OTRO día más sin una línea. A este paso las costillas y las aristas de las dunas serán lo mismo. Observo, pienso..., pero todo se lo lleva el aire. El aire es húmedo, ligeramente refrescado, y en su fondo ya brilla una luz de otoño.
Ante las masas, que han vuelto a cubrir aceras y calzadas, ensayo una Teoría del No Mirar.
Si el mundo sigue rodando es porque nadie, contra lo que parezca, ni escucha ni ve.
Si seguimos por esa senda, veamos qué pasa con el no mirar, con el apenas oír, tan sólo pendientes de nuestra propia maleza. La maleza es más bien residuo de espinas secas, esqueleto vegetal petrificado, mampara contra la que se adhieren, fósiles también, las arenas rojizas, mientras unos centímetros por encima de mi cuerpo echado, el mar se deshace en ola viva, gota de sol, vida eterna. No son pensamientos, son visiones.
El aire las cristaliza. Caen como escamas. Vuelvo a la línea borrada, replegado en mi eco.
Publicado por José Carlos Cataño
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