El Tribunal Supremo ha ratificado una condena contra Federico Jiménez Losantos por intromisión del honor del periodista José Antonio Zarzalejos.
Losantos ha sido condenado a pagar cien mil euros y a divulgar la sentencia en varios medios.
El caso proviene de los insultos intimidatorios con los que el periodista condenado, entonces en la Cope, trató de vejar con reiteración, falta de respeto, risa y alevosía, a su colega, que era director de Abc y había cometido el delito de no sumarse en 2004 a la teoría conspiratoria y conspiranoica según la cual el atentado de Atocha no había sido cometido por islamistas sino por gentes de montañas más cercanas.
El listado de los impromperios es imprescindible para entender los niveles de insulto reiterado a los que llegó el radiofonista de la Cope, ahora en esRadio.
Dijo Jiménez Losantos que Zarzalejos era "inútil", "provinciano intelectual", "traidor", "necio", "analfabeto funcional", "sicario", "pobre enfermo, "bobo"...
Además, y esto no lo contempla la sentencia pues al parecer ya le ha sido perdonado a Losantos, emprendió una campaña para que los suscriptores de Abc dejaran de comprar el periódico.
El insulto al que fue sometido Zarzalejos no es distinto al trato que otros personajes públicos, del periodismo o de la política o de las finanzas o de las artes, han sido sometidos en este y en otros foros.
José Antonio Zarzalejos ha tenido el coraje de insistir hasta que el Supremo ha emitido esta sentencia dándole la razón en su afán por limpiar su honor.
Él ha ganado, pero otros ni intentan plantar cara a los que los insultan tan solo porque la justicia es lenta, y mientras ésta se produce los insultadores llenan sus foros, sus emisoras o sus periódicos con bilis parecida.
Y luego es posible que el juzgado sobresea o trate de quitarle importancia al insulto proferido.
En este caso, el Tribunal Supremo estima que lo que dijo el insultador radiofónico no se sostiene en virtud del derecho a la libertad de expresión.
La libertad de expresar no es la libertad de insultar.
La libertad de discrepar no da vía libre al insulto, a la vejación y a la burla.
En España circula el lugar común de que la libertad de expresión lo ampara todo, y por ese hueco se ha colado una enorme cantidad de insultadores cuyo sentido de la ética, tan laxo, les inspira lo peor que se puede decir de sus adversarios.
Por desgracia, Jiménez Losantos no está solo en el ejercicio de esa panoplia de adjetivos que él usó contra Zarzalejos y que otros, en otros foros, digitales o impresos, abundan para amedrentar, ofender y vejar
. La justicia debería ser más veloz y más radical, para que se pueda circular por la vida civil con la seguridad de que nadie recibe de otro los improperios por los que Zarzalejos protestó en sede judicial
. Otros insultados ni intentan hacerse oír porque, a su lado, compañeros e incluso jueces, les instan a que guarden silencio para que la venganza que suponen no los lleve más al lado en el que los quieren meter los usufructuarios gritones y burlones de la libertad de expresión.
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