Después de agrupar sus tesoros de gran formato en la sala central, ha llegado el momento de prestar atención a las obras más pequeñas.
El Museo del Prado ha descubierto hoy su desconocida colección de 36 miniaturas y tres pequeños retratos que hasta el 26 de febrero se podrán ver en la planta baja situada junto a la entrada de Murillo, con las piezas que integran el Tesoro del Delfín.
La colección al completo, 164 miniaturas y los 16 pequeños retratos, acaba de ser catalogada en un volumen coordinado por la especialista Carmen Espinosa Martín.
Gabriele Finaldi, director adjunto del Museo del Prado, advierte de que el término miniatura se suele utilizar de manera confusa.
"Es una técnica pictórica", aclara, "no tiene que ver con el tamaño de la obra.
Son trabajos hechos sobre vitela o tabletas de marfil con pigmentos disueltos en agua. Inglaterra fue el primer país en introducir esta técnica mientras que en España no se practica hasta la llegada de los Borbones.
La miniatura representa la faceta más íntima de la pintura.
En general se utilizaban como obsequios dentro del ámbito privado.
Por ejemplo, para concertar matrimonios. Pero también para darse a conocer ante los embajadores extranjeros, para poner cara a quienes suscribían un tratado o un acuerdo o como reconocimiento de una acción militar.
Entre los tres pequeños retratos que se exhiben, realizados con la técnica tradicional de la pintura al óleo, se encuentra una pieza firmada por Goya.
Es un retrato al óleo sobre cobre de Juana Galarza de Goicoechea, de 1805, pintado a propósito de la boda de su hijo Javier.
Las 36 miniaturas propiamente dichas son obra de artistas poco conocidos por el gran público y corresponden a la escuela española, en un cincuenta por cien, y a las escuelas europeas.
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