Como casi todos los espacios mitificados, el apartamento de Coco Chanel en París resulta sorprendentemente angosto cuando uno lo visita por primera vez.
Bien es cierto que para estar a la altura de cuanto se ha escrito, fabulado y arañado de él debería ser más del tamaño de un estadio de fútbol que del de una vivienda.
La firma que lleva el nombre de la diseñadora entrega ahora un nuevo y ambicioso homenaje al legado que se gestó en ese edificio de Rue Cambon. Karl Lagerfeld, director creativo de la firma, se alía con la estilista Carine Roitfeld para inmortalizar a variopintos personajes en un libro, La petite veste noire, editado por Steidl, que analiza la perdurabilidad y flexibilidad de una de sus prendas más características: la chaqueta.
La pieza, que Chanel (1883-1971) desarrolló en los años cincuenta a partir del uniforme de los camareros de un hotel austriaco, se convirtió en un símbolo.
De su vida y de su contribución a la historia de la moda. Chanel llevaba un modelo en blanco y negro cuando posó para Douglas Kirkland en 1962.
De ahí salió uno de sus retratos de madurez más célebres, aunque la serie completa no se publicó hasta 2008
. En esa secuencia se puede comprobar por igual el vigor de Coco a los 79 años y el de la chaqueta que nos ocupa. “La elegancia de esta prenda está en la libertad de movimiento”, argumentaba.
Un objetivo que persiguió con un diseño recto, cerrado de arriba abajo, despojada de hombreras y cortado para ganar flexibilidad sin perder apresto.
Desde que abandonara la dirección de la edición francesa de Vogue a final de 2010, Carine Roitfeld se ha convertido en una de las más importantes colaboradoras de Karl Lagerfeld. “Carine Roitfeld es, en cierto sentido, una especie de Coco contemporánea”, sostiene el septuagenario diseñador, que aquí ejerce también de fotógrafo. “Su personalidad no tiene nada que ver, pero deja su sello en lo que toca. Y, como Chanel, es una inspiración para los demás”.
Tras décadas de modificaciones, Lagerfeld y Roitfeld vuelven al origen de la chaqueta para su experimento de resistencia al tiempo y el género. Optan por “el modelo más clásico y parecido al que creó Mademoiselle Chanel”, y con él retratan a hombres y mujeres de varias generaciones: Uma Thurman, Lauren Hutton, Riccardo Tisci, Jane Birkin, Kanye West, Charlotte Casiraghi, Sarah Jessica Parker, Yoko Ono… Las 113 fotografías se presentaron en Tokio en una muestra que viajará a otras ocho ciudades y que también tiene una versión digital (thelittleblackjacket.chanel.com). “Esta chaqueta es como una segunda piel, lo que la coloca en un lugar ajeno a las épocas y a las modas”, reflexiona la artista china Yi Zhou. “Me parece genial la idea de este libro, porque inventarse una segunda piel es un tema existencial que va más allá de la chaqueta. Vivimos en una sociedad en la que podemos reinventarnos cada día a través de las redes sociales. Inventarse una segunda piel es un poco como protegerse de la sociedad de la omniinformación”.
“El estilo de Coco era particularmente duradero”, apunta la actriz estadounidense Kirsten Dunst.
“Esta chaqueta ha representado desde sus orígenes la elegancia cómoda y es el primer blazer que se hizo para la mujer”
. Precisamente, la cuestión del género es uno de los aspectos más esgrimidos en el libro para explicar la longevidad de la pieza. Se trata de una chaqueta masculina importada al armario de las mujeres y que allí se convirtió en un emblema de una nueva feminidad. “Es andrógina, como un ángel de elegancia imposible de definir”, ofrece Inès de la Fressange.
“Con una forma tan sencilla que se vuelve bíblica; digna de asociarse con todo: vaqueros, faldas, nuevos ricos, estrellas de cine, mujeres mayores, caniches…
Es una página en blanco sobre la que se pueden desplegar todas las fantasías”.
