Canarias ha comenzado a respirar el turbio aroma del petróleo.
Aun años antes de que comience una eventual explotación de hidrocarburos, la decisión del ministro de Industria, el canario José Manuel Soria, de autorizar las prospecciones ha levantado a parte de las islas.
Los principales operadores turísticos de Alemania y Reino Unidos se han opuesto —como era previsible— y el Gobierno regional y los cabildos temen que el archipiélago quede asociado al petróleo. Y sin embargo, ¿qué país renunciaría al menos a conocer cuánto petróleo tiene en su subsuelo?
El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, de Coalición Canaria, suena indignado: “Esto es un atropello. Solo en Noruega el petróleo ha mejorado en algo la vida de la gente
. Esto son beneficios para una multinacional como Repsol que tiene en el ministro Soria a su mejor embajador”.
San Ginés cree que Industria ha acelerado el permiso porque en un año entrará en vigor una directiva europea más rigurosa para evitar vertidos como el del golfo de México.
Lo cabildos esgrimen los recelos de sus principales clientes: los operadores turísticos de Alemania y Reino Unido. El jefe de Sostenibilidad de la alemana TUI, Harald Zeiss, afirma en un correo enviado al cabildo de Fuerteventura que un vertido sería devastador:
“Una tragedia así no dañaría la temporada turística durante un año, sino que los potenciales visitantes siempre asociarían Canarias con el petróleo (como ocurre con Nueva Orleans y el Katrina)”.
La patronal británica de viajes, la ABTA, en una carta enviada el miércoles a Soria insistía: “Canarias representa uno de los destinos clave para el Reino Unido y la exploración petrolífera podría resultar un daño considerable al turismo”.
La prensa alemana y británica ha comenzado a asociar a Canarias con el petróleo. El temor no es a las plataformas —los sondeos son a unos 60 kilómetros del litoral— sino al impacto de un eventual vertido sobre el monocultivo de la zona: el turismo.
Industria considera que no hay riesgo para el turismo y que el potencial del recurso bien vale una bronca. Soria ha dejado claro: “Hay dos opciones, o el petróleo de Canarias lo saca solo Marruecos o lo sacamos los dos”, en alusión a los trabajos que realiza en sus aguas frente a las islas, ya que, según el Ejecutivo, puede tratarse de la misma bolsa.
Paulino Rivero, de Coalición Canaria, presidente autonómico gracias a un pacto con los socialistas, se ha envuelto en la bandera del medio ambiente para cargar contra Soria, antiguo vicepresidente en alianza con los nacionalistas y ganador de las elecciones autonómicas de hace un año. No ha importado el historial de CC a favor de polémicos proyectos como el puerto industrial de Granadilla, en una playa virgen.
El catedrático de Recursos Energéticos en la Universidad de Barcelona Mariano Marzo cree que la situación se ha desmadrado: “Por el momento es todo una elucubración. Nadie sabe si hay petróleo o gas ni cuánto”. Marzo ve lógica la exploración para saber cuánto hay y critica la crítica del sector turístico: “Esto es como un chiste de El Roto: Gasolina sí y petróleo no. Apuestan por un modelo intensivo en energía, basado en aviones y coches, pero luego nadie quiere una plataforma petrolífera”. Sobre las presiones desde Alemania, ironiza: “¿Vamos a dejar que Alemania dicte nuestra política energética? ¿Quieren también en eso la soberanía?”.
Aunque el permiso llega ahora, la campaña tiene un largo historial.
La sociedad que solicitó permisos al Gobierno en 2001 para investigar la existencia de hidrocarburos en aguas próximas a Canarias se prestaba al chiste fácil (RIP SA, Repsol Investigaciones Petrolíferas SA), pero el resultado de aquella apuesta puede acabar en algo muy serio. Los estudios sísmicos que realizó la compañía entre los años 2002 y 2003, antes de que los tribunales paralizaran el plan de exploración, dejaron la probabilidad de éxito en el 20%. Para el profano, el porcentaje parece escaso. Pero duplica el que habitualmente maneja la industria petrolera. Por decirlo rápido: en Canarias existe una gran probabilidad de encontrar petróleo, gas, o las dos cosas. Así lo cree Repsol, que controla el 50% del consorcio formado para el proyecto y del que también forma parte la compañía australiana Woodside (30%) y el consorcio alemán RWE (20%).
