Escribí un largo blog glosando la conversación que tuve anoche con Claudio Magris. La técnica no me acompañó, todo se borró cuando le di a publicar. Resumo.
Estaba cansado Magris. Llegaba de un largo viaje, acababa de ir al dentista, se había quemado la nariz con un puro
. Y nosotros estábamos allí, con nuestras libretitas, preguntándole por lo que tanto sabe, y además por los libros. Pero habló. De Europa, de los libros, de la falta de sustancia de los egoísmos europeos. En un momento determinado se removió en la silla; no es un político, sabe tanto de eso como cualquier ciudadano, es un historiador, no es un político.
Y además, y esto lo dijo con un énfasis conmovedor, "Ahora no entiendo nada".
Le dije que algo parecido le había escuchado a Carlos Fuentes en Londres, en una conversación que el escritor recientemente fallecido había tenido con el expresidente chileno Ricargo Lagos para un libro (El siglo que despierta).
Aquel hombre que tenía una metáfora para cada concepto dijo, ante una de las discusiones sobre el difícil porvenir del mundo: "Ahora no entiendo nada".
Al salir de la conversación con Magris me encontré en la puerta del hotel con Norman Manea, el sonriente novelista rumano que vive en Nueva York. Fernando Vallejo me dijo un día que las situaciones difíciles las pueden explicar los años..., o un poeta. Manea es, en cierto sentido, un poeta. He quedado con él este mediodía.
Le preguntaré si él entiende algo.
De eso escribí, pero el doblo de lo que ahora queda escrito. De la tecnología no entiendo (tampoco) absolutamente nada.
Estaba cansado Magris. Llegaba de un largo viaje, acababa de ir al dentista, se había quemado la nariz con un puro
. Y nosotros estábamos allí, con nuestras libretitas, preguntándole por lo que tanto sabe, y además por los libros. Pero habló. De Europa, de los libros, de la falta de sustancia de los egoísmos europeos. En un momento determinado se removió en la silla; no es un político, sabe tanto de eso como cualquier ciudadano, es un historiador, no es un político.
Y además, y esto lo dijo con un énfasis conmovedor, "Ahora no entiendo nada".
Le dije que algo parecido le había escuchado a Carlos Fuentes en Londres, en una conversación que el escritor recientemente fallecido había tenido con el expresidente chileno Ricargo Lagos para un libro (El siglo que despierta).
Aquel hombre que tenía una metáfora para cada concepto dijo, ante una de las discusiones sobre el difícil porvenir del mundo: "Ahora no entiendo nada".
Al salir de la conversación con Magris me encontré en la puerta del hotel con Norman Manea, el sonriente novelista rumano que vive en Nueva York. Fernando Vallejo me dijo un día que las situaciones difíciles las pueden explicar los años..., o un poeta. Manea es, en cierto sentido, un poeta. He quedado con él este mediodía.
Le preguntaré si él entiende algo.
De eso escribí, pero el doblo de lo que ahora queda escrito. De la tecnología no entiendo (tampoco) absolutamente nada.
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