El relevo al frente del patronato se retrasa por un cúmulo de razones, entre ellas las políticas
Carlos Zurita y José Pedro Pérez Llorca suenan como posibles opciones.
A la delicada situación económica como consecuencia de los recortes,
de la subida del IVA y de la demostrada incapacidad del Gobierno para
materializar la prometida nueva Ley de Mecenazgo, y a la subsiguiente
imposibilidad de grandes alegrías en cuestión de exposiciones o
adquisiciones, el Museo del Prado suma en estos tiempos una anomalía, en
la que no es descartable la intervención de factores extramuseísticos
—véase políticos— y que, en cualquier caso, debería quedar resuelta este
mismo jueves por bien de la paz social en el Edificio Villanueva: la
ausencia, desde el pasado mes de mayo, de un presidente en el Real
Patronato del museo.
Fue el 24 de mayo cuando el hasta entonces presidente, Plácido Arango, dejó el órgano colegiado de gobierno que asesora y rige los destinos de la pinacoteca. Arango, mexicano de origen asturiano, empresario de fuste (fundador del grupo VIPS) y propietario de una de las más importantes colecciones de arte privadas de España, anunció su decisión irrevocable de no repetir mandato
. Lo había asumido en 2007 y llegaba legalmente a su fin, ya que los estatutos del Prado marcan una presidencia de cinco años. El director del Prado, Miguel Zugaza, trató de convertir lo irrevocable en revocable, consciente de la dificultad que supondría organizar el relevo de una personalidad de tanto prestigio y consenso. No pudo ser y el también patrón del Reina Sofía y del Metropolitan de Nueva York anunció que no seguiría.
Desde entonces, y con Amelia Valcárcel como presidenta en funciones en su calidad de vicepresidenta, todo han sido elucubraciones sobre el posible candidato o candidata
. La cuestión tenía que haber quedado resuelta en julio. Para Valcárcel, la designación de un presidente es una cuestión de urgencia: “Esto se tenía que haber solucionado mucho antes, necesitamos ya contar con una voz articulada para defender nuestra institución cultural más importante. Vivimos un momento muy complicado por el recorte del presupuesto. El Prado necesita un apoyo decidido del Estado.
No es normal que el Louvre cuente con 100 millones de euros de aportación pública y El Prado tenga 11,5”. Es, de hecho, la opinión del director del museo: “Es difícil encontrar un sustituto a Plácido Arango, y más en estos momentos; nuestra mayor preocupación es resolver la situación creada por el severo recorte de los presupuestos”.
De entre todas las hipótesis, hubo quienes volvieron a pronunciar el nombre de Javier Solana. Su candidatura ya había saltado a la palestra antes del verano de 2011, apoyada por la entonces ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde
. A la sazón, Solana era, sin duda, un candidato que contaba con un sólido prestigio como gestor cultural. Fue ministro de Cultura en el primer gobierno socialista de Felipe González, y durante su mandato se firmó el acuerdo definitivo para la instalación en Madrid de la colección Thyssen.
Sin embargo, la opción Solana quedó descartada y sigue descartada.
Hoy, con el Partido Popular en el Gobierno, parece inviable que un socialista con las responsabilidades políticas que ha tenido Javier Solana pudiera sentarse en la presidencia del Prado.
Y lo mismo, con toda probabilidad, habría ocurrido a la inversa.
Sin embargo, el nombre de Solana no sonaba mal en el Partido Popular, como recuerdan algunas fuentes conocedoras de los movimientos en favor del exministro.
La que fue principal impulsora de su candidatura, Ángeles González-Sinde, reconoce que Solana fue desde el principio su candidato.
“Lo hablé con él y le gustaba mucho la idea, yo creo que para él era un proyecto muy querido, y era una opción muy bien vista en Moncloa, una opción de consenso.
Era perfecto para sustituir a un presidente de patronato tan extraordinario como Plácido Arango”.
Un nuevo nombre empezó después a corretear por algunos mentideros: José María Aznar. La nueva alternativa era, nadie lo negará, jugosa y morbosa. Alejado de la primera línea del fuego político y de su sueño eterno de presidir el Real Madrid, el innegable carnet de baile en cuestión de agenda internacional de Aznar —como la de Solana— parecía un argumento en su favor para aterrizar en El Prado.
Su absoluta desconexión del mundo de los museos era sin duda un argumento en contra. Al final, el expresidente no pasó de ser eso: carne de confidencial.
