El amor, al concentrarse,
se transforma en miedo;
en letargo que es terror
como el que a la mar,
infinita, hoy le tengo
agarrado, con pánico,
al suelo agreste de tu isla.
Pánico, por pensarme,
deteniéndome, en mí mismo.
Amarte es vivir entre dos fuegos
inmerso en el caos de una batalla.
La exactitud del desorden
y el desgobierno de los azares.
El desconcierto
y el pánico a recordarte
desnuda en la turbiedad
jaspeada de tus aguas.
El miedo a fundirme contigo
desalando tus labios de lágrimas
o a convertirte en marioneta
en manos de mi pacto de diablo.
Y sin embargo vago por los mares,
ansiando acceder al paraiso
que reluce oscuro y mojado
cuando surjes de él como una sirena fría.
se transforma en miedo;
en letargo que es terror
como el que a la mar,
infinita, hoy le tengo
agarrado, con pánico,
al suelo agreste de tu isla.
Pánico, por pensarme,
deteniéndome, en mí mismo.
Amarte es vivir entre dos fuegos
inmerso en el caos de una batalla.
La exactitud del desorden
y el desgobierno de los azares.
El desconcierto
y el pánico a recordarte
desnuda en la turbiedad
jaspeada de tus aguas.
El miedo a fundirme contigo
desalando tus labios de lágrimas
o a convertirte en marioneta
en manos de mi pacto de diablo.
Y sin embargo vago por los mares,
ansiando acceder al paraiso
que reluce oscuro y mojado
cuando surjes de él como una sirena fría.
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