popes de la soberanía catalana!
Al ser colombiana la madre de Milan, ya viene implícito el plus internacional de este nuevo socio del Barça y que probablemente en su futura educación asista al juego de pelota con una Catalunya un poquito más independiente, pero también más latinoamericana. Un pelín más suelta. Con otro ritmito.
Mientras esperamos ver su carita, no hay por qué preocuparse en qué idioma crecerá el joven príncipe Milan.
Se educará como todos los niños acomodados en un colegio bilingüe o trilingüe: inglés americano, inglés de Barcelona o inglés de Reino Unido, que, por cierto, también anuncia su intención de promover un referéndum para aislar a Europa y recuperar toda su soberanía.
Mientras Shakira se hacía madre, su compañera de vídeos y ventas Beyoncé cantaba el himno nacional en la toma de posesión de Obama
. Da igual si cantó de verdad o en playback, solo teníamos ojos para sus esmeraldas y el nuevo peinado de Michelle, que es por sí solo un auténtico bombazo de queratina en la ruptura de estilo y barreras raciales en la Casa Blanca.
Michelle ha reunido a Cleopatra y las Supremes en una fría mañana de enero que ha hecho historia en la colina del Capitolio.
Te guste o no, lo fantástico es ese desafío a tantos prejuicios.
Quizá ese clima de alarma social que despeina a cualquiera y levanta la corrupción y la caspa tenga algo que ver con lo que parece estar pasando tras bambalinas en el programa de Telecinco La voz.
Melendi, ese Melendi, ha sido el primero en anunciar que no repite como coach, se va con la música a otra parte. Pareciera que solamente Malú ha cantado de verdad a gusto allí, el resto de sus compañeros acuden sin micrófono a Europa Press tarareando su desasosiego, y entonces ha saltado la voz de alarma: ¿pasa algo que no hayamos oído en el programa?
¿Puede ser más dura la vida de un coach que la de un extesorero?
Si Urdangarin y Torres cantan bien en el juicio este 23 de febrero, pueden aspirar a un futuro como coaches de ambas cosas, de cómo convertirte en la voz de España y también en su tesoro.
Provoca afonía que el hijo de Shakira haya venido al mundo en este desconcierto. Un enero de nevadas, alarmas y transparencias. Ese, el fantasma de la transparencia, casi tan incómodo como el del comunismo, ha vuelto a rondar cerca de la Casa del Rey informando de que el Rey y el Príncipe recuperan la paga extra, a la que habían renunciado el año pasado, y que devolverán al Estado 27 de sus 72 coches oficiales. Frenazo, hay un capicúa aquí.
A veces en eso consiste la transparencia: en un breve stop. Se tienen 72 coches oficiales, se retornan 27.
Con tantísimas emisiones de CO2 casi no queda aire para hacer un par de preguntas: ¿no serían suficientes 27 coches para una casa real? ¿No hay problemas de aparcamiento? Se puede entender que un rey debe poseer esa viril fascinación por el motor y su mecánica, pero... ¿tanta? Cuando muchos se burlaban de los nuevos ricos, los dictadores clásicos o las estrellas del hip-hop, lo primero que se ridiculizaba era el excesivo parque automotor que acumulaban.
Con nuestro parque móvil solo debemos admirarlo y financiarlo.
Y aunque sea entre todos, se hace cuesta arriba. La explicación vendría rodada si alguien consigue demostrar que desde uno de esos potentes vehículos se leyeron los correos misiles de Diego Torres. O si en uno de ellos surgió esa brillante rúbrica: “el duque em... Palma... do”.
Hay que felicitar a los Piqué Mebarak por el nacimiento de su príncipe Milan.
Y aunque no pueda disponer de cuentos infantiles de Amy Martin, Shakira sí debería aprovechar para ponerle música a algunas de las declaraciones de María Dolores de Cospedal cuando defiende su partido ante el maleficio Bárcenas.
Shakira, que es gran letrista, podría entrelazar las declaraciones de Cospedal —“un partido político no es una policía, revisaremos profusa y profundamente, que cada palo aguante su vela…”— hasta crear una bella canción de cuna.
Y aunque en todos los medios rosas de Latinoamérica se celebra este feliz nacimiento como el sello de unión de una familia maravillosa e independiente, la coincidencia no deja de llamar la atención.
Volvemos a estar ante el largo debate de si definitivamente Barcelona está más lejos de Madrid que de Milán.
Lo que está claro es que los futbolistas y sus esposas disponen de pleno derecho a decidir, pero también de una creatividad incansable para poner nombres.