Bien es cierto que para estar a la altura de cuanto se ha escrito, fabulado y arañado de él debería ser más del tamaño de un estadio de fútbol que del de una vivienda.
La firma que lleva el nombre de la diseñadora entrega ahora un nuevo y ambicioso homenaje al legado que se gestó en ese edificio de Rue Cambon. Karl Lagerfeld, director creativo de la firma, se alía con la estilista Carine Roitfeld para inmortalizar a variopintos personajes en un libro, La petite veste noire, editado por Steidl, que analiza la perdurabilidad y flexibilidad de una de sus prendas más características: la chaqueta.
La pieza, que Chanel (1883-1971) desarrolló en los años cincuenta a partir del uniforme de los camareros de un hotel austriaco, se convirtió en un símbolo.
De su vida y de su contribución a la historia de la moda. Chanel llevaba un modelo en blanco y negro cuando posó para Douglas Kirkland en 1962.
De ahí salió uno de sus retratos de madurez más célebres, aunque la serie completa no se publicó hasta 2008
. En esa secuencia se puede comprobar por igual el vigor de Coco a los 79 años y el de la chaqueta que nos ocupa. “La elegancia de esta prenda está en la libertad de movimiento”, argumentaba.
Un objetivo que persiguió con un diseño recto, cerrado de arriba abajo, despojada de hombreras y cortado para ganar flexibilidad sin perder apresto.
Desde que abandonara la dirección de la edición francesa de Vogue a final de 2010, Carine Roitfeld se ha convertido en una de las más importantes colaboradoras de Karl Lagerfeld. “Carine Roitfeld es, en cierto sentido, una especie de Coco contemporánea”, sostiene el septuagenario diseñador, que aquí ejerce también de fotógrafo. “Su personalidad no tiene nada que ver, pero deja su sello en lo que toca. Y, como Chanel, es una inspiración para los demás”.
Tras décadas de modificaciones, Lagerfeld y Roitfeld vuelven al origen de la chaqueta para su experimento de resistencia al tiempo y el género. Optan por “el modelo más clásico y parecido al que creó Mademoiselle Chanel”, y con él retratan a hombres y mujeres de varias generaciones: Uma Thurman, Lauren Hutton, Riccardo Tisci, Jane Birkin, Kanye West, Charlotte Casiraghi, Sarah Jessica Parker, Yoko Ono… Las 113 fotografías se presentaron en Tokio en una muestra que viajará a otras ocho ciudades y que también tiene una versión digital (thelittleblackjacket.chanel.com). “Esta chaqueta es como una segunda piel, lo que la coloca en un lugar ajeno a las épocas y a las modas”, reflexiona la artista china Yi Zhou. “Me parece genial la idea de este libro, porque inventarse una segunda piel es un tema existencial que va más allá de la chaqueta. Vivimos en una sociedad en la que podemos reinventarnos cada día a través de las redes sociales. Inventarse una segunda piel es un poco como protegerse de la sociedad de la omniinformación”.
“El estilo de Coco era particularmente duradero”, apunta la actriz estadounidense Kirsten Dunst.
“Esta chaqueta ha representado desde sus orígenes la elegancia cómoda y es el primer blazer que se hizo para la mujer”
. Precisamente, la cuestión del género es uno de los aspectos más esgrimidos en el libro para explicar la longevidad de la pieza. Se trata de una chaqueta masculina importada al armario de las mujeres y que allí se convirtió en un emblema de una nueva feminidad. “Es andrógina, como un ángel de elegancia imposible de definir”, ofrece Inès de la Fressange.
“Con una forma tan sencilla que se vuelve bíblica; digna de asociarse con todo: vaqueros, faldas, nuevos ricos, estrellas de cine, mujeres mayores, caniches…
Es una página en blanco sobre la que se pueden desplegar todas las fantasías”.
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