Desde ese día, Rajoy está en falta. Pasas lista y nadie contesta.
Está reunido, en este momento no se puede poner, te dicen
La entrevista además tenía morbo, porque la propia agencia se encuentra amenazada de tijera y fusión con RTVE. Esto ha hecho concluir a la mayoría de los opinadores que se trataba de una simulación. Es lo que tiene no aceptar preguntas en las comparecencias y ocultarse de los rigores periodísticos hasta que pasen las elecciones andaluzas, que por un lado preserva intocado el encanto del triunfador, pero por otro dejas insatisfecho al personal con cualquier aparición.
Fomentas que hasta afirmar que no subirás el IVA suene a subiremos el IVA en cuanto Javier Arenas termine el recuento de votos.
Mi pescadero maldice abiertamente a Zapatero y hasta menciona a su madre, porque sostiene que lo que se ha encontrado Rajoy es mucho peor de lo que esperaba.
Esto demuestra que la estrategia funciona.
Aunque lo de insistir en que hasta el 27 de diciembre no conoció el déficit, engordado por las autonomías, es como si el padre de Keith Richards dice que se enteró de que su hijo fumaba porros al leer su autobiografía publicada el año pasado. Rajoy tiene un problema presencial, no es grave porque todo está arrancando y la gente de bien anhela que la cosa funcione.
Soraya transmite confianza y esfuerzo, incluso el pelo con sobredosis de fijador le da aspecto de personaje de manga japonés, heroico y cercano.
Pero cuando se reescriben todas las promesas de los últimos años es mejor salir a la arena, porque si no hasta en las propias filas, como hace Esperanza Aguirre, dan patadas al aire a ver si le aciertan en la espinilla al hombre invisible.
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