Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2012

Otra Mujer para La Historia de Forma Literaria


Uno de los personajes más universales que han dado las letras españolas, junto al Quijote es sin duda alguna el de Don Juan Tenorio.
La inmortal obra de Zorrilla, que es la versión que se representó en el Español, ha tenido diferentes versiones a través del tiempo. La primera fue de Tirso de Molina con “El burlador de Sevilla y convidado de piedra”. En el siglo XVII fue Alonso de Córdoba y Maldonado quien escribió “La venganza en el Sepulcro”. En el siglo XIX Antonio de Zamora con “Don Juan” que es cuando se restaura la tradición de representarla todos los años próxima a la fecha de los difuntos y en 1844 surge la definitiva de José de Zorrilla y Moral en “Don Juan Tenorio” y se trata sin duda alguna de la obra que más veces se ha representado en los escenarios españoles.
 Sin embargo es curioso que el mismo José Zorrilla confiese que su Don Juan esté lleno de defectos, que la escribió en veintiún días y con motivo de una apuesta.
Narros para abrir la temporada 68-69 quiere medirse en ese gran clásico del teatro hispano pues una inmensa mayoría de críticos le reclamaban que el Teatro Español no debe privarse de esa tradicional representación teatral y aunque Narros no es muy partidario de esa obra ante las presiones finalmente accedió, pero creando un Tenorio renovado en ciertos aspectos, con música más actual y sobre todo una escenografía diferente, dotando a sus protagonistas de ciertos matices mas humanos y cercanos, no vistos anteriormente.
 En este montaje Narros se quejó del hecho de no tener el suficiente tiempo para realizar los ensayos necesarios.


Callad, por Dios, ¡oh! don Juan,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que, oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal, sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora
y el amor que negó a Dios.
¿Y que he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos,
me vais robado de aquí?
No, don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro.


(Fragmento de la intervención de Doña Inés en la escena del sofá en la obra Don Juan Tenorio)

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