Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 sept 2012

Cuatro Noches

Cuatro noches con mar de leva. Cuatro noches y las jornadas que se impone el mar, que en mis oídos se traducen en un estruendo que no aminora sino para sumar más fuerzas, aunque no pierde ni una sola de ellas; por el contrario, parece que las fuerzas que construyen el oleaje vienen desde todos los ángulos, cada una con su misión particular, con su martillero, su fragua a cuestas, sus obsesiones de constructoras efímeras.
Ya no es que el fragor suene a derecha y a izquierda, sino que envuelve mi cráneo con los sonidos de un océano cósmico originario, o bien provoca el efecto de una hoja seca arrojada como una cabeza zajada al gran encontronazo de flujos, resacas, embates, retumbos..., las olas desplomándose para que las avanzadas, que regresan de las rocas, se crucen con las nuevas, y aun con las que vienen después...
Y así, con pormenores concienzudos, interminables, las noches y los días de mar de leva, la claridad de oro tranquilo después del ocaso, la medialuna subiendo entre rosas y ópalos por los riscos meridionales, y casi se olvida uno del océano, como en El Hierro lo hicimos de los movimientos sísmicos, y aun del volcán submarino.
Termina el día. La costa se llena de luces. A veces, en medio de la noche, de tanto mirarlas se olvida uno de que serpean por un paisaje destrozado a pleno sol, y es como si fueran las diademas de otra orilla, de una orilla con raíces en la Isla pero de respiro celestial, universal y eterno.

© José Carlos Cataño

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