¿Y qué habrá a la vuelta?
¿Qué acostumbra a pasar al día siguiente del terremoto? Que suele haber réplicas.
Eso es lo que suele suceder. Sobre todo a la vista del gran éxito de los anuncios de Rajoy: subida de la prima de riesgo, caída de la Bolsa y la rentabilidad del bono se mantiene en un imposible 6,6%. Busquemos, pues, otro culpable, éste ya sacado del baúl de los clásicos: las comunidades autónomas. La réplica de hoy, pues, con las autonomías. Reunión del Consejo de Política Fiscal. Rayos y truenos.
Es posible que muchas no cumplan con el déficit. ¿Y? ¿Acaso alguien cree que el Gobierno central sí lo hace? ¿A quién pretenden engañar? Es la táctica preferida de nuestro amigo el señor presidente: las culpas, a otros. Y para lograr el enfado y justificar el ataque se hace la injusticia: si se logra en Europa un retraso en cumplir con el límite de déficit, éste no se hace extensivo a las autonomías, que son, a fin de cuentas, a las que corresponden todos los gastos directos de atención a los ciudadanos. ¿Ciudadanos, hemos dicho? Que se jodan, gran eslogan que parece que pueden patentar por tierras valencianas o castellonenses.
Y están ustedes leyendo el último Ojo de la temporada. Dejo un país intervenido. ¿Qué encontraré a la vuelta? Al final les cuento algunas cosas. Si son tan amables…
Eso es lo que suele suceder. Sobre todo a la vista del gran éxito de los anuncios de Rajoy: subida de la prima de riesgo, caída de la Bolsa y la rentabilidad del bono se mantiene en un imposible 6,6%. Busquemos, pues, otro culpable, éste ya sacado del baúl de los clásicos: las comunidades autónomas. La réplica de hoy, pues, con las autonomías. Reunión del Consejo de Política Fiscal. Rayos y truenos.
Es posible que muchas no cumplan con el déficit. ¿Y? ¿Acaso alguien cree que el Gobierno central sí lo hace? ¿A quién pretenden engañar? Es la táctica preferida de nuestro amigo el señor presidente: las culpas, a otros. Y para lograr el enfado y justificar el ataque se hace la injusticia: si se logra en Europa un retraso en cumplir con el límite de déficit, éste no se hace extensivo a las autonomías, que son, a fin de cuentas, a las que corresponden todos los gastos directos de atención a los ciudadanos. ¿Ciudadanos, hemos dicho? Que se jodan, gran eslogan que parece que pueden patentar por tierras valencianas o castellonenses.
Y están ustedes leyendo el último Ojo de la temporada. Dejo un país intervenido. ¿Qué encontraré a la vuelta? Al final les cuento algunas cosas. Si son tan amables…
En La Razón siguen los articulistas hablando de sus cosas, que para qué hacerlo de lo importante. Uno –Pedro Narváez- escribe sobre los mineros –esos “zombis”, dice, para de paso llamar a Méndez y Toxo “muñecos del tren de la bruja”-, y otro –José María Marco- para lamentarse de que “los jóvenes tampoco lo tienen fácil a la hora de montar sus propias empresas”. Que es, como todo el mundo sabe, el problema más acuciante con el que se encuentra una sociedad sobre la que han caído las treinta y tantas plagas de Egipto en forma de Mariano Rajoy. Criaturas, esos pobres emprendedores, lo que sufren… En el editorial, leña a las comunidades autónomas, como manda hacer el Gobierno central, que en el periódico de Marhuenda son muy obedientes: “Urge racionalizar las administraciones autonómicas y su gasto insostenible”.
Pues para qué les voy a contar cómo viene Abc: “La defensa numantina que algunas comunidades autónomas -algunas gobernadas por el PP- hicieron ayer de su ya insostenible techo de gasto representa un agravio comparativo hacia todos los sectores de la sociedad que en los últimos meses han asumido los recortes dictados por el Ejecutivo. Las medidas anunciadas por Mariano Rajoy en el Congreso son una respuesta dolorosa, pero inevitable, ante una situación definida por el propio presidente del Gobierno como de ‘extrema gravedad”.
Y veamos qué dicen los comentaristas.
