Nunca remojé mis deseos
en el frescor de tus aguas,
pero sí levanté castillos
en las arenas de tu playa
soñando el color de tus ojos,
pasando incrédulamente
del verde metálico
al cian intenso,
pasando por los celestes,
y por encontrar en su seno
algún vestigio palpable
de la oscura existencia
de la azul Atlántida,
Ante ti, solo,
en el vacío de mi caída
a las frías entrañas
de tu mar bravía.
Así que eres eso: un sueño;
un tránsito de caricia
entre vacías caricias;
la respiración
de una cálida atmósfera;
y algo más que un recuerdo
de nuestro escaso pasado,
devorado por el sol
como visillos de olvido
cerrados detrás de nosotros.
Eres tierra para mi codicia
en un rincón remoto de una isla.
No, no eres mal destino,
y a cambio sólo vi acantilados,
agudos e hirientes arrecifes,
tortura de soledad y chaparrones;
temporales que arreciaban
y anegaban sin remedio
la acuarela de grises de mi vida.
Así que te seguiré soñando
como un espejismo de verano;
beldad con estampa de gacela;
cubierta por un jantzen verde
a juego con tus ojos esmeraldas;
piel color miel de romero;
perfume esencial a higuera;
haz de luz, melena trigueña;
sonrisa cálida, como ocaso
que riela sobre mar llana;
y voz que me ruboriza
llamándome por mi nombre.
en el frescor de tus aguas,
pero sí levanté castillos
en las arenas de tu playa
soñando el color de tus ojos,
pasando incrédulamente
del verde metálico
al cian intenso,
pasando por los celestes,
y por encontrar en su seno
algún vestigio palpable
de la oscura existencia
de la azul Atlántida,
Ante ti, solo,
en el vacío de mi caída
a las frías entrañas
de tu mar bravía.
Así que eres eso: un sueño;
un tránsito de caricia
entre vacías caricias;
la respiración
de una cálida atmósfera;
y algo más que un recuerdo
de nuestro escaso pasado,
devorado por el sol
como visillos de olvido
cerrados detrás de nosotros.
Eres tierra para mi codicia
en un rincón remoto de una isla.
No, no eres mal destino,
y a cambio sólo vi acantilados,
agudos e hirientes arrecifes,
tortura de soledad y chaparrones;
temporales que arreciaban
y anegaban sin remedio
la acuarela de grises de mi vida.
Así que te seguiré soñando
como un espejismo de verano;
beldad con estampa de gacela;
cubierta por un jantzen verde
a juego con tus ojos esmeraldas;
piel color miel de romero;
perfume esencial a higuera;
haz de luz, melena trigueña;
sonrisa cálida, como ocaso
que riela sobre mar llana;
y voz que me ruboriza
llamándome por mi nombre.
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