Esta actriz, que como Katy Perry tiene un apelllido de lo más elocuente y dado a la chanza fácil, combina en su cuerpo tatuajes de alta literatura como la cita de El Rey Lear (“Todos nos reiremos de las mariposas doradas”) con referencias a Sensación de vivir (en concreto a Brian Austin Green, su amorcito).
En definitiva, su cuerpo tiene la empanada referencial de una de esas carpetas adolescentes donde se enganchan fotos del Ché guerrillero, del Lennon fumado y pacifista, de Miranda Kerr con menos ropa que Tarzán y de Jordan y Einstein mostrándonos su lengua.
Porque sí, el muslamen alenta a la lectura, pero el tatuaje de Fox nos sirve aquí más bien como síntoma de los tatuajes literarios en ambientes más o menos hipsters.
Así lo atestiguan libros como Body type 2: More Typographic Tattoos, de Ina Saltz, y The World Made Flesh: Literary Tattoos from Bookworms Worldwide, de Eva Talmadge y del joven Justin Taylor, quien, además, acaba de sacar novela en España en el sello Alpha Decay.
También el tomo Tatuajes de criminales y prostitutas (Errata Naturae), pero, muy especialmente, la gran multitud de blogs que abordan el tema. En el hipotético crepúsculo de la tinta sobre papel, parece que el píxel se hace carne y la piel, papel.
Las razones de los más tatuados
Hace unos días, alguien se preguntaba en Twitter que si nosotros usamos a Bjôrk y Sigur Ros para musicar cualquier tipo de vídeo sobre Islandia, qué canciones eligirían ellos para darle brío a los nuestros.
Lo mismo podríamos pensar, hasta hace poco, con los tatuajes de los japoneses: ¿introducen bajo su epidermis incomprensibles (para ellos) frases en español? A modo de ejemplo, y por si descubría el significado de algún tatu de futbolista, he tecleado la frase “besa mi trasero” en un traductor online y me ofrece esta solución: My Ass キス. Avisados quedáis.
"Un blog de Publisher’s Weekly hacía público el hit parade de los tatuajes literarios. Ganaba El club de la lucha, de Palahniuk".
Pero también los hay muy razonados. Un blog de Publisher’s Weekly hacía público recientemente el hit parade de los tatuajes literarios.
Ganaba, con muchos cuerpos de ventaja, El club de la lucha, de Chuck Palahniuk. Muy especialmente la frase “Sólo se puede resucitar después del desastre”.
Algunos porque querían tener la cara de Brad Pitt (aunque fuera dibujada con tinta y en la pantorrilla), pero otros por el corte contracultural y la reivindicación de la individualidad, así como por el desafío a cualquier miedo (por íntimo que éste sea).
Todo ello parce animar a la gente a chutarse tinta con letras extraídas de esa novela. No es la única.
“So it goes”, mantra de la novela Matadero Cinco (aquí casi de culto, en EE UU de lectura obligatoria), de Kurt Vonnegut, le sigue muy de cerca. Alicia en el país de las maravillas (con la sonrisa del Gato de Cheshire como frontera entre las lindes de la locura y el genio, o con el Conejo blanco para hablar del tiempo) también triunfa, igual que pegan muy fuerte otros exponentes de la literatura infantil para adultos como Where the Wild Things Are(al margen de la reciente muerte de Sendak, la película ha tenido mucho que ver) o El Principito (la frase “Sólo con el corazón podemos ver bien, lo esencial es invisible a nuestros ojos” es el Don Quijote y el Sgt. Pepper del tatu literario).
Estos y otros son los favoritos de los dos blogs sobre el tema más transitados de la red. Es el caso del blog homónimo del libro The Word Made Flesh (Tattoolit.com) o de Contrawise: Literary Tattoos (contrawise.org). Los creadores del primero insisten en el éxito de autores como Vonnegut, e.e. cummigs, Hary Crews o Shakespeare.
Eva Talmadge explica que todo surgió por una compañera de piso y ambos insisten en que la moda va para largo.
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