El principal elemento de debate en el seno del patronato es si su presidente ha de ser de forma prioritaria alguien procedente del mundo del arte y los museos —como Arango— o si alguien externo por completo a él puede desempeñar la función con la misma eficacia.
En ese sentido, dos nuevos nombres se han dejado oír recientemente.
Y esos dos nombres se han acabado convirtiendo en los favoritos para las (imaginarias) casas de apuestas de cara a la reunión de este jueves. El primero de ellos casa a la perfección con la primera de las casuísticas mencionadas.
Se llama Carlos Zurita, duque de Soria, presidente de la Fundación de Amigos del Museo del Prado, vocal del patronato y tiene un plus: es cuñado del Rey, condición nada baladí en un cargo como presidente del Real Patronato del Prado. El segundo es la quintaesencia de la segunda casuística.
Se llama José Pedro Pérez Llorca, fue uno de los siete padres de la Constitución, varias veces ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez, abogado en ejercicio, profesor de Derecho Constitucional y ajeno del todo al universo artístico-museístico.
Y también tiene un plus: es la apuesta de Moncloa para este cargo.
Uno de los patronos, el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Antonio Bonet Correa, lo tiene claro en este debate: “El presidente del patronato tiene que ser alguien del mundo del arte, o coleccionista, o mecenas, o historiador del arte… Debe tener prestigio internacional en cuestiones artísticas. En ese sentido, creo que tanto Javier Solana como Carlos Zurita serían candidatos perfectos”. Parecida es la opinión de Amelia Valcárcel (“Si alguien conoce el día a día del museo es una gran ventaja”), aunque se muestra pragmática y concluye: “Es evidente que quien presida el patronato ha de contar con la confianza del Gobierno”.
En el mundo del arte, según fuentes consultadas por este periódico, coinciden en señalar la opción de Carlos Zurita como la más adecuada para el futuro del museo.
Un miembro del patronato, que prefiere mantener el anonimato, afirma con contundencia: “Preferimos a alguien de dentro de la vida del museo para presidir el Prado.
Desde el Gobierno nos aseguraron que iba a ser así”.
La presidencia del Real Patronato del Museo del Prado es todo menos un cargo simbólico.
De este puesto dependen un sinfín de decisiones relativas, por ejemplo, a la consecución de recursos propios del museo y su financiación.
Este jueves se sabrá si hay o no fumata blanca en el Edificio Villanueva. Si es blanca, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, podrá nombrar al nuevo presidente a propuesta del patronato, como marcan los estatutos.
Si es negra, Wert habrá sumado un nuevo fracaso a su gestión.
Fue el 24 de mayo cuando el hasta entonces presidente, Plácido Arango, dejó el órgano colegiado de gobierno que asesora y rige los destinos de la pinacoteca. Arango, mexicano de origen asturiano, empresario de fuste (fundador del grupo VIPS) y propietario de una de las más importantes colecciones de arte privadas de España, anunció su decisión irrevocable de no repetir mandato
. Lo había asumido en 2007 y llegaba legalmente a su fin, ya que los estatutos del Prado marcan una presidencia de cinco años. El director del Prado, Miguel Zugaza, trató de convertir lo irrevocable en revocable, consciente de la dificultad que supondría organizar el relevo de una personalidad de tanto prestigio y consenso. No pudo ser y el también patrón del Reina Sofía y del Metropolitan de Nueva York anunció que no seguiría.
Desde entonces, y con Amelia Valcárcel como presidenta en funciones en su calidad de vicepresidenta, todo han sido elucubraciones sobre el posible candidato o candidata
. La cuestión tenía que haber quedado resuelta en julio. Para Valcárcel, la designación de un presidente es una cuestión de urgencia: “Esto se tenía que haber solucionado mucho antes, necesitamos ya contar con una voz articulada para defender nuestra institución cultural más importante. Vivimos un momento muy complicado por el recorte del presupuesto. El Prado necesita un apoyo decidido del Estado.
No es normal que el Louvre cuente con 100 millones de euros de aportación pública y El Prado tenga 11,5”. Es, de hecho, la opinión del director del museo: “Es difícil encontrar un sustituto a Plácido Arango, y más en estos momentos; nuestra mayor preocupación es resolver la situación creada por el severo recorte de los presupuestos”.
