Sarkozy afirma que el escritor fallecido anoche "eligió el francés como patria" .
Francia ha despertado hoy pendiente del recuerdo de Jorge Semprún, fallecido en su casa de París anoche.
Las radios, las televisiones y las páginas webs de los principales periódicos franceses evocan sin parar la inmensa talla literaria y moral del escritor, su recorrido vital y su figura inacabable como testigo del siglo.
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Nicolas Sarkozy, en un comunicado emitido por el Elíseo, rinde homenaje "a esta figura tutelar entre los escritores del siglo XX". "A través de su talento multiforme de novelista, memorialista, poeta y guionista ha contribuido, de forma decisiva, a la comprensión de los mecanismos de los totalitarismos".
El presidente francés recuerda la relación estrecha con Francia de este escritor español exiliado en París desde 1939 y que escribió casi toda su obra en francés : "Eligió por patria el francés, como Casanova, Cioran o Beckett.
Era un francés de adopción para el que la plaza del Panteón constituía el centro del universo, una figura familiar en Saint-German-des-Prés, uno de las últimas grandes personalidades de una época trágica pero deslumbrante de la historia literaria de nuestro país".
Por su parte, el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, por medio de otro comunicado, se refiere a Semprún como a un "escritor mayor" y como "uno de los más hermosos ejemplos de pensador comprometido con el ideal europeo".
Pero no solo ha habido reacciones oficiales. Por las radios y las televisiones francesas han desfilado amigos artistas, amigos a secas, escritores famosos o menos famosos que conocieron a Semprún desde hacía muchos años. Bernard Pivot, el presentador de programas literarios más famoso de Francia, recordaba hoy en una emisora de radio que Semprún "como todos los grandes escritores, se ocupó del tema del tiempo, y acomodó su memoria a su literatura y su literatura a su memoria".
Fue en uno de estos programas de Pivot donde Semprún, hace años, recordó por qué, al llegar a Fancia, con 15 años, se había lanzado a aprender francés con tanta devoción : "Porque percibía cierto racismo en Francia hacia esos rojos, combatientes del ejército derrotado".
Y por qué había decidido escribir en francés: "Porque la lengua francesa es admirable. Porque descubrir a Gide o Baudelaire constituyó una auténtica revelación para mí".
En los reportajes y perfiles que se suceden en los medios de comunicación se evoca su lado francés, pero también su indisoluble raigambre española y se recuerda que jamás quiso renunciar a la nacionalidad española, circunstancia que le privó de haber ingresado en la Academia Francesa de la Lengua.
El cineasta franco-griego Costa Gavras, otro exiliado en Francia, amigo de Semprún, con el que colaboró en varios guiones, recordaba hoy su amor doble a Francia y a España, lo que le impidió, a la vez, "ser profundamente francés o español".
Este cineasta, que habló con Semprún muchas veces de su paso por el campo de concentracion de Buchenwald, asegura que la estancia del escritor allí significó "a la vez habitar un infierno y una verdadera escuela de vida".
El mismo Semprún, en una entrevista concedida a este periódico en 2001, recordaba que una vez un amigo francés le había preguntado -como tantas veces tantos otros- qué era en realidad, si español o francés. Él se limitó a responderle : "Soy un deportado de Buchenwald".
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