Por ejemplo, la prosopopeya de Hermann Tertsch: “Ahora sí que estamos ya en la hora de la verdad. Una hora que se anuncia larga y no concluirá hasta que podamos ver juntos los españoles indicios seguros y constantes de que hemos recuperado un cierto pulso económico y hemos dejado atrás la agonía. Ahora, con el paquete de medidas que nadie quería pero nadie podía evitar, hemos entrado en esta fase decisiva en la que se pondrá a prueba nuestra cohesión civil social y nacional, una y la misma. Ahora habrá de verse si somos esa sociedad europea que desde hace unas décadas creemos ser. O sí seguimos anclados en comportamientos primitivos, propios de un retraso histórico que ha pesado sobre nosotros corno una maldición”. ¿Y? Después de tanta bambolla, ¿dice algo de la rebaja del subsidio del paro, de la subida del IVA, de los recortazos a los funcionarios?
En absoluto, que las advertencias son para prevenirnos –ay- de otras agresiones: “El gran riesgo para esta modernización no está sólo en las resistencias de la clase política de la corrupción, de los círculos más reaccionarios del sindicalismo y los nacionalismos periféricos. Está también y sobre todo en la violencia.
Desde que quedó claro que el zapaterismo no se consolidaría como régimen y la alternancia política con la derecha era inevitable, sectores de la izquierda han coqueteado con la violencia y la amenaza de la misma. Se ha visto con el movimiento antisistema y ahora muy claramente con los mineros, cuya violencia en Asturias no han condenado ni los partidos de izquierda ni los sindicatos. Existen fuerzas que han comenzado una ofensiva retórica muy peligrosa. Desde los que llaman ‘golpe de Estado’ a medidas de reforma contra la crisis hasta los que llaman ‘violencia’ a todo lo que no les gusta.
Para equiparar las acciones políticas a las violentas que ellos preparan y promueven”. Ahí.
El Mundo viene con las mismas: “El irresponsable pulso al Gobierno de las autonomías”. Basta un párrafo: “No es en absoluto habitual que las comunidades del PP se opongan a los planes de su Gobierno.
En un momento de extraordinaria dificultad -postración, llegó a decir el presidente-, la actuación de Monago -que debería renunciar ya al pacto contra natura que mantiene con IU- y de un irreconocible Juan Vicente Herrera supone toda una irresponsabilidad, puesto que contribuye a debilitar la posición de Mariano Rajoy de cara al exterior”. Para qué decirles más…
Aún los hay que nos auguran mayores males. Editorial de La Gaceta: “Los españoles le entregaron las llaves de La Moncloa al Partido Popular para que hiciera aquello que Zapatero no quiso hacer: sanear el presupuesto. Ahora sólo cabe esperar que a Mariano Rajoy no le tiemble el pulso ante los futuros reajustes que, nadie lo dude, siguen siendo absolutamente necesarios”. Una alegría. Y eso que ellos mismos saben que todo lo hecho no sirve para nada. Aleix Vidal-Quadras, europarlamentario del PP y habitual contertulio de Intereconomía: “Semejante esfuerzo de ahorro se traduce de inmediato en una caída de la actividad económica que a su vez disminuye la recaudación tributaria con la consiguiente necesidad de incrementar la presión fiscal y el desencadenamiento de una espiral descendente y perversa que nos hunde cada vez más en el hoyo”. Tan claro lo ve como nuestro conocido José García Domínguez, de Libertad Digital: “Bien lo saben todas las casandras: que semejante cirugía sea inevitable -y para un país sin moneda propia lo es- no resulta incompatible con lo muy evidente de su definitiva, absoluta inanidad.
Porque de nada servirá. He ahí el drama de los devotos de ese quimérico oxímoron, la contracción expansiva. Y es que no son capaces de dar con ejemplo real alguno que acredite las virtudes milagrosas del cuento de la austeridad. En Grecia, en Portugal, en Irlanda, allí donde se ha obedecido -qué remedio- la doctrina del ajuste fiscal duro, el PIB ha respondido tal como prevén los manuales universitarios de introducción a la Economía: derrumbándose”.
Hasta la muy leal Cristina Losada se permite una crítica. Moderada, que tampoco es cosa de pasarse: “De los polvos de la retórica populista con la que se opuso al mini ajuste de Zapatero vinieron ciertos lodos que ahora han tenido que retirarse de forma precipitada. Y, en fin, si aquel tijeretazo, que fue de manicura, lo etiquetaron como el ‘mayor recorte social de la democracia’, ya me dirán qué nombre le ponen a éste. No siempre es así, para qué engañarse, pero la demagogia ha pasado esta vez factura”.
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