Pero siempre me ha intrigado la personalidad de los que dedican su sensibilidad y su talento a algo tan encomiable como adivinar los apetitos artísticos de la infancia, hacerles soñar, divertirles.
Imagino que entre los factores terrenales que les anima a introducirse en el ánimo de las criaturas y traducir sus deseos mediante cuentos y películas tal vez les anime ligeramente la posibilidad de inmenso negocio que crean las apetencias de los niños. O tal vez lo hagan por gusto.
O por ambas cosas. En cualquier caso, hay que valer para ello.
De los maravillosos hermanos Grimm y de Perrault tengo pocos datos, pero recuerdo algunos de sus cuentos con excesivo miedo.
Seguro que también eran raritos.
Sabía de la vocación piadosa de Ana Botella, esa señora con sonrisa permanente y natural que por deseo del Espíritu Santo va a desvivirse por lograr la felicidad de todos los madrileños.
Sabía que tenía tentaciones líricas. Pero ignoraba hasta hace poco que su pasión fundamental son los libros para niños, que posee una reputación contrastada como antóloga de literatura infantil.
Y me pregunto cómo va a compaginar algo tal genéticamente adulto (no he escrito "sórdido", que conste) como la alcaldía de Madrid con algo tan inocente y puro como los cuentos para niños.
No sé, a lo mejor soluciona huelgas regalándoles cuentos de Navidad a los subversivos.
O, incluso, acalla manifestaciones recitando ella misma esos conmovedores cuentos.
Confiesa Ángeles Gonzalez- Sinde que lo que más le gusta es escribir para los niños. Lo celebro. Cualquier cosa excepto escribir guiones y dirigir películas. ¿Por qué me provocarán tanto miedo (no he escrito "grima", que conste) dos mujeres que solo pretenden donar alegría y magia a los críos?
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