Qué bajonazo.
Ahora que había logrado hablar con la consulta del cirujano plástico Monereo después de una semana sin levantar el índice del recall del teléfono, va y me suelta la operadora: “Ponte a la cola, mona”.
Desde la aparición estelar de la exvicepresidenta con el catálogo íntegro de la casa labrado en el rostro, tienen una lista de espera que ríete tú de la sanidad catalana.
Y de Loro Parque. Total, que yo que iba a pedir hora para hacerme un Fernández de la Vega completo con el fin de incrementar mi capital erótico, que dice Catherine Hakim, investigadora de la London School of Economics, voy a tener que seguir con el movimiento de tierras del maquillaje diario o arriesgarme a que me zurza otro.
Apuesto a que Guindos leyó a Hakim en inglés el primero, para eso sabe idiomas
. Las cifras del déficit no sé, pero la autoestima la tiene inflada a reventar el nuevo titular de Economía.
Competente está por ver, pero competitivo es un rato. Solo hay que verlo marcando paquete político y del otro lo mismo en Bruselas que en la Carrera de San Jerónimo.
No recuerdo un ministro más sobrado desde que Zaplana dejó de sacrificarse por España y se largó a forrarse como Dios manda a Telefónica.
Como que me estoy replanteando mis mitos. Al lado de semejante macho alfa ibérico, el chulazo de Don Drapper, de Mad men, empieza a parecerme una nenaza.
Por no hablar de Rubalcaba, para lo que ha quedado Maquiavelo. Alfredo, soy miembro fundadora de tu iglesia, pero entre la derrota electoral y las guerras fratricidas te me estás quedando en nada.
Guindos, sin embargo, está que se sale del terno, y eso que se los hace cortos de mangas para abrazarse a sí mismo y palmearle las espaldas a Juncker, presidente del Eurogrupo, al mismo tiempo. No hay foto en la que no parezca estar diciendo: tranquilos, chicos, aquí estoy yo para lo que haga falta.
No me extraña que ande a la greña con Montoro a ver quién es más listo y más visionario, porque de calvos van por el estilo.
Yo de Cristóbal no hablo, lo tengo vetado por diezmarme la nómina con el nuevo IRPF, pero reconozco que Luis, además de neoliberal ortodoxo, es un prodigio de aplomo.
Uno de esos tipos capaces de firmar un ERE y una reforma financiera con la diestra mientras con la zurda pide otra de gambas, Manolo.
No como otros, que se la cogen con papel de fumar para no mojarse, y no miro a nadie, Alberto. Al menos Guindos no se esconde.
Tenías que verlo susurrándole al cogote al comisario Olli Rehn que su reforma laboral iba a ser “extremadamente… profunda y… agresiva”, qué sofoco.Yo, que lo vi a miles de kilómetros, casi me desmayo del repelús que me bajó del hipotálamo y el tal Olli ni movió una ceja, estos finlandeses no tienen sangre en las venas. No como Luis, que marca el territorio con el reguero de testosterona que deja a su paso. Más chulo que un ocho, este Guindos. Un hombre de Rato, al fin y al cabo, otro que tal bailaba.
Y sello ya mis labios hasta que me los rellene Monereo. Con suerte, para cuando me toque turno ha salido el PP de Moncloa y Alfredo vuelve por sus fueros.
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