Se trata de concretar lo que, según fuentes de Repsol, puede ser “el mayor descubrimiento de hidrocarburos de la historia de España”.
Los datos fundamentales son: existencias probables de 500 millones de barriles en el caso de petróleo y 2,8 TCF (trillones de pies cúbicos) si existe gas; ciclo de producción posible durante 20 años y 20 pozos productores si hay petróleo y 15 si se trata de gas. Esto podría ahorrar la importación de 5,2 millones de toneladas de crudo al año (un 10%), con una disminución de la factura exterior (reducción neta del déficit comercial) de 28.400 millones. Un dinero.
A lo que habría que añadir lo que el Estado, vía impuesto de sociedades, ingresaría con la producción: otros 700 millones al año. Los promotores del proyecto estiman que solo en la fase de investigación (en la que ahora está el proyecto), la inversión rondará los 265 millones.
El tema no solo tiene implicaciones ambientales y económicas. El jefe del Mando Militar de Canarias, el teniente general César Muro Benayas, declaró a la prensa canaria en enero pasado: “El tema del petróleo, que va a saltar, va a ser un foco de inestabilidad y aumentará la tensión”.
El ministro de Industria, Comercio y Nuevas Tecnologías de Marruecos, Abdelkader Amara, defendió el jueves “una concertación” entre España y Marruecos para iniciar las prospecciones.
El Gobierno canario está especialmente molesto porque Industria ha eliminado del borrador del decreto el apartado que le permitiría participar en la decisión. Mientras la alcaldesa de Valencia, la popular Rita Barberá, celebra que el mismo Soria haya paralizado los permisos para buscar hidrocarburos frente a la costa valenciana.
No es la primera vez que España sueña con el petróleo. El 13 de junio de 1964, el diario Abc publicaba una página con la catedral de Burgos y varias torres de perforación de petróleo superpuestas. “¿Será nuestro Tejas?”, era el enorme titular.
Poco antes había brotado una columna de petróleo en Burgos y las crónicas bautizaron aquello como “el comienzo del más importante capítulo en la historia del desarrollo económico e industrial de España: el hallazgo de petróleo”.
Hoy Burgos sigue igual de lejos de Tejas que entonces.
Aun años antes de que comience una eventual explotación de hidrocarburos, la decisión del ministro de Industria, el canario José Manuel Soria, de autorizar las prospecciones ha levantado a parte de las islas.
Los principales operadores turísticos de Alemania y Reino Unidos se han opuesto —como era previsible— y el Gobierno regional y los cabildos temen que el archipiélago quede asociado al petróleo. Y sin embargo, ¿qué país renunciaría al menos a conocer cuánto petróleo tiene en su subsuelo?
El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, de Coalición Canaria, suena indignado: “Esto es un atropello. Solo en Noruega el petróleo ha mejorado en algo la vida de la gente
. Esto son beneficios para una multinacional como Repsol que tiene en el ministro Soria a su mejor embajador”.
San Ginés cree que Industria ha acelerado el permiso porque en un año entrará en vigor una directiva europea más rigurosa para evitar vertidos como el del golfo de México.
Lo cabildos esgrimen los recelos de sus principales clientes: los operadores turísticos de Alemania y Reino Unido. El jefe de Sostenibilidad de la alemana TUI, Harald Zeiss, afirma en un correo enviado al cabildo de Fuerteventura que un vertido sería devastador:
“Una tragedia así no dañaría la temporada turística durante un año, sino que los potenciales visitantes siempre asociarían Canarias con el petróleo (como ocurre con Nueva Orleans y el Katrina)”.
La patronal británica de viajes, la ABTA, en una carta enviada el miércoles a Soria insistía: “Canarias representa uno de los destinos clave para el Reino Unido y la exploración petrolífera podría resultar un daño considerable al turismo”.
La prensa alemana y británica ha comenzado a asociar a Canarias con el petróleo. El temor no es a las plataformas —los sondeos son a unos 60 kilómetros del litoral— sino al impacto de un eventual vertido sobre el monocultivo de la zona: el turismo.
Industria considera que no hay riesgo para el turismo y que el potencial del recurso bien vale una bronca. Soria ha dejado claro: “Hay dos opciones, o el petróleo de Canarias lo saca solo Marruecos o lo sacamos los dos”, en alusión a los trabajos que realiza en sus aguas frente a las islas, ya que, según el Ejecutivo, puede tratarse de la misma bolsa.
