Por Quinta Temporada
Nadie come en la televisión como Tony Soprano. Ni da más hambre al verle engullir.Quizá el único que disfrute tanto como él es Homer Simpson con su pasión por las rosquillas, cervezas y carne a la barbacoa.
La única diferencia entre ellos es que el primero come por ansiedad, atormentado por cientos de preocupaciones. Es una de sus vías de escape.
El segundo tan solo responde a un instinto primario.
A prácticamente su único instinto. En muchos casos, la comida es fundamental para contar historias y no un mero adorno de fondo.
Define personajes, crea mitos, marca nuestras retinas y activa nuestras papilas gustativas.
Tan importante resulta la cocina, que algunas cadenas han publicado libros con recetas que aparecen (o están inspiradas) en sus series.
Algunas tan sencillas y apetecibles como las que aparecen en este blog.
Otras un poco más inalcanzables, pero igual de llamativas.
Los redactores del blog Quinta Temporada tiramos de estómago (en el mejor sentido) y hacemos un menú de degustación de aquellas series que nos abren el apetito.
Comida en familia con Los Soprano
La familia es fundamental.
En torno a ella gira nuestra vida, y en el caso de Tony Soprano, en torno a sus dos familias, la personal, y la profesional.
Tan entrelazadas entre sí, que le vemos continuamente sentado a la mesa con Carmela (e hijos, tíos, primos…), abriendo una nevera, comiendo un bocata agarrado con fuerza con esos dedazos en el Bada Bing o en Satriale’s y en, por supuesto, el restaurante de Artie Bucco
. Gracias a Los Soprano queremos (y lo queremos ya) esos cannolis de ricota (dulces sicilianos, aunque la familia Soprano tiene su origen en la zona de Nápoles), esos fiambres cortados finitos que Tony asalta en la nevera de su casa, y esos zitis con verduras o tomate y una costra de queso gratinado que sirven a kilos o que llevan cuando visitan a alguien (normalmente para dar un pésame).
Y todo acompañado de un buen vino. A los que no guste el alcohol, siempre les queda el zumo de naranja, pero en este caso no lo recomendamos.
En El padrino, con su pertinente guiño en la primera temporada de Los Soprano, la naranja está siempre relacionada con la muerte…
La familia es fundamental.
En torno a ella gira nuestra vida, y en el caso de Tony Soprano, en torno a sus dos familias, la personal, y la profesional.
Tan entrelazadas entre sí, que le vemos continuamente sentado a la mesa con Carmela (e hijos, tíos, primos…), abriendo una nevera, comiendo un bocata agarrado con fuerza con esos dedazos en el Bada Bing o en Satriale’s y en, por supuesto, el restaurante de Artie Bucco
. Gracias a Los Soprano queremos (y lo queremos ya) esos cannolis de ricota (dulces sicilianos, aunque la familia Soprano tiene su origen en la zona de Nápoles), esos fiambres cortados finitos que Tony asalta en la nevera de su casa, y esos zitis con verduras o tomate y una costra de queso gratinado que sirven a kilos o que llevan cuando visitan a alguien (normalmente para dar un pésame).
Y todo acompañado de un buen vino. A los que no guste el alcohol, siempre les queda el zumo de naranja, pero en este caso no lo recomendamos.
En El padrino, con su pertinente guiño en la primera temporada de Los Soprano, la naranja está siempre relacionada con la muerte…
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