Leo McCarey, tras el éxito
obtenido con la versión de 1939 a partir del argumento ideado por él
mismo y Mildred Cram, en la que contó con Charles Boyer e Irene Dunne en
un rodaje en blanco y negro, dieciocho años después se le ocurrió
volver a dar vida al bello romance entre Nicolo Ferrante y Terry McKay,
materializándolos esta ven en dos magníficos que coparon los puestos
principales de las estrellas de Hollywood a mediados del siglo veinte:
Cary Grant y Deborah Kerr. Del blanco y negro al color, de la década de
los treinta a la de los cincuenta, y la sensible diferencia entre dos
parejas de actores que transfirieron dos matices únicos a una historia
de amor tintineante de chispa y de ternura.
Un romance de ésos de los años dorados de Hollywood, de los que surgen en mitad de un ambiente idílico y en las circunstancias menos propicias, en el que dos extraños pegan la hebra y repentinamente parecen hechos el uno para el otro… Las conversaciones brotan en torrente, con suma facilidad, las bromas se alternan, los comentarios ocurrentes salen de los labios casi sin pensar… Y sin decir nada importante, se lo están diciendo todo devorándose los ojos o con esos gestos que, menos comedidos que las palabras, delatan los sentimientos. Es una química inexplicable, difícil de expresar en palabras incluso después de milenios y milenios uniendo a personas con esos lazos que al instante te hacen ver que estás ante alguien que te hace sentir realmente bien. ¿Por qué el corazón te late más deprisa cuando estás con él o ella, y no te pasa eso con otros? ¿Por qué te entran esos nervios? ¿Por qué cuando estás en su compañía no quieres que el tiempo pase, y cuando no está contigo, deseas hacer girar más deprisa las agujas del reloj? ¿Qué más da que ya tengas un compromiso matrimonial con otra persona que te espera cuando el barco arribe a puerto? Aunque te sientas culpable por ello, en el fondo sabes que es así. Tu corazón te empuja hacia ese ser maravilloso que has conocido a bordo, en un crucero que, por más que el mundo se empeñe en negarlo, fue planeado por los hados exclusivamente para vuestro encuentro.
Pero aún no es el momento… Hay explicaciones que dar a terceras personas, hay que prepararse para las eventualidades futuras… Muchas cosas han dado un giro.
Seis meses será el plazo para aclararse y arrojarse definitivamente desde el trampolín. El Empire State Building será el cómplice y testigo de su unión.
Una
encantadora comedia dramática y romántica dulce, divertida y triste,
con un Cary Grant tan irresistible como acostumbra y una Deborah Kerr
deslumbrante y adorable, ambos aportando ese puntito cómico con sus
atrayentes diálogos salpicados de golpes de humor, y que son, junto con
la idílica y cálida fotografía en color de tonos saturados, vivos y
atractivos para la vista, y la suave música (destacando las canciones
interpretadas por la propia Deborah y por los niños del coro), los
elementos clave que convierten lo que podía haber sido una comedieta
amorosa corriente, en un regalo muy especial que primorosamente nos
tendió Leo McCarey, y con el que yo me siento orgullosa de contar en mi
videoteca.
PUEDES VERLO EN LA SECCION DE
HISTORIA DEL CINE
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