Paulino Rivero, de Coalición Canaria, presidente autonómico gracias a un pacto con los socialistas, se ha envuelto en la bandera del medio ambiente para cargar contra Soria, antiguo vicepresidente en alianza con los nacionalistas y ganador de las elecciones autonómicas de hace un año. No ha importado el historial de CC a favor de polémicos proyectos como el puerto industrial de Granadilla, en una playa virgen.
El catedrático de Recursos Energéticos en la Universidad de Barcelona Mariano Marzo cree que la situación se ha desmadrado: “Por el momento es todo una elucubración. Nadie sabe si hay petróleo o gas ni cuánto”. Marzo ve lógica la exploración para saber cuánto hay y critica la crítica del sector turístico: “Esto es como un chiste de El Roto: Gasolina sí y petróleo no. Apuestan por un modelo intensivo en energía, basado en aviones y coches, pero luego nadie quiere una plataforma petrolífera”. Sobre las presiones desde Alemania, ironiza: “¿Vamos a dejar que Alemania dicte nuestra política energética? ¿Quieren también en eso la soberanía?”.
Aunque el permiso llega ahora, la campaña tiene un largo historial.
La sociedad que solicitó permisos al Gobierno en 2001 para investigar la existencia de hidrocarburos en aguas próximas a Canarias se prestaba al chiste fácil (RIP SA, Repsol Investigaciones Petrolíferas SA), pero el resultado de aquella apuesta puede acabar en algo muy serio. Los estudios sísmicos que realizó la compañía entre los años 2002 y 2003, antes de que los tribunales paralizaran el plan de exploración, dejaron la probabilidad de éxito en el 20%. Para el profano, el porcentaje parece escaso. Pero duplica el que habitualmente maneja la industria petrolera. Por decirlo rápido: en Canarias existe una gran probabilidad de encontrar petróleo, gas, o las dos cosas. Así lo cree Repsol, que controla el 50% del consorcio formado para el proyecto y del que también forma parte la compañía australiana Woodside (30%) y el consorcio alemán RWE (20%).
Se trata de concretar lo que, según fuentes de Repsol, puede ser “el mayor descubrimiento de hidrocarburos de la historia de España”.
Los datos fundamentales son: existencias probables de 500 millones de barriles en el caso de petróleo y 2,8 TCF (trillones de pies cúbicos) si existe gas; ciclo de producción posible durante 20 años y 20 pozos productores si hay petróleo y 15 si se trata de gas. Esto podría ahorrar la importación de 5,2 millones de toneladas de crudo al año (un 10%), con una disminución de la factura exterior (reducción neta del déficit comercial) de 28.400 millones. Un dinero.
A lo que habría que añadir lo que el Estado, vía impuesto de sociedades, ingresaría con la producción: otros 700 millones al año. Los promotores del proyecto estiman que solo en la fase de investigación (en la que ahora está el proyecto), la inversión rondará los 265 millones.
El tema no solo tiene implicaciones ambientales y económicas. El jefe del Mando Militar de Canarias, el teniente general César Muro Benayas, declaró a la prensa canaria en enero pasado: “El tema del petróleo, que va a saltar, va a ser un foco de inestabilidad y aumentará la tensión”.
El ministro de Industria, Comercio y Nuevas Tecnologías de Marruecos, Abdelkader Amara, defendió el jueves “una concertación” entre España y Marruecos para iniciar las prospecciones.
El Gobierno canario está especialmente molesto porque Industria ha eliminado del borrador del decreto el apartado que le permitiría participar en la decisión. Mientras la alcaldesa de Valencia, la popular Rita Barberá, celebra que el mismo Soria haya paralizado los permisos para buscar hidrocarburos frente a la costa valenciana.
No es la primera vez que España sueña con el petróleo. El 13 de junio de 1964, el diario Abc publicaba una página con la catedral de Burgos y varias torres de perforación de petróleo superpuestas. “¿Será nuestro Tejas?”, era el enorme titular.
Poco antes había brotado una columna de petróleo en Burgos y las crónicas bautizaron aquello como “el comienzo del más importante capítulo en la historia del desarrollo económico e industrial de España: el hallazgo de petróleo”.
Hoy Burgos sigue igual de lejos de Tejas que entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario