Lo de los tríos es siempre muy complicado.
Ahora estamos en Rajoy-Hollande-Merkel. Pero si además se pasan por el tamiz de nuestros cornetas, la solución es imposible, que de una ecuación de primer grado, que sí, que bueno, que tiene lo suyo, logran hacer la hipótesis de Riemann. Ya verán qué cosas tan inextricables, ya. Pero todo es más sencillo, y así lo verían nuestros chicos si no tuvieran las orejeras del ultraliberalismo clavadas en las sienes. El problema es muy simple, porque es obvio que a los países europeos –y sobre todo a sus ciudadanos, que son la madre del cordero- les interesa un cierto relajamiento –el que sea- en los objetivos de déficit de imposible cumplimiento, a la vez que la evidencia señala que hay que potenciar el crecimiento, también en la medida que se acuerde. Esa es, más o menos, la postura de Hollande, que parece respaldada por Obama, y que ya el italiano Monti aparenta haber comprado. ¿Frente a Merkel? Pues no hay por qué, que lo sensato es llegar a un acuerdo, para lo que habrán de ceder ambos en sus cifras hasta alcanzar el punto para el despegue adecuado
. Y si a toda Europa le interesa ese pacto, a España, todavía más, ahogada por fuera y por dentro.
¿Por qué, entonces, en lugar de potenciar ese acuerdo, y hacerle ver a Rajoy que debe apostar por él, sin elegir a mamá o a papá, nuestros cornetas se empeñan en alinearnos con el bando que mayores sufrimientos va a traernos, sin que se vislumbre en el horizonte mejora alguna, que de los rayos de esperanza de Luis de Guindos mejor hacemos como si no los hubiéramos oído…
Y dicho esto, el catavenenos se niega a comentar el bochornoso pedigrí de las consultoras que van a mirar nuestros bancos, que hay que ser de una determinada pasta para creer que semejantes cuatreros pueden darnos más credibilidad que los técnicos del Banco de España. Un insulto.
¿Usted cree que el problema de Gibraltar –si existiera- es calcadito al de ETA? Si es que no me estudian nada. Lean hasta el final, háganme el favor.
A ver. Les decía de párrafos esotéricos. Ahí va este del editorial de Abc: “Las maniobras del primer ministro italiano -que ha intentado debilitar el mensaje de Merkel, apoyándose en Hollande- son ahora poco beneficiosas para Italia o para España, pero Rajoy ha hecho bien en aceptar la invitación para participar en la reunión que Monti había convocado en Roma y preparar la decisiva cumbre de junio al lado de la canciller”. O sea, que sí que sí, que sí, que a La Parrala le gusta el vino, que no, que no, que no, ni el aguardiente ni el marrasquino. Bobería, pues, insistir, como hace, en que “Frente a Francia, Rajoy y Merkel, cada cual desde su posición, han lanzando el mensaje adecuado, que consiste en que el mejor camino para salir cuanto antes de la crisis es acelerar las reformas”. Lo dicho: las orejeras
Ahora estamos en Rajoy-Hollande-Merkel. Pero si además se pasan por el tamiz de nuestros cornetas, la solución es imposible, que de una ecuación de primer grado, que sí, que bueno, que tiene lo suyo, logran hacer la hipótesis de Riemann. Ya verán qué cosas tan inextricables, ya. Pero todo es más sencillo, y así lo verían nuestros chicos si no tuvieran las orejeras del ultraliberalismo clavadas en las sienes. El problema es muy simple, porque es obvio que a los países europeos –y sobre todo a sus ciudadanos, que son la madre del cordero- les interesa un cierto relajamiento –el que sea- en los objetivos de déficit de imposible cumplimiento, a la vez que la evidencia señala que hay que potenciar el crecimiento, también en la medida que se acuerde. Esa es, más o menos, la postura de Hollande, que parece respaldada por Obama, y que ya el italiano Monti aparenta haber comprado. ¿Frente a Merkel? Pues no hay por qué, que lo sensato es llegar a un acuerdo, para lo que habrán de ceder ambos en sus cifras hasta alcanzar el punto para el despegue adecuado
. Y si a toda Europa le interesa ese pacto, a España, todavía más, ahogada por fuera y por dentro.
¿Por qué, entonces, en lugar de potenciar ese acuerdo, y hacerle ver a Rajoy que debe apostar por él, sin elegir a mamá o a papá, nuestros cornetas se empeñan en alinearnos con el bando que mayores sufrimientos va a traernos, sin que se vislumbre en el horizonte mejora alguna, que de los rayos de esperanza de Luis de Guindos mejor hacemos como si no los hubiéramos oído…
Y dicho esto, el catavenenos se niega a comentar el bochornoso pedigrí de las consultoras que van a mirar nuestros bancos, que hay que ser de una determinada pasta para creer que semejantes cuatreros pueden darnos más credibilidad que los técnicos del Banco de España. Un insulto.
¿Usted cree que el problema de Gibraltar –si existiera- es calcadito al de ETA? Si es que no me estudian nada. Lean hasta el final, háganme el favor.
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