Los Beckham empezaron la moda de las ciudades con Brooklyn, su primogénito, y también allanaron el camino a poner nombres de escritores con su hijita, Harper, en presunto homenaje a Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor.
También tienen un hijo llamado Cruz, mientras que la hija de Tom Cruise se llama Suri
. En un principio se creyó que al hijo de Shakira le pusieron Milan por el eterno candidato al Nobel Milan Kundera.
En el comunicado emitido por los padres se informa de que Milan significa “querido” en eslavo, “entusiasta y laborioso” en romano antiguo y, atención, “unificador” en sánscrito.
¡Desde luego ese no es el idioma de los popes de la soberanía catalana!
Al ser colombiana la madre de Milan, ya viene implícito el plus internacional de este nuevo socio del Barça y que probablemente en su futura educación asista al juego de pelota con una Catalunya un poquito más independiente, pero también más latinoamericana. Un pelín más suelta. Con otro ritmito.
Mientras esperamos ver su carita, no hay por qué preocuparse en qué idioma crecerá el joven príncipe Milan.
Se educará como todos los niños acomodados en un colegio bilingüe o trilingüe: inglés americano, inglés de Barcelona o inglés de Reino Unido, que, por cierto, también anuncia su intención de promover un referéndum para aislar a Europa y recuperar toda su soberanía.
Mientras Shakira se hacía madre, su compañera de vídeos y ventas Beyoncé cantaba el himno nacional en la toma de posesión de Obama
. Da igual si cantó de verdad o en playback, solo teníamos ojos para sus esmeraldas y el nuevo peinado de Michelle, que es por sí solo un auténtico bombazo de queratina en la ruptura de estilo y barreras raciales en la Casa Blanca.
Michelle ha reunido a Cleopatra y las Supremes en una fría mañana de enero que ha hecho historia en la colina del Capitolio.
Te guste o no, lo fantástico es ese desafío a tantos prejuicios.
Quizá ese clima de alarma social que despeina a cualquiera y levanta la corrupción y la caspa tenga algo que ver con lo que parece estar pasando tras bambalinas en el programa de Telecinco La voz.
Melendi, ese Melendi, ha sido el primero en anunciar que no repite como coach, se va con la música a otra parte. Pareciera que solamente Malú ha cantado de verdad a gusto allí, el resto de sus compañeros acuden sin micrófono a Europa Press tarareando su desasosiego, y entonces ha saltado la voz de alarma: ¿pasa algo que no hayamos oído en el programa?
¿Puede ser más dura la vida de un coach que la de un extesorero?
Si Urdangarin y Torres cantan bien en el juicio este 23 de febrero, pueden aspirar a un futuro como coaches de ambas cosas, de cómo convertirte en la voz de España y también en su tesoro.
Provoca afonía que el hijo de Shakira haya venido al mundo en este desconcierto. Un enero de nevadas, alarmas y transparencias. Ese, el fantasma de la transparencia, casi tan incómodo como el del comunismo, ha vuelto a rondar cerca de la Casa del Rey informando de que el Rey y el Príncipe recuperan la paga extra, a la que habían renunciado el año pasado, y que devolverán al Estado 27 de sus 72 coches oficiales. Frenazo, hay un capicúa aquí.
A veces en eso consiste la transparencia: en un breve stop. Se tienen 72 coches oficiales, se retornan 27.
Con tantísimas emisiones de CO2 casi no queda aire para hacer un par de preguntas: ¿no serían suficientes 27 coches para una casa real? ¿No hay problemas de aparcamiento? Se puede entender que un rey debe poseer esa viril fascinación por el motor y su mecánica, pero... ¿tanta? Cuando muchos se burlaban de los nuevos ricos, los dictadores clásicos o las estrellas del hip-hop, lo primero que se ridiculizaba era el excesivo parque automotor que acumulaban.
Con nuestro parque móvil solo debemos admirarlo y financiarlo.
Y aunque sea entre todos, se hace cuesta arriba. La explicación vendría rodada si alguien consigue demostrar que desde uno de esos potentes vehículos se leyeron los correos misiles de Diego Torres. O si en uno de ellos surgió esa brillante rúbrica: “el duque em... Palma... do”.
Hay que felicitar a los Piqué Mebarak por el nacimiento de su príncipe Milan.
Y aunque no pueda disponer de cuentos infantiles de Amy Martin, Shakira sí debería aprovechar para ponerle música a algunas de las declaraciones de María Dolores de Cospedal cuando defiende su partido ante el maleficio Bárcenas.
Shakira, que es gran letrista, podría entrelazar las declaraciones de Cospedal —“un partido político no es una policía, revisaremos profusa y profundamente, que cada palo aguante su vela…”— hasta crear una bella canción de cuna.
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