La actriz ganadora de un Oscar y un Goya estrena su última película, Tiene 41 años y una mirada inquieta que me trae a la mente aquello de que los ojos son el espejo del alma. Pero en su caso la mirada se me va hacia sus zapatos.
El por qué tiene que ver con que Weisz me cuenta cómo ese accesorio ha definido su carácter en muchos de los papeles que ha representado a lo largo de su carrera.
«Los zapatos te pueden transformar en otra persona en un instante», dice la actriz mientras se toma su té verde en el hotel Bowery de Nueva York.
«En The Brothers Bloom interpretaba a una mujer rara y excéntrica que llevaba unas botas de tacón muy ruidosas al caminar.
En la película The Whistleblower [un filme independiente que se estrenó en agosto, donde encarna a una policía que desarticula una red de tráfico sexual] llevaba unas botas auténticas de policía que eran las que me hacían meterme en el papel». Y en la última, Detrás de las paredes, un thriller que se estrena el 4 de noviembre, «soy una esposa que reforma la vivienda que acabamos de comprar. Me pongo un montón de zapatillas de deporte, tan monas y cómodas, que me hacen sentir como una auténtica ama de casa». En esa película ha aprovechado para explorar su parte más hogareña dedicándose a buscar las más exquisitas tiendas gourmet. «Ahora sé apreciar y comprar un buen pan y un buen cuchillo».
Rachel Weisz es capaz de acordarse de sucesos de su vida con solo recordar el calzado que llevaba, como los tres veranos seguidos que se puso sin tregua unas sandalias azules de Marc Jacobs. Hoy en día admite que piensa en los zapatos más de lo que una mujer normal pudiera preocuparse por ellos. «Durante 15 años he mantenido con una amiga la misma conversación, medio en broma medio en serio, de cómo encontrar el par perfecto», continúa, «porque yo quiero sentirme con ellos como si pudiera despegar si tuviera que hacerlo. Pero también me gustan los tacones altos…».
Entonces, para una mujer que prioriza la funcionalidad, ¿cuál es el encanto de caminar desde lo alto? ¿Es por sentirse sexy o hay algo más? Se piensa la respuesta.
Como buena hija de psicoterapeuta cree que un zapato no es solo un objeto.
Es más, ella desarrolla una teoría: encuentra interesante cómo la esclavitud de la moda puede llegar a ser representativa de nuestro deseo de libertad y a la vez de nuestra propia represión. «A veces es divertido ponerse unos tacones muy altos y sentir que necesitas confiar en alguien para caminar».
Ese alguien es el hombre con el que se ha casado, Daniel Craig, el sexto James Bond. Se conocieron casualmente hace años, pero se enamoraron cuando rodaron la película que ahora se estrena en España y en la que representan el binomio marido y mujer.
El pasado verano contrajeron matrimonio en una íntima ceremonia a las afueras de Nueva York a la que solo acudieron los hijos que tienen con sus anteriores parejas y sus dos mejores amigos como testigos.
"Es divertido ponerse unos tacones altos y sentir que necesitas conviar en alguien para caminar"
Ambos comparten un interés común por la moda: hace un par de meses se les vio comprando en la tienda de Louis Vuitton en el barrio Mayfair de Londres.
De hecho, a Weisz, a quien le apasiona disfrazarse para cada personaje, le gusta tanto desgranar la personalidad de cada uno de ellos como analizar la ropa que debería vestir para interpretarlos con fidelidad.
Narciso Rodriguez es uno de sus diseñadores favoritos y también está fascinada con Alexander McQueen.
«Sus piezas son auténticas obras de arte, pero tenía una relación extraña con su propio cuerpo. Estaba siempre a dieta… Bueno, mi percepción es que sus trajes eran casi siempre instrumentos de tortura».
En su día a día la actriz se viste con lo que ella llama «ropa de calidad para la vida en la ciudad».
Hoy es una simple camiseta blanca con vaqueros y unas botas marrones de lona de tacón alto de la firma americana Rag & Bone. «De hecho, estas puede que sean las botas perfectas», dice mostrándomelas. «Puedo caminar todo el día con ellas».
De nuevo, me viene a la mente la madre psicoterapeuta.
Tras la entrevista empiezo a creer que Rachel ha desarrollado ciertas obsesiones.
¿Otra? Coleccionar cosas raras.
«Tenía un montón de pierrots y arlequines», confiesa Weisz. Pienso que quizá es la forma más inteligente de superar una fobia a los payasos: coleccionándolos tienes el control sobre ellos y sobre tus miedos.
«Nada de eso; no lo hacía como terapia cognitiva conductual. Eran los trajes. Me encantaban esos pequeños diamantes que llevaban puestos».
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