Otros muelen el grano.
Yo muelo el tiempo. Aquellos se aplican con gusto; yo con desidia. Trabajan para extender sus redes, alturas y consistencias. Yo dejo que se arremoline, se levante todo, se pierda sin pena. Tienen el rostro firme, las manos manifiestas. Yo soy arenilla leve, rastro de polvo, lo que viene después y no es nada, el sol otra vez sobre el yermo. Ellos son indudables
. Yo soy un préstamo, fe cedida, miraje de nadie. Avanzan.
Yo soy atravesado. El viento me toma, me revuelve. Soy como los restos, una hoguera que esparce el anochecer sobre el cielo. Ellos crecen. Yo vuelvo a mí mismo. Como sombras que se amontonan sin peso, sin ser de noche, sin ser la sombra.
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