Un añadido que puede resultar algo incomprensible para la casi totalidad de los consumidores de la industria de lujo, que sólo busca pasar un buen rato y sentirse bien. Pero como en todo, los eternos cenizos a los que nada les satisface acaban regalándonos una mejora de la experiencia, sea cual sea el campo que tratemos. Hay que darles las gracias, ya que a ellos les debemos que podamos contar con una alternativa revolucionaria a la religión obligatoria. En este caso, invisible a los ojos. Disponible únicamente a través de tu olfato.
La millonaria industria de la cosmética -y la perfumera en particular- cuenta con un contrapunto fantástico conformado por una pequeña selección de nombres casi desconocidos. Frente a las marcas masivas, encontramos joyas que se caracterizan por su mínima producción o por su inexistente inversión en publicidad. Son las llamadas marcas nicho, que nacen para satisfacer a insatisfechos que raramente dejarán de serlo. Sin embargo, no debemos olvidar a Ernest Beaux -padre de Chanel Nª5-, Francis Kurkdjian -nariz de Dior Homme, Lanvin o Elie Saab- o Jean-Claude Elena -el genio tras los eau de Hermès o Van Cleef & Arples-, que constituyen el grueso de los pesos pesados de las marcas tradicionales, y que son quienes han ideado algunas de las mejores creaciones olfativas de la historia.
Una labor impagable a la que seguramente nunca llegaremos a rendir suficiente tributo. Pero esta vez toca hablar de los que nunca hablamos. Toca aguar la fiesta a quienes nunca desearon ser mentados.
Pero esto de los perfumes nicho no es una novedad reciente
. A lo largo de la historia hemos visto como han ido triunfando perfumes especiales, que no llegaban a la gran masa. Tras una sorprendente -por inesperada- e incontestable colaboración con Tiffany's, en 1984 la diseñadora de joyas Paloma Picasso -hija del artista malagueño- creó una fragancia homónima que aún hoy se vende y cuenta con una clientela fiel. Mujeres de todo el mundo han acabado sucumbiendo a notas oflativas ciertamente particulares -y fortísimas- donde reinan el jazmín, el pachuli o el cilantro. Además, el diseño del frasco -en rojo, negro y oro- se encuentra expuesto en algunos museos de artes decorativas y de diseño. Todos estos elementos hacen de éste un ejemplo palmario del tipo de producto que estamos tratando. Aromas que se distribuyen de forma limitada y que ofrecen en conjunto una experiencia total. Como Fracas, otro perfume francés de similar factura. Con más de 60 años de historia, esta ocurrencia de la casa Robert Piguet -creada por el nariz Germain Cellier- traicionó el destino de su nombre convirtiéndose en todo menos un fracaso. Este otoño incluso han contratado a la actriz Isabelle Hupert para lanzar una edición limitada de la sexagenaria fórmula.
La lista de los clásicos la completan Acqua di Parma -apuesta ganadora desde 1916-, Panama 1924 -homenaje familiar al barbero Antonio Boellis- o Floris, cuya tienda londinense es desde 1730 parada obligatoria de los bon viveur más exclusivos -¡también de James Bond!-. Su historia nace en Menorca, en la isla natal de José Floris -el fundador-, donde los aceites esenciales del Mediterráneo encontraron acomodo en el imaginario de esta casa. Actualmente, la firma sigue en perfecto estado de forma gracias a Edward Bodenham, de la novena generación de la familia, que sigue atendiendo los pedidos de medio mundo desde el emplazamiento original en el corazón de la capital británica: Jermyn Street, 89.
A miles de kilómetros de allí, otra leyenda parecida comenzó a gestarse en 1853. Acqua di Genova, creada por Stefano Frecceri, nació para dar respuesta a la imperante necesidad de llamar la atención de la Casa Real de Saboya. Limón, bergamota y naranja forjan la esencia de un icono de la perfumería decimonónica -y de plena actualidad-. ¿Más clásicos? Courrèges, por ejemplo. El diseño de sus frascos son puro arte contemporáneo
. Otra referencia -esta vez en suelo patrio- es el agua fresca de Álvarez Gómez, una firma madrileña que celebra su centenario este año y que se vende en Nueva York o Londres como una experiencia de puro lujo.
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