Sin ir más lejos, la Northwestern University de Chicago acaba de publicar un informe acerca de la influencia que tiene la ropa sobre los procesos cognitivos de aquel que la viste, basándose en el comportamiento de un grupo de estudiantes a los que se les encomendó desempeñar determinadas tareas ataviados con idéntica bata blanca: a unos se les dijo que la bata era de médico y a los otros que era de pintor.
A modo de conclusión, los investigadores resolvieron que aquellos que asimilaron su vestir a la praxis médica cumplieron con su cometido de manera más rigurosa y responsable que aquellos que percibieron su atuendo como eso que le sirve al pintor para no mancharse. Según el Dr. Galinsky, uno de los impulsores de este proyecto publicado en The Journal of Experimental Social Psychology, la ropa que te pones, o más concretamente, el significado que ésta tiene, predispone tu manera de actuar. De los 74 voluntarios sometidos a este ejercicio, los que creyeron llevar una bata de médico actuaron con mayor diligencia porque asociaron vestimenta con competencia. No así el resto.
"Me fascinaba la idea de explicar por qué nuestras aptitudes pueden verse modificadas en función de lo que llevamos puesto" asegura Galinsky "especialmente cuando se trata de un uniforme o un disfraz: estos nos ayudan a meternos en un papel hasta el punto que de ellos depende nuestro éxito o credibilidad ".
Que se lo digan a la policía, a los bomberos, o a los actores mismo. Estos últimos jamás alcanzarían los picos de verosimilitud que consiguen con algunos de sus personajes si no fuera por la caracterización.
"La ropa que nos ponemos es capaz de alterar la manera en la que interaccionamos con el resto del mundo porque determina el modo en el que nos ven los demás de la misma manera que condiciona lo que pensamos de nosotros mismos", puntualiza el doctor.
Así, esta terapeuta del vestir, establece la siguiente tabla:
- Si eres de las que nunca tira ropa: te empeñas en seguir conectada al pasado a través de tu armario.
- Si vistes prendas lo más neutras posibles y jamás llevas accesorios: eres conformista y comodona. No te atreves a llamar la atención.
- Si tienes tendencia a ponerte ropa que te viene grande: te niegas a asumir tu talla porque tienes una percepción de tu cuerpo distorsionada.
- Si eres demasiado sexy o inapropiada: buscas la atención equivocada.
- Si no vistes acorde a tu edad (por exceso o defecto de años): intentas vestir de acuerdo a la edad que sientes pero te has quedado a medio camino entre lo que tú ves y lo que ven los demás.
- Si vistes siempre como si fueras a la oficina: te valoras en función de tus logros profesionales.
- Si no llevas nada que no incluya un logo: crees que tu estatus económico es la clave de la aceptación social.
Ella le pone remedio a cada una de sus presunciones.
Nosotros le dejamos la puerta abierta a la conexión emocional.
Porque con la misma determinación que recoge cierto documento sacro aquello de ¡Levántate y anda!: lo primero que hacemos al alzarnos es vestirnos, sea como sea, para volver a caminar.
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