Juan Cruz (El Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) es uno de esos hombres sobre los que uno siempre se pregunta de dónde saca tiempo para tanto.
Está en casi todos los saraos culturales, escribe, edita..., y otra prueba: en dos minutos le llamaron a su móvil un escritor, un cineasta y otro editor.
Dice que es porque no pierde tiempo sintiendo rencor.
El caso es que Cruz, director de coordinación editorial de los grupos PRISA y Santillana, va por su decimosexto libro, en los que ha cultivado casi todos los géneros.
Ha recibido el Premio Canarias de Literatura al conjunto de su obra.Ahora publica Contra la sinceridad, un libro que él define como "un tratado que pide que la gente sea más educada, generosa en sus juicios y dubitativa".
Su teoría es que la gente, apelando a la sinceridad, se cree con derecho a decir a otro lo que piensa, "y no aceptamos que a nosotros nos digan lo mismo.
Hay que plantearse que lo que uno dice a los demás se lo puedan decir a él, evitaría sonrojos".
Escribir este libro le ha servido al autor para reflexionar sobre lo que considera mucho más valioso que la sinceridad, la buena educación.
"Vivimos en un mundo en que el abuso de una supuesta sinceridad ha acabado desnaturalizando la naturalidad y ésta no debe estar reñida con la frescura o la sinceridad, pero debe estar matizada por la buena educación".
A juicio del editor, la buena educación viene de la intuición: "Hay que intuir el estado de ánimo de un alma para irrumpir en ella".
Para el autor de La foto de los suecos, evitar la sinceridad no es sinónimo de mentir ("es respetar las zonas oscuras que tiene la verdad") y se muestra partidario de seguir en la vida las buenas reglas del periodismo: "No se puede dar una información de alguien sin ser verificada".
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