De entre todas las hipótesis, hubo quienes volvieron a pronunciar el nombre de Javier Solana. Su candidatura ya había saltado a la palestra antes del verano de 2011, apoyada por la entonces ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde
. A la sazón, Solana era, sin duda, un candidato que contaba con un sólido prestigio como gestor cultural. Fue ministro de Cultura en el primer gobierno socialista de Felipe González, y durante su mandato se firmó el acuerdo definitivo para la instalación en Madrid de la colección Thyssen.
Sin embargo, la opción Solana quedó descartada y sigue descartada.
Hoy, con el Partido Popular en el Gobierno, parece inviable que un socialista con las responsabilidades políticas que ha tenido Javier Solana pudiera sentarse en la presidencia del Prado.
Y lo mismo, con toda probabilidad, habría ocurrido a la inversa.
Sin embargo, el nombre de Solana no sonaba mal en el Partido Popular, como recuerdan algunas fuentes conocedoras de los movimientos en favor del exministro.
La que fue principal impulsora de su candidatura, Ángeles González-Sinde, reconoce que Solana fue desde el principio su candidato.
“Lo hablé con él y le gustaba mucho la idea, yo creo que para él era un proyecto muy querido, y era una opción muy bien vista en Moncloa, una opción de consenso.
Era perfecto para sustituir a un presidente de patronato tan extraordinario como Plácido Arango”.
Un nuevo nombre empezó después a corretear por algunos mentideros: José María Aznar. La nueva alternativa era, nadie lo negará, jugosa y morbosa. Alejado de la primera línea del fuego político y de su sueño eterno de presidir el Real Madrid, el innegable carnet de baile en cuestión de agenda internacional de Aznar —como la de Solana— parecía un argumento en su favor para aterrizar en El Prado.
Su absoluta desconexión del mundo de los museos era sin duda un argumento en contra. Al final, el expresidente no pasó de ser eso: carne de confidencial.
El principal elemento de debate en el seno del patronato es si su presidente ha de ser de forma prioritaria alguien procedente del mundo del arte y los museos —como Arango— o si alguien externo por completo a él puede desempeñar la función con la misma eficacia.
En ese sentido, dos nuevos nombres se han dejado oír recientemente.
Y esos dos nombres se han acabado convirtiendo en los favoritos para las (imaginarias) casas de apuestas de cara a la reunión de este jueves. El primero de ellos casa a la perfección con la primera de las casuísticas mencionadas.
Se llama Carlos Zurita, duque de Soria, presidente de la Fundación de Amigos del Museo del Prado, vocal del patronato y tiene un plus: es cuñado del Rey, condición nada baladí en un cargo como presidente del Real Patronato del Prado. El segundo es la quintaesencia de la segunda casuística.
Se llama José Pedro Pérez Llorca, fue uno de los siete padres de la Constitución, varias veces ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez, abogado en ejercicio, profesor de Derecho Constitucional y ajeno del todo al universo artístico-museístico.
Y también tiene un plus: es la apuesta de Moncloa para este cargo.
Uno de los patronos, el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Antonio Bonet Correa, lo tiene claro en este debate: “El presidente del patronato tiene que ser alguien del mundo del arte, o coleccionista, o mecenas, o historiador del arte… Debe tener prestigio internacional en cuestiones artísticas. En ese sentido, creo que tanto Javier Solana como Carlos Zurita serían candidatos perfectos”. Parecida es la opinión de Amelia Valcárcel (“Si alguien conoce el día a día del museo es una gran ventaja”), aunque se muestra pragmática y concluye: “Es evidente que quien presida el patronato ha de contar con la confianza del Gobierno”.
En el mundo del arte, según fuentes consultadas por este periódico, coinciden en señalar la opción de Carlos Zurita como la más adecuada para el futuro del museo.
Un miembro del patronato, que prefiere mantener el anonimato, afirma con contundencia: “Preferimos a alguien de dentro de la vida del museo para presidir el Prado.
Desde el Gobierno nos aseguraron que iba a ser así”.
La presidencia del Real Patronato del Museo del Prado es todo menos un cargo simbólico.
De este puesto dependen un sinfín de decisiones relativas, por ejemplo, a la consecución de recursos propios del museo y su financiación.
Este jueves se sabrá si hay o no fumata blanca en el Edificio Villanueva. Si es blanca, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, podrá nombrar al nuevo presidente a propuesta del patronato, como marcan los estatutos.
Si es negra, Wert habrá sumado un nuevo fracaso a su gestión.
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